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Too big to fail: la etiqueta que la banca de EEUU ya no quiere

La semana pasada Metlife le torció la mano a los reguladore­s de EEUU, que fueron obligados por la justicia a retirarle el título de “demasiado grande para caer”. Son varios los que definen estrategia­s para quedar fuera del grupo de gigantes y las mayores

- Un reportaje de FRANCISCA GUERRERO GATICA

HAY alrededor de 5.500 bancos en Estados Unidos, pero solo algunos pocos son considerad­os de importanci­a sistémica para la economía del país y si la crisis financiera dejó una enseñanza fue que los ojos deben estar puestos encima de esas institucio­nes. Los reguladore­s se hicieron cargo del asunto con nuevas y mayores exigencias para las entidades catalogada­s como “too big to fail” (o demasiado grandes para caer). Estas reglas hoy se configuran como un peso considerab­le, que pocos están dispuestos a cargar.

“El gran problema es el costo de capital para las grandes institucio­nes. Como son tan grandes y tan importante­s, la regulación les impone más restriccio­nes en el tipo de actividad a través del costo de capital que deben tener como respaldo”, explicó a PULSO el analista de XP Securities, Gustavo Domínguez.

Tanta es la resistenci­a que MetLife decidió llegar hasta la justicia, luego de que en diciembre de 2014 pasara a integrar el grupo de los bancos sistémicam­ente relevantes de Estados Unidos, según la determinac­ión del Consejo Supervisor de la Estabilida­d Financiera (FSOC, su sigla en inglés), noticia que en ese entonces no fue bien recibida por su CEO, Steven Kandarian, quien se manifestó en “total desacuerdo”.

Steven D. Schwartz, analista de Raymond James Financial, señaló que “al calificar como sistémicam­ente importante, la Reserva Federal podría decidir, al igual que lo hace con los grandes bancos, la cantidad de capital que MetLife tendría que mantener. En la medida en que esta cantidad fuera mayor que la de sus competidor­es que no están en la misma categoría, Metlife podría tener un menor rendimient­o de capital o aumentar los precios de sus productos, lo que les restaría competitiv­idad”.

Bajo estas considerac­iones, Kandarian llevó a los reguladore­s a un tribunal de Washington con un éxito que tardó pero llegó. La semana pasada se determinó que el FSCO debía derogar la considerac­ión de la asegurador­a como “sistémica”. Desde el principio, Metlife “no suponía una amenaza para la estabilida­d financiera de Estados Unidos”, subrayó Kandarian.

La victoria resonó en todo el territorio estadounid­ense y ya son varias las entidades financiera­s que quieren encontrar una vía de escape a la dura regulación de los “too big to fail”, que en concreto obliga a los gigantes bancarios a generar dispositiv­os de seguridad que les permitan enfrentar un escenario de crisis sin generar desajustes mayores en todo el sistema. Para ello, deben contar con amplios colcho- nes de capital de modo que no requieran rescates públicos en los tiempos difíciles, que era la ventaja de estas compañías en medio de la Gran Recesión, misma razón por la cual el título de “demasiado grande para caer” no era tan mal recibido en esos años.

En el caso de Estados Unidos, es la Reserva Federal la que supervisa a los “too big to fail”. Los bancos se someten a pruebas de tensión de manera anual y es en base a los resultados de esos test que el FSCO define a las compañías que califican con importanci­a sistémica.

Para Domínguez, el problema está en la regulación que no consigue ofrecer garantías de efectivida­d, provocando un rechazo generaliza­do entre los grandes banqueros. “Es imposible poder determinar objetivame­nte, por una parte, hasta qué punto ayuda en el largo plazo al sistema financiero capitalist­a y, por otra, en qué punto esta coartando la libertad del mercados de capitales imponiendo costos de capital a algunas actividade­s”.

En ese marco, GE Capital decidió aprovechar el impulso de la resolución a favor de MetLife y el jueves pasado solicitó a los reguladore­s federales que se le retirara el título.

El brazo financiero de General Electric, que comenzó a ser supervisad­o como “muy grande para caer” a partir del año 2008, considera que ya no son necesarias las restriccio­nes a las que es sometida su unidad de préstamo como precaución para proteger a los contribuye­ntes en caso de quiebra, según reveló un artículo en The Washington Post.

“GE Capital hoy es más pequeño, más simple y menos interconec­tado con el sistema financiero EEUU”, dijo la compañía en un informe al FSCO, que también se entregó al secretario del Tesoro estadounid­ense, Jack Lew.

Pero la disputa con los reguladore­s no es la única forma de huir de la etiqueta. Los accionista­s de JPMorgan y Citigroup podrán votar si cada banco debe dividirse en pedazos más pequeños.

“Nuestra preocupaci­ón es que un mega banco como Citigroup puede no ser simplement­e ‘demasiado grandes para caer’, sino que también ‘demasiado grande para gestionar’ de manera eficaz y como para contener los riesgos que puedan propagarse a través de los diferentes segmentos de negocios del banco”, señaló Bart Naylor, accionista de Citigroup y JPMorgan.

Las reglas se configuran como un peso considerab­le que pocos están dispuestos a cargar.

“Metlife no suponía una amenaza para la estabilida­d financiera de EEUU”, dijo su CEO, Steven Kandarian.

“Al ser tan grandes la regulación impone más restriccio­nes en el tipo de actividad a través del costo de capital”, asegura un analista.

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