La otra ola que viene
Los expertos advierten que además de la crisis hídrica existe otro peligroso fenómeno: la crisis térmica. En la zona central de Chile cada vez se registrarán más olas de calor, con máximas en promedio, en cinco años más, de 39º
El lunes, los 33,1º que marcaron los termómetros en Santiago consiguieron empatar el récord histórico de calor para octubre. Y ayer, a nada estuvimos, si no fuera por la nubosidad, de romper los registros. Y eso que aún no llegamos a enero.
Habrá que irse acostumbrando porque, según expertos, las olas de calor y las máximas irán aumentando su agresividad en el centro de Chile, específicamente, en Santiago. Y si las ciudades no toman medidas, advierten, puede que no estemos preparados para las consecuencias en la salud pública de un clima rostizante que amenaza con sobrepasar los 40º más temprano que tarde.
Dentro de la megasequía, uno de los temas que ha eclipsado la tragedia de la crisis hídrica, es la “crisis térmica”, dice Patricio González, agroclimátologo del Citra de la Universidad de Talca. El experto terminó hace poco un estudio sobre olas de calor en el Maule, y determinó que entre 1977 y 1999, hubo en total 12 de estos eventos en enero. En el presente siglo, en cambio, la cifra se disparó a 49 olas de calor en el mismo mes.
Algo parecido sucede con Santiago, donde datos de la Oficina de Servicios Climatológicos sugieren que hay 2,5 veces más olas de calor que hace 40 años.
“Esto conlleva un fenómeno paralelo del que se habla poco: la evaporación del agua. Dentro del balance hídrico, se podría decir que la cantidad de pluviometría que cae es un 50%, y el otro 50% tiene que ver con la evaporación. Cuando hay olas de calor, ese fenómeno se exacerba” , dice González.
Según las mediciones en terreno del agroclimatólogo, en una época tradicional de calor -como las del siglo pasado- se evaporan unos 40 metros cúbicos de agua por hectárea en la zona central. Pero en las olas de calor extremas de enero y febrero, por estos años la cifra llega a los 90 metros cúbicos por hectárea. “No sólo es que estamos en sequía, sino que durante todos los días a partir de octubre, se está perdiendo agua por evaporación.
Futuro
El fenómeno, además de acentuar la escasez de agua, promete ser un dolor de cabeza para la población en el futuro inmediato. El Citra también publicó recientemente una proyección a 2025 sobre los efectos de la megasequía, y donde invita a olvidarse de las ya cruentas olas de calor de 33º o 35º ¿La razón? Para esa fecha, los eventos de altas temperaturas deberían promediar los 38º a 39º, e incluso con peaks en valles centrales, como Cauquenes, Chillán y Olmué de 40º.
“Uno puede ver que una ola de calor va aumentando en intensidad, no solamente en número y duración”, explica Martín Jacques, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2). La megasequía de los últimos 10 años, dice, ha amplificado sus efectos.
El experto señala, además, que la intensidad en Santiago de las olas de calor aumentó en 4,4ºC en las últimas 5 décadas y media (1961 a 2015), lo que se traduce en una amplificación de 0,8º por década. ¿Eso continuará aumentando? “Sí, seguro. Los veranos expondrán a la población a situaciones cada vez más difíciles”, agrega el académico de Geofísica en la U. de Concepción.
El fantasma de las olas de calor sobre 40º, como ocurre en Europa, ya están por alcanzar a Santiago. Un estudio sobre proyecciones de olas de calor en Sudamérica, donde participaron científicos chilenos, indica que el récord de temperatura para la capital, que hasta ahora es de 38.3ºC, debería aumentar en un escenario pesimista hasta 2º para 2046 y 2055.
En esa línea, Jacques se encuentra realizando un estudio que sería revelador: descubrir los patrones climáticos en el mundo que permitan predecir las olas de calor en Chile con semanas de anticipación. Los resultados, que además busca prevenir los incendios forestales, estarán para fines de año.