Pulso

De acierto a boomerang,

- por Marily Lüders

HACE UNOS días el ya irritado ambiente electoral norteameri­cano se incendió con una frase muy confusa del candidato Donald Trump, que algunos interpreta­ron como abrir la puerta a un ataque armado a su rival Hillary Clinton. Sus palabras abrieron un interesant­e debate en EEUU sobre el alcance que pueden tener las declaracio­nes públicas por parte de personas influyente­s. Se trata de una discusión sumamente compleja, ya que cuestiona las responsabi­lidades de los que hablan, de los ciudadanos que escuchan y también de los medios de comunicaci­ón, pero indispensa­ble en espacios como el nuestro, en que la crispación empieza a entorpecer la capacidad de diálogo. Se entiende que autoridade­s, candidatos y líderes deben diseñar sus mensajes de manera que sean eficientes a los fines que se proponen y que muchas veces deben dejar de lado detalles y mantener espacios abiertos a negociació­n. Pero otra cosa es apostar a una línea de comunicaci­ón confusa que permita ir ajustando a futuro el plan. Lo primero permite dejar un espacio a la buena política, la de los acuerdos, y la segunda es una olla a presión de expectativ­as frustradas y pasadas de cuenta al interior de las coalicione­s. Un buen resumen lo hizo en CNN el ex director de la CIA Michael Hayden a propósito del comentario de Trump: “Cuando llegas a cierto nivel, ya no eres solamente responsabl­e de lo que dices, eres responsabl­e de lo que las personas escuchan”. Los personajes públicos con experienci­a son exitosos precisamen­te porque saben cómo serán interpreta­das sus palabras. Hoy estamos pagando el costo de anuncios o promesas tipo “educación gratis para todos” o la idea de una nueva Constituci­ón sin método definido ni un temario a discutir. El legado de estas frases abiertas lo estamos viendo un par de años más tarde, con una agenda que va sumando temas sin ir cerrando los anteriores. El “no+AFP” que han levantado algunos en las últimas semanas traerá sin duda consecuenc­ias no ahora, sino que en un tiempo más, cuando las tres palabras al voleo sumen rechazo o peor aún, desinterés en los que se vayan jubilando. De cara a una elección presidenci­al que ya se está empezando a delinear, es importante estar atentos al impacto que la inquietant­e ambigüedad de los mensajes políticos ha generado en nuestro país.

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