Las agresiones sexuales, el lado más oscuro de la represión contra las iraníes
Tras la denuncia inicial de Amnistía Internacional, ayer la cadena CNN publicó un reportaje. Muchos testigos y víctimas piden anonimato, pero hay casos graves con nombre y apellido.
“Ellas quieren llegar a desnudarse”, dijo Zeinab Soleimani, joven iraní que toma una posición absolutamente contraria a las miles de mujeres que han salido a las calles para protestar contra el régimen teocrático que dirige al país desde 1979 y que, basado en preceptos religiosos, restringe las libertades que parecen naturales para las mujeres en otras zonas del mundo.
La posición de Soleimani obedece, probablemente, a su historia familia: su padre era el general Qasem, considerado un héroe de la Revolución Islámica y mano derecha del líder Ali Jamenei hasta que fue asesinado por un dron estadounidense, hace un par de años, mientras dirigía una operación supuestamente encubierta en Bagdag.
Luego de la muerte en prisión de la joven kurda Mahsa
Amini por no respetar los estrictos códigos de vestimenta, las manifestaciones por los derechos de las mujeres se extendieron por todo el país, generalmente gatilladas desde los campus universitarios y en la zona del Kurdistán.
Zeinab y millones de iraníes, sin embargo, dudan de los objetivos de la rebelión femenina y apoyan la forma en que el gobierno de Jamenei la ha reprimido, con muertes y detenciones masivas.
En este último sentido, ha habido variadas denuncias de agresiones sexuales de parte de la policía en contra de las manifestantes, a quienes no solo se les golpea, sino que se le realizan tocaciones con la excusa de detenerlas.
En dos videos recientemente verificados por la BBC, varios agentes de seguridad caen en esta práctica.
La policía iraí afirmó hace poco que que los vídeos que circulan por redes sociales son un “chantaje” para “perturbar” a la opinión pública.
Amnistía Internacional ya documentó el pasado 28 de septiembre agresiones sexuales y otros tipos de violencia de género por parte de las fuerzas de seguridad. En este sentido, la ONG asegura que los agentes agarran del pecho a las mujeres y las tiran violentamente del cabello.
Muchas de las detenciones son realizadas, además, por personal vestido de civil y de manera nocturna en los domicilios de los o las eventuales manifestantes.
La denuncia más grave, sin embargo, fue realizada ayer por la cadena estadounidense CNN, mediante un reportaje en el que recoge testimonios de mujeres que fueron abusadas, violadas, en centros de detención. Al respecto, una mujer kurda que se identificó con el nombre de Hana para proteger su seguridad, dijo que ella fue tanto víctima como testigo de estos abusos. “Nabía niñas que fueron asaltadas sexualmente y luego eran enviadas a otras ciudades. Ellas están asustadas de hablar de estas cosas”, explicó.
El caso más grave es de Armita Abbasi, una joven de 20 años de la ciudad de Karaj (a 42 k de Teherán), antes del levantamiento popular, ya tenía una actitud contestaria contra las normas islámicas: usaba el pelo teñido de colores, lentes de contacto y utilizaba vestuario bastante lejano del hijab, con los que subía videos a las redes sociales.
Apenas comenzaron las protestas, ella fue detenida en su departamento y la acusaron de almacenar 20 bombas mólotov. Varias cuentas de Instagram afirmaron que ella fue violada y torturada en prisión, por lo que llegó en estado de shock, temblando y rapada, al Hospital Imam Alí, con evidentes lesiones de ultraje, las que fueron confirmadas para CNN, aunque con reserva de identidad, por parte del personal del recinto.
Los hombres de civil, no identificados, que la llevaron al recinto dijeron que los signos de violación y sodomización eran el producto de acciones previas a su detención.
Una declaración posterior del gobierno iraní sostuvo que Armita había sufrido problemas digestivos. Actualmente ella continúa detenida en la prisión de Fardis.