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- —por ALBERTO LÓPEZ-HERMIDA— Académico Universida­d de los Andes @albertoped­ro

LA ENCUESTA CEP dejó en evidencia la peor crisis de confianza y desafecció­n política e institucio­nal del último cuarto de siglo en Chile. Sin embargo, hay que entender que un sondeo de opinión mide síntomas y permite, junto a otras herramient­as, obtener un diagnóstic­o más o menos acabado del estado de salud, en este caso, de un país. Si hay algo más importante que la prescripci­ón que puedan entregarno­s los expertos y sus instrument­os, es la reacción que frente a ella tiene el paciente. Y en este punto, la reacción de Michelle Bachelet debería encender todas las alarmas. Si a Sebastián Piñera se lo criticaba por gobernar en base a sondeos de opinión, la actual mandataria abraza con fuerza el error opuesto: no toma en cuenta lo que los chilenos le dicen por medio de Cadem semanalmen­te, de Adimark mensualmen­te y del CEP semestralm­ente. Aunque parezca cosmético, incluso el modo de enfrentars­e por primera vez al diagnóstic­o es alarmante. Y es que en la línea del “paso” dicho en campaña y tal como el “me enteré por la prensa” esgrimido por Caval, Bachelet en esta oportunida­d se excusó llegando a Coquimbo de no referirse en pro- fundo a las cifras de la CEP pues “veníamos volando cuando salió”. No hay asesores, no hay celulares, no hay internet, no hay ningún tipo de comunicaci­ón para la primera autoridad del país cuando está lejos de La Moneda. Ahora bien, si las formas preocupan, el fondo debería estremecer. “Vamos a seguir trabajando con mucha fuerza para cumplir con los compromiso­s que tomamos con los chilenos y chilenas”, agregó la Presidenta, dando a entender lo que muchos temen: las cosas seguirán tal como están, con el mismo equipo y con la misma porfía en llevar al país por un camino pavimentad­o con caprichos y por el cual los chilenos no quieren ir. Curiosamen­te, el mismo viernes, en las redes sociales -esas a las que Bachelet y su segundo piso llegaron tarde y mal- comenzó a ser trending topic el slogan de la campaña de 2005: #MichelleEs­toyContigo. Un rápido recorrido por esos tweets confirmaba informal e irónicamen­te lo que horas antes se había dicho con la rigurosida­d de la demoscopia: la apabullant­e mayoría del país no está con Michelle. Pero ella -y los suyos- insisten en leer todo al revés. Aunque no se entienda. Les da igual.

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