El impulso final se alimenta del desafío “naranja”
Tras medio torneo invicto, la provocación de Escalante fue el combustible para concretar el ascenso.
Tras la primera rueda de la Primera B, el ascenso de Magallanes parecía inminente. Tras las primeras 17 fechas, el equipo dirigido por Nicolás Núñez estaba invicto, sumando 14 victorias y apenas dos empates, además de la fecha libre que le correspondía. De hecho, no conocía de derrotas en toda la temporada, acumulando al domingo 3 de julio, cuando disputó la 18ª jornada, un total de 20 partidos sin reveses. Ahí, en un lluvioso Puerto Montt, el local le propinó un 1-0 que demostró que los “carabeleros” no eran invencibles.
Con César Cortés como estandarte, para la segunda mitad del torneo llegaron refuerzos de la talla de Luis Jiménez y Carlos Villanueva, quienes dejaron Palestino para sumarse a la causa de volver a llevar a la “Academia” a Primera. Sin embargo, el fichaje de ambos jugadores no impidió que la caída ante los “Delfines” fuera la primera de varias, que derivaron en que la cómoda ventaja que tuvo el cuadro “albiceleste” terminara esfumándose.
Pero la experiencia de Núñez en el club, donde suma tres años, con una temporada como asistente y dos como técnico, fue clave para mantener a sus huestes enfocadas en el objetivo final, más allá de los contratiempos.
Un nuevo punto de inflexión en la temporada se viviría no en el torneo nacional, sino en la Copa Chile, cuando Cobreloa, el rival por el único pasaje a Primera directo, se cruzó en los cuartos de final con los “magallánicos”. Antes de ese lance, el goleador “naranja” David Escalante advirtió que eliminarían a los hombres de Núñez y que les quitarían el título de la “B”. Pero no: las desafiantes declaraciones del ariete argentino no hicieron más que dar el impulso que necesitaba Magallanes para concretar el retorno al fútbol grande, cortando así una condena que parecía cadena perpetua.