El día que Alejandro Selkirk y Robinson Crusoe le dieron sus nombres a Juan Fernández
El Presidente Frei Montalva firma el decreto que formaliza el cambio de nombres del archipiélago. Las aventuras del marino Alejandro Selkirk dieron fama a Juan Fernández en la novela de Robinson Crusoe.
Daniel Pérez Pavez
El 13 de enero de 1966 el Presidente Eduardo Frei Montalva firmó el Decreto 130, formalizando el cambio de nombres de las islas del archipiélago Juan Fernández. Así, Más Afuera se convirtió en Alejandro Selkirk, mientras que Mas a tierra fue conocida desde entonces como Robinson Crusoe y Santa Clara conservó su denominación original.
La idea de esta modificación fue “que exista adecuada identificación entre ella y el protagonista de una obra de la mayor divulgación mundial”, considerando así mismo que “este cambio de denominación no importaría, en modo alguno, restar homenaje al marino portugués descubridor de estos accidentes geográficos, pues el archipiélago continuaría denominándose Juan Fernández, nombre conocido, por otra parte, en casi la totalidad de las cartas marinas”.
El archipiélago Juan Fernández es un conjunto de islas ubicado en el Pacífico Sur, a más de 670 km al oeste de las costas de América del Sur. Lo componen Robinson Crusoe, Alejandro Selkirk , el islote Santa Clara e islotes menores. Adminisrativamente
Robinson Crusoe es un personaje con historia.
Kilómetros de distancia desde las costas de Valparaíso está Juan Fernández
pertenece a la provincia y Región de Valparaíso, y las islas adquirieron fama mundial por la novela Robinson Crusoe, escrita por el inglés Daniel Defoe.
Frei recibió una petición de la escritora y pintora uruguaya Blanca Luz Brum, residente en la isla durante esa época, de cambiar sus denominaciones, argumentando que en el lugar permaneció durante cuatro años y cuatro meses el contramaestre escocés Alejandro Selkirk, quien desembarcó del buque corsario Cinq Ports en la isla de Más Afuera. Sus historias fueron la fuente de inspiración para la novela “La vida y extrañas aventuras de Robinson Crusoe”. Al fin, el propósito del Gobierno fue darle un impulso turístico a un territorio que ya tenía su propia magia y fantasía naturales.