Mitos sobre el sistema de pensiones chileno
Se ha dado una buena oportunidad para que más gente se eduque respecto de los sistemas de jubilaciones en Chile y en el mundo. El punto es enfocar bien esta discusión.
La magia no existe y el sistema de pensiones no es una excepción. En eso estuvo muy certero esta semana el ministro Rodrigo Valdés.
LA DISCUSIÓN respecto del sistema previsional chileno y cómo mejorar las pensiones se impuso en la agenda. Esta vez con más fuerza que en otros momentos, situación que si es bien manejada y sin caer en populismos, puede resultar incluso muy beneficiosa para el país. Esto porque la desinformación respecto del sistema atraviesa casi todos los segmentos socioeconómicos, lo que se refleja en una serie de mitos e ignorancia respecto de una materia tan relevante para las personas, como es el financiamiento para la vejez. Entonces, el que haya miles de personas dispuestas a ir a las calles un día domingo a protestar por sus pensiones es, sin duda, un avance respecto de lo que teníamos hasta ahora.
Es cierto que se ha visto una serie de propuestas que son retrógradas y que solo generarían el endeudamiento de las generaciones futuras, como sería volver a un sistema de reparto. O que se vuelva a ideas que simplemente son para “calmar las presiones”, pero que no ayudan en nada a elevar las pensiones, como la creación de una AFP estatal. No obstante, también es verdad que está siendo ya la oportunidad de abordar con datos, sin ideología, la discusión.
Los mitos tienen que contrastarse con los números, pero siempre teniendo en cuenta algo fundamental. La magia no existe, solo la ilusión. Y en eso el ministro Rodrigo Valdés ha estado muy sólido esta semana, a diferencia -por ejemplo- del titular de Defensa, José Antonio Gómez, la semana anterior.
Entre los principales mitos respecto del sistema de pensiones figura que las AFP “le roban” a la gente, porque son caras, ganan aunque la rentabilidad sea negativa y “sale menos de lo que entra”. Lo primero es decir que nunca se ha perdido un peso de los afiliados en este sistema. Segundo, técnicamente, las AFP se encuentran entre las alternativas -con su nivel de diversificación- más baratas a la hora de invertir. Equivalente a menos del 0,5% del total de los fondos administrados. Algo así como la mitad de lo que cobran los fondos mutuos con características similares. Tercero, existe algo que se llama el encaje, que busca que las AFP inviertan un porcentaje de su capital tal como lo tienen en los multifondos, para que los incentivos estén alineados. Es cierto que se puede hacer algo más en este punto. Cuarto, cerca del 70% de los fondos existentes son generados por la rentabilidad lograda por las administradoras.
Pero el tema de fondo es que las pensiones son paupérrimas. En promedio, por debajo del sueldo mínimo. Nadie podría rebatir eso. Aunque esa verdad tiene varios reparos, como por ejemplo que existe un porcentaje elevado de afiliados que tiene lagunas previsionales o que subcotizó durante algunos años de su vida laboral. Además, es necesario entender que es imposible que las pensiones se acerquen a los últimos sueldos percibidos, sino que sean más bien algo por debajo del promedio de los ingresos de la vida laboral de la persona.