#MeToo argentino despierta fenómeno de los “escraches”
El concepto ha mutado desde su nacimiento, pero tiene el mismo fin: acusar ante la opinión pública
“No es delito escrachar, lo que se hace es ejercer la libertad de expresión” Gregorio Badeni. abogado argentino
La provincia de San Pedro, en Argentina, está conmocionada por una acusación de violación que decantó en el suicidio del presunto agresor, una personalidad de relevancia pública por su carrera como bailarín y director de Deportes de la Municipalidad de San Pedro.
Esta acción, la de denunciar de manera pública, es conocida en Argentina como “escrache”.
La palabra no está reconocida por la Real Academia Española, pero en su uso coloquial en Argentina consiste en irrumpir en el trabajo, domicilio o lugares públicos para apuntar a un personaje y mostrar sus acciones a la luz pública. El origen del término no está claro. Especialistas sitúan su origen en la península itálica por la palabra “schiacciare”, que significa “machacar”. En España se utilizó contra el gobierno de Mariano Rajoy durante las protestas dirigidas por la Pla- taforma de Afectados por la Hipoteca, en 2013. Su homólogo chileno sería la “funa”.
A inicios del 2000 se hizo popular su uso en los medios de comunicación argentinos y uruguayos. Pero es en Argentina donde está más arraigado.
Esto luego de que la agrupación de derechos humanos “Hijos” levantara una campaña para evidenciar los crímenes cometidos por militares indultados.
Hoy con la masificación del internet y las redes sociales ha cambiado. Se trata de subir videos o testimonios a plataformas sociales culpando a individuos de algún hecho. En último año estos episodios se enmarcan en la protestas feministas y el lla- mado a la denuncia pública.
Pero hay debate entre el derecho a la libertad de expresión de las presuntas víctimas y la defensa de la imagen pública de los presuntos abusadores.
“No es delito escrachar, lo que se hace es ejercer la libertad de expresión. Si a través de ello se incurre en un acto delictivo, habrá responsabilidad jurídica para los emisores. Si no, aunque sea muy duro el escrache, lson opiniones que deben ser respetadas en un sistema democrático, aunque no las compartamos”, dijo el abogado Gregorio Badeni al medio argentino La Voz.
El abogado especialista en ciber delitos mostró su preocupación diciendo que “se publica sin criterio ni razonamiento. Si se pensara durante cinco segundos si está bien lo que se va a enviar o publicar, funcionaría como un antivirus maravilloso”.