Ciclo negativo para el mundo: ¿puede empeorar?
Es preocupante, en una perspectiva de largo plazo, la incompetencia política en el manejo de problemas del mundo desarrollado.
micamente activa, con efectos directos en la viabilidad financiera de los sistemas de pensiones que no son de capitalización individual y en el crecimiento y, por otra parte, una significativa reducción en el crecimiento de la productividad, con un impacto negativo directo sobre el crecimiento y las remuneraciones. Este es un tópico de activa discusión académica, con visiones que se mueven entre el extremo de que este sería un fenómeno más bien estructural y permanente, hasta otras que lo explican como parte de un ciclo temporal. Si bien la debilidad de estas economías podría llevarlas a una situación recesiva en cualquier momento, lo más preocupante es la posibilidad de que los desequilibrios de China provoquen en algún plazo una desaceleración más abrupta y significativa y, eventualmente, una recesión que se transmitiría rápidamente al resto del mundo. Si bien sobre esto es poco lo que se puede hacer, salvo esperar que China no enfrente una crisis o que tenga la capacidad de resolverla con rapidez.
Con todo, es mucho más preocupante, en una perspectiva de mediano y largo plazo, la incompetencia política en el manejo de los problemas del mundo desarrollado. Esencialmente todos los países de esta categoría, incluyendo EEUU, Europa y Japón, es decir, más del 40% del PIB mundial, han estado cargándoles la responsabilidad de arre- glar los problemas estructurales que enfrentan a los bancos centrales, cuyas políticas híper expansivas son completamente inútiles para resolver este tipo de problemas y, no cabe duda, están creando otros que en algún momento aparecerán sumándose a los existentes. nos como el del Frente Nacional en Francia, Podemos en España o el Movimiento 5 Estrellas en Italia, pero también movimientos separatistas, muchos de ellos de larga data, pero que han recibido un impulso renovado en el ambiente actual. Así, nos encontramos con movimientos secesionistas en España (Cataluña), en Gran Bretaña (Escocia y el Brexit) y el norte de Italia. En Hungría y Polonia, por otro lado, ya gobiernan partidos claramente xenófobos, nacionalistas e incómodos con la democracia. Siendo preocupante, además, lo que se observa en Holanda, Austria y otros países.
Las campañas por obtener las nominaciones demócrata y republicana para las elecciones presidenciales son una señal elocuente de que la infección pasó de Europa a EEUU. Tanto Bernie Sanders como Donald Trump explotan los temores de vastos segmentos de la población para hacerse con la candidatura de sus respectivos partidos. En particular, que la de Trump sea, a estas alturas, imparable, da cuenta de lo grave de la situación. Lo peor es que, al igual que en los casos de Hitler y Mussolini en su momento, estos demagogos explotan situaciones reales en su beneficio: la pobreza, el abuso, el nulo avance de la clase media en los últimos 30 años, afectada por la globalización y el cambio tecnológico, el temor a lo desconocido, agitando el odio contra los musulmanes y promoviendo políticas, como el proteccionismo y el aislacionismo, que siempre han estado latentes en la política exterior estadounidense. De hacerse realidad este tipo de políticas, en un plazo no muy largo provocarán consecuencias muy negativas para todos los países. La falta de liderazgo en el mundo desarrollado se ha replicado en América Latina con un sabor típicamente local: populismo y demagogia, de los cuales no hemos estado exentos en Chile, pero eso es tema para otra columna.