Educación técnico profesional y universidades,
LA ALTÍSIMA cobertura de la educación media en Chile ha significado una demanda creciente de formación post secundaria o superior. Lo que hasta principios de los 80 era una alternativa restringida a pocos, se fue abriendo a muchos, aunque a juicio de hoy, se hizo fundamentalmente con una distorsión responsable de frustraciones. En efecto, el sueño de la educación superior se canalizó en un principio fuertemente por la vía universitaria, una vía válida por cierto, que requería mayor cobertura, pero que no debió considerarse la principal. Es que al privilegiarse la educación universitaria, se hizo en desmedro de la educación técnico profesional. El histórico menor financiamiento a los alumnos del sector TP, el nulo apoyo al financiamiento de las instituciones TP, se coronó en 2016 con la exclusión de la gratuidad de los estudiantes de instituciones TP de reconocida alta calidad, en un contexto en el que ella sí alcanza a estudiantes de universidades masivas, que no usan siquiera un sistema de selección que prediga retención o éxito académico. Aun cuando el diagnóstico está claro, no lo ha estado la política. El futuro de la educación superior en Chile solo podrá ser sostenible si provee calidad sin exclusión. Calidad sin exclusión requiere visualizar al sistema universitario y TP integrados, generando los técnicos y profesionales que el país requiere. Y ello, a su vez, precisa de una mirada diferente a la que se le ha dado a la educación TP. Debe entenderse que de la educación TP han de egresar alumnos que trabajarán en un ámbito diferente, complementario al de los universitarios. En una analogía ampliamente entendible, la enfermera no es una médico de baja categoría; como tampoco lo es el técnico en construcción respecto del ingeniero civil. La eficiencia de las médicos depende de la existencia de las enfermeras, y levantar un edificio se hace mejor con ingenieros civiles trabajando con técnicos en construcción y con obreros. Pero el papel de los técnicos y profesionales aplicados no queda en su rol complementario al de profesionales universitarios. Este va más allá, y debería significar un salto enorme en la productividad, ya ellos son los llamados a realizar una función integral en la pequeña y mediana empresa, la que genera la mayor parte del empleo y que lo seguirá haciendo.