Síndrome de la vida ocupada: 4 señales que lo identifican
Con el estilo de vida que llevamos actualmente, donde la productividad está glorificada, es muy fácil caer en el síndrome de la vida ocupada, donde con el paso del tiempo nos vamos olvidando de nosotros mismos y nos ponemos de últimos en prioridades.
Esa realidad tan frenética, donde asumimos muchas responsabilidades a la vez y no descansamos lo suficiente es agotadora a largo plazo y puede derivar en problemas físicos y mentales, como el síndrome del burnout.
Señales de que sufres el síndrome de la vida ocupada:
Mala memoria y falta de concentración.
Por la hiperestimulación de tu cerebro te cuesta prestarle la atención debida a una sola cosa y, por eso, empiezan los despistes y los errores constantes en tu trabajo.
Te cuesta recordar cosas con facilidad, incluso si pasaron hace poco tiempo. ¡Tu mente no para! Por eso es complicado que pueda concentrarse en medio de ese entorno altamente demandante todos los días, todo el día.
Signos de depresión, estrés, ansiedad y hasta insomnio.
En consecuencia, el síndrome de la vida ocupada empezará a manifestarse afectando principalmente tu salud mental generando que siempre estés estresado, que tengas síntomas de ansiedad y problemas para conciliar o tener buena calidad en el sueño.
Incluso, la depresión puede surgir en una persona que se priva de hacer ciertas actividades que son buenas para sí mismo, como hacer ejercicio, ver a los amigos, disfrutar de una película, entre otros. Descansar como es debido es tan importante como trabajar.
Multitasking.
Las personas que lo padecen trabajan en exceso, muestran una tendencia a realizar más de una tarea a la vez, sin tomarse un momento de descanso, cayendo por ejemplo en hábitos como comer mientras trabajan.
No tiene que ver con edad o género, porque se ha detectado en personas de todos los tipos. Más bien está relacionado a personas que no soportan el aburrimiento, que están obsesionadas con la productividad o que buscan un entretenimiento para evadir sus problemas.
Te sientes desmotivado. Nno tienes espacio ni siquiera para disfrutar de los placeres de la vida o poder conectar contigo mismo, por eso, lógicamente el cansancio le irá quitando el sabor a lo que haces.
Es decir, afectará a la larga tu rendimiento laboral y tu estabilidad emocional, alejando ese sentimiento gratificante que nos da hacer una actividad, llenándonos de vitalidad y eficacia.