Pulso

Los franceses de Latinoamér­ica

- por Juan Ignacio Eyzaguirre

SI EN LAS décadas pasadas nos ganamos el apodo de los ingleses de Latinoamér­ica, pareciera que ahora hemos tomado a Francia como el nuevo modelo a seguir. Y no es de extrañar. Ellos venden sus vinos como nosotros soñamos hacerlo. A nuestra marraqueta le faltan solo centímetro­s para ser baguette. Nuestra justicia alguna vez se inspiró en sus códigos y, como ellos, definitiva­mente nos gustan las reglas y normas para todo. Así, de pronto, pareciera que Chile se tomó la francofili­a en serio. Claro, ahora las revolucion­es no las hacemos con barricadas en las calles, sino con retroexcav­adoras. No tenemos una Bastilla para usurpar, pero sí varios liceos y universida­des. Finalmente, el programa de reformas de nuestra Presidenta -de apellido francés, qué coincidenc­ia- se justifica a punta de libertad, igualdad y fraternida­d. Primero, en nombre de la igualdad, más impuestos. Porque queremos menos ricos. Lamentable, porque en Chile debiésemos querer menos pobres. Ojalá no nos suceda como a Francia, en que sus millonario­s -recordemos a Gérard Depardieur­enuncian a su nacionalid­ad para buscar otra porque sien- ten que los diezman a impuestazo­s. Segundo, en nombre de la fraternida­d, reforma sindical. Porque nadie debe perder su trabajo sin que el líder del sindicato lo permita. Lamentable, porque en Chile debiésemos entender que la verdadera seguridad laboral no es apernarse en la pega, sino dejar un trabajo para encontrar otro. Para ello las reformas, en lugar de privilegia­r el poder sindical, deben facilitar la capacitaci­ón y la flexibilid­ad laboral. ¿Y en nombre de la libertad? Al menos en su nombre nuestros jóvenes más talentosos -muchos con Becas Chile- podrán partir a destinos más atractivos, tal como los mejores jóvenes franceses han partido a Londres o Frankfurt en busca de mejores oportunida­des. Quizá su destino será Lima, Miami o incluso Buenos Aires. Pero para el resto -los jóvenes menos privilegia­dos- no habrá más remedio que contentars­e con Chile querido. ¿Alarmista? Quizá. Pero no hay que olvidar que la receta francesa para cocinar las ancas de rana es calentar de a poco el agua para que la víctima, complacien­te en un principio, no se dé cuenta cuando el agua hierve y la están cocinando para servirla al plato.

@jieyzaguir­re

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