El genio de la “bolita mágica” detrás del invento más simple y popular del mundo
Murió Ladislao Biró, inventor del famoso y popular bolígrafo que nos acompaña en la escritura diaria. se radicó en la Argentina y ahí desarrolló el más trascendente de sus numerosos inventos.
y la genialidad de un hombre como Biró.
Daniel Pérez Pavez
Detrás del sencillo bolígrafo se esconde la fantástica historia de un objeto cotidiano que revolucionó la escritura moderna, cuyo diseño y masividad lo llevaron al Museo Pompidou y al Museo de Arte Moderno de Nueva York. El 24 de noviembre de 1985 murió el húngaro László József Bíró, quién vivió los últimos cuarenta años en Argentina –donde devino en Ladislao- y se convirtió en el inventor del bolígrafo, entre otras 32 creaciones de su ingenio.
Biró ideó una pequeña bolita para poner en un tubo, con una tinta especial que fluyera por la fuerza de la gravedad y se secara luego de rayar el papel. Patentó su invento en 1938 en Hungría y en el 40 un grupo inversor lo apoyó para fabricar el lápiz en Argentina, donde aún le llaman la birome.
Antes de ello, Ladislao ya había inventado un modelo de pluma fuente, una máquina para lavar ropa, un sistema de cambios automático en los automóviles y un vehículo electromagnético.
En la biografía de Biró se resalta la anécdota que cambió su vida, cuando en un balneario de Yugoslavia se topó casualmente en un café con el ex presidente argentino Agustín P. Justo, cuya recomendación le abrió las puertas para desarrollar su bolígrafo en Buenos Aires.
Hasta hoy se calcula que se han fabricado en el planeta casi 100 billones de bolígrafos, los que comenzaron a producirse en un garaje con cuarenta operarios, antes de salir al mundo con su simpleza, bajo costo y eficacia. Muchos consideran un genio a Ladislao Biró, nacido en una familia de médicos. Sin embargo, el joven desvió sus estudios hacia el hipnotismo y luego fue periodista por curiosidad. Esa búsqueda intelectual lo acercó a la ingeniería, que también desechó porque siempre creyó que lo encuadraba en una fórmula y no le permitía “pensar y crear libremente”.