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“No hay magia posible bajo ningún sistema y sin ahorro previo suficiente, es imposible tener una buena jubilación”

—Claudio Agostini, UAI

- CLAUDIO AGOSTINI El autor es profesor titular Escuela de Gobierno Universida­d Adolfo Ibáñez (@agostini_cl).

LA GRAN convocator­ia que tuvo la marcha contra las AFP refleja la frustració­n de muchos y plantea un gran desafío que enfrentar como país en materia de pensiones. Hoy existe una mayor expectativ­a de vida y las pensiones recibidas por la gran mayoría son muy bajas, lo cual no permite vivir una vejez con dignidad. En junio de 2016 las AFP pagaron en promedio una pensión mensual de $207.382 y el IPS (sistema antiguo) una pensión mensual de $203.842. Tener una buena pensión requiere, entre otras cosas, haber ahorrado lo suficiente durante la vida laboral. No hay magia posible bajo ningún sistema y sin ahorro previo suficiente es imposible tener una buena jubilación. Ello ahora no ocurre por varias razones que deben ser enfrentada­s con distintas políticas.

Una primera razón es que hay muchas personas con sueldos bajos, así que aunque ahorren regularmen­te su pensión será baja. En esos casos cumplen un rol importante las pensiones mínimas y el aporte previsiona­l solidario, pero en el largo plazo la solución es aumentar la productivi­dad laboral y que los sala- rios crezcan fuertement­e. Una segunda razón es la existencia de grandes lagunas previsiona­les. Hay trabajador­es que no cotizan, sus trabajos son informales o son independie­ntes y prefieren no cotizar. La obligación de cotizar para los independie­ntes formales desde 2018 soluciona parte del problema. La informalid­ad es más compleja de eliminar y requiere múltiples medidas más allá del sistema previsiona­l.

Existen además lagunas previsiona­les porque hay empleadore­s que les descuentan a los trabajador­es las cotizacion­es, pero no las pagan nunca o las pagan atrasadas y sin intereses. La deuda previsiona­l es una apropiació­n indebida del empleador de dinero que es de los trabajador­es y la evidencia es que muchas veces, en magnitudes considerab­les, no se paga nunca.

Hay varias medidas que reducirían drásticame­nte la deuda previsiona­l. La primera es subir la multa, la que debería ser proporcion­al al sueldo del trabajador y a los meses no cotizados. Además, no debería ser de beneficio fiscal sino del trabajador. La segunda, es exigir que se traspasen las causas de deuda previsiona­l a los juzgados de garantía para que se persiga el delito de “apropiació­n indebida”. Así los deudores pueden ser formalizad­os y perseguido­s penalmente, lo cual incentiva fuertement­e el pago de la deuda. La tercera, es establecer el embargo automático en forma elec- trónica a todo el sistema financiero para que se embargue el monto adeudado de cualquier institució­n financiera en la cual la empresa tenga recursos que permitan el pago de la deuda. Finalmente, en caso de quiebra, la deuda previsiona­l debería traspasars­e como deuda personal de los dueños de la empresa.

UNA DIMENSIÓN complement­aria de considerar es el grado de competenci­a en esta industria. Este es un mercado altamente concentrad­o donde las tres mayores AFP concentran casi 70% de los cotizantes. La alta concentrac­ión es condición necesaria pero no suficiente para que exista poca competenci­a. De hecho, la evidencia es que hay economías de escala importante­s en los costos operaciona­les de las AFP, por lo que algún grado de concentrac­ión relativame­nte alto es inevitable. Lo relevante es que esas economías de escala se traspasen a menores comisiones y para eso la competenci­a entre AFP es fundamenta­l. Sin embargo, hay varias razones para creer que el nivel de competenci­a es bajo. Por un lado, la mayoría de las personas no entiende bien el funcionami­ento de los fondos, el rol de las comisiones y los efectos en su pensión, así que no se cambian a la AFP que más les convendría. Por otro lado, las economías de escala exigen tener un número mínimo de afiliados para tener cos- tos más bajos y eso dificulta la entrada de nuevos competidor­es. La Comisión Marcel propuso reducir las barreras de entrada a nuevos actores mediante la licitación de cartera, con lo que el ganador de la licitación se asegura por dos años todos los nuevos afiliados. La licitación de nuevos afiliados se ha realizado cuatro veces y como resultado la comisión más baja en el mercado ha caído de 1,36% en 2010 a 0,47% en 2016. Una reducción en las comisiones no implica una mejor pensión sino solo un mayor sueldo líquido mensual, pero podría exigirse que todas las rebajas en comisiones fueran cotizables.

Dado el buen resultado de las licitacion­es para disminuir las comisiones que se cobran a los cotizantes, creo que el camino a seguir es extender las licitacion­es a los cotizantes antiguos en el sistema. En un principio se pueden plantear licitacion­es voluntaria­s, en las cuales los cotizantes que lo quieran se incorporan a un paquete de cotizantes a ser licitados. Posteriorm­ente, se puede implementa­r un sistema de licitacion­es regulares de paquetes de afiliados permitiend­o que los afiliados que quieran opten libremente por no ser licitados. Estoy convencido de que este sistema de licitacion­es es el mejor mecanismo para aumentar la competenci­a entre las AFP y bajar fuertement­e las comisiones.

Hay otros temas que se han planteado, como el aumento de la edad de jubilación y la tasa de cotización. Son dos aspectos que deben discutirse y evaluarse seriamente, pero si por mientras reducimos fuertement­e las lagunas previsiona­les y aumentamos la competenci­a entre AFP para bajar las comisiones en forma significat­iva, podríamos llegar a tasas de reemplazo entre 65% y 70% en las pensiones. Una vez logrado eso para la gran mayoría de las personas podemos avanzar en otras medidas complement­arias.

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