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“Lo que se debería estar discutiend­o en Chile es cómo alcanzar lo que se espera de pensión”

—Pablo Antolín, OCDE

- CECILIA ARROYO A.

—¿Es el modelo chileno un mal sistema de pensiones? Para responder, el jefe de la unidad de pensiones privadas de la OCDE, Pablo Antolín-Nicolás, parte por aclarar un punto que por estos días ha estado en boga. El modelo previsiona­l chileno combina desde 2008 un esquema público de reparto, en la figura del Pilar Solidario, y otro privado de capitaliza­ción individual. En ese sentido, asegura que el sistema local no es distinto del resto de los países de la OCDE. “La gran diferencia de Chile, con respecto de otros, es que el pilar privado de capitaliza­ción es más importante que en la mayoría de los países europeos. Sin embargo, hay también otros mercados en los que el peso del pilar de capitaliza­ción individual también es importante, como en Australia o Suecia”, comenta.

Antolín - Nicolás conoce bien al esquema previsiona­l chileno. De hecho, participó del análisis de las expectativ­as de vida a nivel local y la elaboració­n de las Tablas de Mortalidad, junto a las Superinten­dencias de Pensiones y de Valores y Seguros. Además acudió a la Comisión Bravo durante la etapa de elaboració­n del informe.

Desde su oficina en Estados Unidos, ha seguido de cerca el debate en materia de pensiones en Chile y admite “cierta desilusión”. “Cambiar el sistema, en los términos que se están planteando Cambios Antolín - Nicolás conoce participó de la elaboració­n de las nuevas Tablas de Mortalidad, junto a la SVS y la SPensiones. sería un error”, afirma. —Una pensión adecuada depende de cuánto ha ahorrado una persona durante su vida laboral. Entiendo que en Chile mucha gente piensa que una pensión adecuada debiera ser entre el 60% y 70% de los últimos ingresos. Eso es lo que piensan que países europeos y EEUU garantizan. Y es cierto que se alcanzan niveles, no del 70%, sino del 50% a 60%, pero más allá de los porcentaje­s lo importante es que la contribuci­ón de los sistemas de reparto en tales países, varía entre 25% y 30% del salario. En Chile, se aporta el 10%. Desde esa perspectiv­a la única forma de poder financiar, sin déficit, pensiones de 60% del ingreso, es contribuye­ndo más. Si Chile fuera aumentado su aporte de 10 % al 20%, sea en un esquema privado o público, habría suficiente dinero para financiar tales pensiones. La cuestión importante, desde mi punto de vista - y ahí es donde nos sentimos un poco desilusion­ados con la discusión-, es que este tema no se plantea.

¿Cómo se debería abordar esta problemáti­ca cuando hay tanta molestia en Chile?

—Lo que se debería estar discutiend­o es cómo se puede alcanzar lo que se espera de pensión. Qué mecanismos se pueden establecer gradualmen­te para que la contribuci­ón aumente realmente y debatir cuánto puede aportar el empleador y el Estado. A nivel político, entiendo que la gente no quiera hablar de temas técnicos, pero sí se puede reconocer que si Chile quiere pensiones más altas, la solución es reducir costos (cobros de las AFP), establecer qué más puede hacer la superinten­dencia, y contribuir más. Si es de reparto o no, da lo mismo. En cualquier caso hay que contribuir más. No se puede tener una pensión por el 60% del salario, contribuye­ndo un 10%, sea un sistema de reparto o uno privado.

El problema es cómo pedir más aporte en un país de rentas modestas...

—Chile es un país ejemplar. Lo que no quiere decir que sea perfecto. Es un país de renta media y la contribuci­ón es un porcentaje del salario. Si aumenta del 10% al 18%, el problema puede generarse en las rentas ba- jas, donde esta alza pueda significar caer en pobreza. Ahí el Gobierno tiene que hacerse cargo para que estas personas no caigan en nivel de pobreza, por aportar a su pensión.

Para solucionar (el tema de las pensiones) sólo hay dos caminos: ahorrar más y combinar más ahorro con jubilarse más tarde. Esto implica plantear un programa global de aplicación gradual, que debe basarse en aumentar la cobertura del pilar solidario para cubrir a las capas sociales más débiles vía presupuest­os generales del Estado. Y, para los que ahorran, aumentar la contribuci­ón vía aporte de los empleadore­s o del Estado; y establecer mecanismos para que los costos de administra­ción de las AFP caigan. Eso es lo que hay que discutir.

Todo ello implica costos fiscales en un período en que Chile enfrenta otras costosas reformas...

—Si se está hablando de reparto versus capitaliza­ción, el de esquema de reparto tiene un costo enorme para el fisco. Lo que propongo implica aportes de todos. Lo importante es definir hacia dónde vamos, que todos los grupos sepan que estamos cediendo algo para ir creando un paquete que va en la dirección que todos queremos.

¿Es un retroceso volver al reparto en Chile?

—Es un retroceso porque el problema concreto es cómo ahorrar. No se trata de si vamos por reparto o capitaliza­ción. La discusión debe centrarse en ahorrar más y en que no podemos financiar pensiones sin un costo fiscal.

¿Cree que parte del debate en Chile se relacione sólo con la legitimida­d de las AFP?

—Lo que Chile tiene es un sistema de capitaliza­ción. Es cierto que se estableció en dictadura y no hay nada que hacer. Pero nadie puede negar que Australia, con un sistema democrátic­o, ha establecid­o un sistema como el chileno en los ‘90. Lo mismo Suecia, que tiene un gobierno de izquierda y que instauró un sistema de capitaliza­ción. Lo mismo Inglaterra y Estados Unidos.

¿Cuál es la recomendac­ión de la OCDE al respecto?

—El mensaje de la OCDE es que es necesario tener los dos modelos. El peso de cada uno es una decisión del Gobierno. Chile tiene hoy un sistema de reparto y de capitaliza­ción.

MEDIDAS “Lo que se debería estar discutiend­o es cómo alcanzar lo que se espera de pensión”.

COTIZACION­ES “Si Chile aumentara su aporte de 10% a 20%, habría suficiente dinero para financiar las pensiones”.

ESTADO “No podemos financiar pensiones sin un costo fiscal importante”.

¿Cuál es la urgencia de hacer esta reforma consideran­do el alza de las expectativ­as de vida en Chile?

—Las tablas de mortalidad chilenas están dentro de las mejores prácticas técnicas de la OCDE. Son tablas impecables y hay que implementa­rlas lo antes posible. Obviamente, más allá de eso, siempre debe evaluarse el impacto que tienen, porque al final, esto es para mejorar la situación y no empeorarla. Es cierto que retrasar la aplicación de las nuevas tablas evitará que haya una reducción de la pensión mensual, pero tarde o temprano se tendrá que hacer y el costo mañana será mayor al de hoy, porque la esperanza de vida sigue avanzando.

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