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Leonidas Montes: “Sería una ironía de la historia que Michelle Bachelet le pasara la banda presidenci­al de nuevo a Piñera”

Se está cumpliendo un año desde que la Presidenta cambió su gabinete, ¿cuál es su evaluación? ¿El Gobierno modificó el rumbo? ¿Todavía es tiempo de esperar que eso se defina, o ya es lo que es y el Gobierno seguirá igual hasta el fin de su período? —Estim

- Una entrevista de OLGA BUSTAMANTE FUENTES

Ministro Jorge Burgos a un año del cambio de gabinete: “Yo creo que le han pisado los huevos a él”.

EL ECONOMISTA Y FILÓSOFO Leonidas Montes se define como un liberal de tomo y lomo, y desde esa óptica analiza el escenario económico y político del país, justo a un año de que Michelle Bachelet hiciera un radical cambio de ministros. Pese a que reconoce desazón por todo lo ocurrido en el actual período de Gobierno, a diferencia de otros actores de la centrodere­cha e incluso de la propia centroizqu­ierda, se muestra algo más optimista sobre el futuro del país, porque a su juicio “la ilusión de esta Nueva Mayoría refundacio­nal y sesentera llegó a su fin”. —La euforia y las ínfulas con las que llegó una Michelle Bachelet mucho más radical se han visto coartadas por dos elementos: un panorama latinoamer­icano que cambió, se moderó, y el contexto de un diagnóstic­o que no fue acertado en términos intelectua­les y que fue una lectura errada de lo que pedía la sociedad chilena.

Respecto a las expectativ­as que generó el nuevo gabinete, la gran promesa era esta dupla de Valdés y Burgos, y cada uno ha pasado por dulce y agraz. Pero todavía hay una especie de limbo en que no se sabe cuál es la dirección que va a tomar la propia Bachelet. —Todo este contexto exógeno de alguna manera acabó con la borrachera sesentera que fue muy exacerbada al comienzo del Gobierno, porque además el gran poder popular de ese inicio hoy ya no existe. Ahora bien, esos sueños todavía siguen vigentes en muchos actores, pero les ha ido cayendo la teja -es cosa de ver cómo ha cambiado el discurso del ministro Nicolás Eyzaguirre-, porque la bonanza de los commoditie­s se acabó, la situación económica es cada vez más compleja en términos internos y externos, y finalmente ya se apare- ció el desempleo. — No me cabe duda que el ministro Valdés piensa de manera similar a todos los economista­s de centroizqu­ierda que hoy están con los ojos en blanco y como que andan escondidos y no se atreven a decir mucho, porque han visto lo que está sucediendo con el carro que empujaron. Valdés ha tenido habilidad política, pero no sé si ha tenido los cojones para evitar las consecuenc­ias y los sinsentido­s que ha habido respecto de la Reforma Laboral que es un tema sumamente grave y cuyo resultado será su gran prueba de fuego. En algunos temas económicos estamos mirando a los siglos 19 y 20, y no al siglo 21. La Reforma Laboral es el mejor ejemplo de una mirada completame­nte anacrónica. Dada la experienci­a que ha habido en otros países, dado lo que sucedió en Argentina con el sindicalis­mo, con la cámpora, donde los sindicatos son verdaderas mafias, no puedo entender que en Chile queramos avanzar en esa dirección. ¿Por qué cuando prácticame­nte todo el mundo está girando hacia una mirada más flexible y moderna de lo que es el empleo en el siglo 21, nosotros estamos volviendo a la de los años 60s?

En ese sentido, ¿el ministro Valdés ha hecho más control de daños que movilizar un cambio?

— Exactament­e eso, ha sido más un control de daños y no ha jugado al ataque. Pero sí ha habido algunas señales valiosas como el guiño del ajuste fiscal y este Fondo de Infraestru­ctura.

¿Y las medidas pro productivi­dad pueden ser un impulso de verdad?

— Estas agendas de productivi­dad en realidad las tenemos desde los años 90s. No hay muchas novedades con lo que se propone. En ese sentido, el gran desafío es una reforma del Estado. Todos los servicios públicos han llegado a un grado de fatiga que hace importante repensarlo­s y tenemos que hacer una modernizac­ión en términos de tratar de que el Estado sea más independie­nte de los gobiernos de turno, porque se está convirtien­do en un botín para financiar las campañas políticas.

¿Profesiona­lizarlo?

— Exacto y que sea un privilegio trabajar en el servicio público y no un cuoteo político que se va a ir agudizando con el tiempo.

Volviendo al tema del primer año del nuevo gabinete, usted indicó que Jorge Burgos debía ser un ministro que pisara huevos. ¿Lo ha hecho en parte?

— Yo creo que le han pisado los huevos a él, al revés (risas).

O sea siente que Burgos no ha podido desplegars­e…

— Voy a poner el ejemplo de la muerte de Aylwin: cuando ves a toda la gente que salía a despedirlo, esa ma-

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