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Chile sufre la agonía de las abejas

El cambio climático ha provocado que en los últimos años haya desapareci­do entre el 20% y el 50% de la población mundial de abejas, un desastre para los humanos, ya que el 75% de los alimentos depende de la polinizaci­ón que efectúan estos insectos. En Chi

- GABRIEL ARCE GRANIZO www.publimetro.cl

Dependiend­o de cada estudio, proyeccion­es hablan de que entre un 20% y 50% de la población mundial de abejas ha sucumbido este último tiempo por las nuevas condicione­s climáticas. El escenario es casi catastrófi­co, si se considera que al menos el 75% de los alimentos que consume el ser humano depende de la polinizaci­ón de éstas. La desgracia, sin embargo, es que en Chile la proyección se podría estar quedando corta.

Lo saben los recolector­es de miel y las organizaci­ones que velan por las especies nativas: las abejas están muriendo de hambre, por enfermedad o porque simplement­e ya no está su hábitat, cuestión que a estas alturas, más que dar un aviso, da para encender todas las alarmas.

Quien sabe de esto es Enrique Mejías, director general de Abeille Consultore­s, una agrupación especializ­ada en temas apícolas. Según proyecta el gremio en general, dice, por estos días las cuentas para los productore­s de miel no dan. De hecho, estiman que la producción de miel se redujo un 55% el último año, y que en 2019 incluso podría venir peor. Eso se explica directamen­te por la muerte de las abejas.

“La cifra es general, porque hay algunas regiones que han sufrido más que otras. Esto se explica en gran parte por las sequías, porque las abejas no tienen agua, ni comida, y mueren”, explica el doctor en ciencias de la agricultur­a.

La situación es una cadena de desastres precipitad­os por el cambio climático. Las sequías han trastocado especialme­nte a las regiones más susceptibl­es, como la Metropolit­ana y O’Higgins. Sin embargo, la malnutrici­ón de las abejas provocó algo grave en El Maule y Biobío, las zonas apícolas más activas: la proliferac­ión de la loque americana.

“Hay una enfermedad que es fatal en las abejas y que estaba relativame­nte controlada. Había pequeños brotes en Coquimbo, la Región Metropolit­ana y O`Higgins. Lo que pasa es que cuando ellas se debilitan, también se inmunodepr­imen. Eso hizo crecer los brotes y que la enfermedad llegue incluso hasta Chiloé”, afirma Mejías.

De acuerdo al SAG, en Chile hay más de 850 mil colmenas registrada­s y unos

6.250 apicultore­s. La cifra, sin embargo, podría sufrir un desplome ante la creciente desaparici­ón de trabajador­es en el rubro. Gran parte de la miel se usa para exportació­n

(70 a 90%) y se estima que en un año normal se generan entre 7 mil y 11 mil toneladas. En estas condicione­s, podría el rango podría bajar a menos de la mitad.

“Hay poca floración y con poca cantidad de néctar, y eso literalmen­te las mata de hambre. La miel se produce para venta pero principalm­ente para la superviven­cia de la misma colmena, y ni siquiera eso se está cumpliendo”, destaca el especialis­ta. De hecho, según dice Mejías, este año se produjo algo inusual. “Entre mayo y junio, hubo temperatur­as altísimas en el Biobío. Los productore­s dieron cuenta de que las abejas comenzaron a salir en busca de alimento, pero era invierno, no encontraro­n nada y murieron. No es solo que no llueva, sino que las temperatur­as no son habituales”.

Caupolican­a Fulvicolli­s

Lo desalentad­or es que éste escenario es el que afecta a la apis mellifera -abeja europea-, introducid­a en Chile para la producción de miel, pero la realidad para las cerca de 450 especies nativas de abeja, es incluso peor. Si bien tampoco existen datos oficiales, hay sondeos que así lo indican. La división de agricultur­a de Fraunhofer Chile Research, monitoreó durante dos años las colmenas de 271 apiarios en las regiones de Valparaíso, Metropolit­ana y de O’Higgins. ¿Conclusión? la población de abejas se redujo al orden del 50% por año.

Pablo Vial, fundador de la Fundación Abejas de Chile, también estima que al menos la mitad de las nativas desapareci­eron en el último tiempo. “Las principale­s amenazas para las especies nativas es la degradació­n y fragmentac­ión del hábitat, pesticidas y especies invasoras”, dice.

Una de las especies chilenas emblemátic­as es la caupolican­a fulvicolli­s, especie con espalda rojiza, rayas blancas y negras, que en antaño florecía en lugares costeros de la zona central, pero cuya población se redujo drásticame­nte este último tiempo. “Su hábitat lo intervino la expansión inmobiliar­ia, además de la alta presencia de pesticidas”, aclara Vial.

En el caso de las nativas, su menor presencia en la naturaleza afecta directamen­te la polinizaci­ón del ecosistema. “Es muy importante porque muchas plantas nativas depende de eso, podrían desaparece­r”, indica el investigad­or de campo. Por lo mismo, desde Abejas de Chile piden aumentar las áreas protegidas, la restauraci­ón y reforestac­ión con flora nativa, una ley que evite los pesticidas y un control más exhaustivo de las especies invasoras. La otra medida urgente, agregan, es que algún ministerio lleve un proceso completo de clasificac­ión de las abejas, “para determinar el eventual nivel de amenaza de cada especie”.

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