Vivir en Chile: cuánto cuesta al mes
El contraste entre costo de vida e ingresos castiga a la ciudadanía. En base a 7 criterios comprobamos que los gastos mensuales podrían ser un camino directo a la insolvencia y la incertidumbre
¿Van en la misma línea el encarecimiento de costo de la vida y la evolución de los salarios? Fue la pregunta que generó debate en 2018 para la economía chilena, que mientras vio crecer su PIB sobre el 4% y la inversión superó el 6%, el mercado laboral y los sueldos se mantuvieron estancados. Si la discusión se entrampa entre las cifras oficiales y el sentir de la ciudadanía, los ánimos tienden a irse a un punto muerto.
Publimetro realizó el ejercicio de calcular cuánto gastaría un santiaguino en “circunstancias promedio”, bajo criterios que no hablan necesariamente de la realidad de la mayoría de los chilenos, aunque podría ser el caso, sino que de los distintos apartados de las finanzas personales y sus casos más probables. El ejercicio da cuenta de los malabares que realizan las personas para terminar con números azules a fin de mes, y de cómo la realidad de los salarios choca con el gasto de vivir en una ciudad como Santiago.
El ítem que más castiga la billetera es vivienda. Para establecer el criterio, definimos un departamento tipo: el inmueble que más se arrienda en Santiago y su precio promedio. Según los datos de TocToc.com, plataforma de gestión inmobiliaria, “el más popular es el de 2 piezas y 2 baños, ya que se escoge como opción en el 30% de los casos”, según Eduardo Donoso, gerente de Marketing de la empresa. Al igual que el INE o el Banco Central, que represen- ta los hogares en base al prototipo de dos adultos proveedores, el valor promedio de ese departamento ($631.269) se dividió en dos, lo que da una cifra de $315 mil.
¿Y los gastos comunes? Las personas estarían pagando
$53 mil, pensando en que la media, según cifras de Edifito, es de 106 mil en la RM y el caso hipotético es un departamento con dos personas, cada una en una pieza, y reparten el gasto. En transporte, moverse por Santiago costaría mensualmente $47 mil, si se consideran dos pasajes diarios en Metro hora punta por mes.
En comida, cada persona gastaría $104 mil. Eso, si se extrapolan las cifras que entrega la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE reveladas en julio, y donde un hogar tipo, con dos adultos proveedores, desembolsa mensualmente poco más de
$209 mil al mes. La vestimenta también es factor, ya que, según datos de 2015 de Euromonitor, un chileno gasta
390 dólares anuales, lo que se traduce en 27 prendas al año y un gasto de poco más de $22 mil cada treinta días.
Lo más difícil de evaluar es el ocio. ¿Cuántas veces se sale con los amigos al año? Eso no lo contabiliza ningún estudio formal, pero se puede establecer un piso mínimo al cruzar tres antecedentes: un 54% de los adultos jóvenes prefiere el ocio en casa, somos el 5º país del mundo que pasa más horas viendo Netflix y un 35% de la población, según Adimark, ya tiene esa suscripción, sin contabilizar cómo esas cuentas se comparten a terceros. Un paquete de Netflix y Spotify cuesta $11 mil al mes, lo que sería el reflejo del nuevo kit de entretenimiento predilecto de la población.
En salud el cálculo es sencillo. Un análisis del Centro de Estudios Públicos (CEP) concluyó que el gasto per cápita real aumentó un 50%, entre 2012 y 2016. Hace 6 años los chilenos destinaban $21.112 mensuales en salud, pero por estos días se gastan $31.838.
¿Cuál es la cifra mágica? Sin contabilizar vacaciones, gastos inesperados ni hijos, pero que en parte se sopesan con los datos de hogares del INE donde sí son factor, vivir un mes en Santiago, para un chileno promedio en condiciones promedio, tendría un valor de $584 mil. Alta cifra, si se considera que el sueldo promedio en Chile es de $554 mil , según el INE.
“Lo que muestran las encuestas y cifras, si uno mide los gastos, es que para los primeros quintiles es tremendamente difícil ahorrar, si es que no imposible”, dice Guillermo Acuña, investigador del Centro de Estudios en Economía y Negocios de la UDD, quien destaca que, según las encuestas, cerca de un 66% de los hogares tiene deuda, y más de la mitad son de consumo.
“Los ingresos del grueso de la población vienen exclusivamente del trabajo, mientras que en los estratos altos también se apoyan en las inversiones. En los sitios con costo de vida tan altos, como acá, la desigualdad se genera porque en los sectores altos hacen crecer su patrimonio, mientras que los sectores bajos se mantienen estancados”, agrega Acuña.
La combinación oscura entre gastos e ingresos hace que “las personas resuelvan su vida sacrificando la salud y el ocio. No se atienden, no se medican y van, con suerte ,una vez al año al cine”, opina Marina Pánez, académica de Economía de la U. Central.
La premisa de que la vivienda no supere el 25% del salario rara vez se cumple, y a menudo consume más de la mitad de los ingresos. “Eso habla del escaso sueldo y cómo se encareció con la demanda. La gente no quiere la periferia: implica viajar dos horas en transporte público para llegar a sus trabajos”, señala Pánez. “Los salarios no crecen en función del costo de vida. Y la solución es generar ingresos que no son de economía formal: además del trabajo, hacer pasteles o ser Uber, de manera de generar el diferencial. Si no, todos tenemos al alcance las tarjetas comerciales o el crédito para endeudarnos”, concluye.