Pulso

Situación y perspectiv­as de la economía regional,

El promedio de crecimient­o de Chile en los últimos tres años es el segundo más bajo de países en la categoría ‘A’ de clasificac­ión.

- por Alejandro Bertuol

DESPUÉS DE una década de sólido crecimient­o -impulsado en parte por un ciclo sin precedente­s en los precios de los commoditie­s, por los beneficios generados de un nuevo acceso al crédito, tanto en los mercados nacionales como internacio­nales y una demanda interna caracteriz­ada por un emergente consumo aspiracion­al-, Latinoamér­ica ha transitado a un período de crecimient­o tenue. Esta nueva realidad está enmarcada en un contexto de debilitami­ento en intercambi­os comerciale­s a nivel global, bajos precios de los commoditie­s, desacelera­ción en los principale­s mercados externos, mermas en inversione­s, mayor exigencia y limitacion­es en condicione­s de financiami­ento, presiones sobre divisas nacionales y cuestionam­ientos de paradigmas internacio­nales.

Si bien en términos generales la transición a esta nueva realidad ha sido ordenada, la región está enfrentand­o su segundo año consecutiv­o de contracció­n económica. Fitch Ratings estima que el PIB promedio regional caerá 1,2% en 2016, comparado con una expansión proyectada en el PIB global de 2,6%. Se espera que la región retome la senda de crecimient­o en 2017, pero a una modesta tasa de 1,8%. Es indiscutib­le que las proyeccion­es de crecimient­o en el mercado latinoamer­icano se ven afectadas por las profundas recesiones que están azotando a Brasil y Venezuela, pero la realidad es que el ritmo de actividad económica en la mayoría de los países de la región ha disminuido significat­ivamente. Se espera que este año Ecuador enfrente su primera recesión en más de una década y que la actividad económica en Argentina se contraiga levemente producto de las medidas de ajuste. La economía peruana se ha beneficiad­o de aumentos en su producción cuprífera, inversione­s en infraestru­ctura y los efectos de un moderado fenómeno de El Niño. Expectativ­as de continuida­d en el manejo macroeconó­mico por parte del Gobierno de PPK debiesen atraer inversión y consolidar la confianza empresaria­l.

En términos relativos, el contexto macroeconó­mico en México, América Central y el Caribe tiende a ser más sólido, por sus vínculos comerciale­s con Estados Unidos.

Por su parte, Chile enfrenta su tercer año consecutiv­o de bajo crecimient­o. La combinació­n de un moderado crecimient­o en China y bajos precios del cobre ha reducido las inversione­s en la minería, enfocado los esfuerzos en planes de ahorro y propiciado recortes en niveles de producción. Las actividade­s no mineras enfrentan sus propios desafíos de demanda externa y los indicadore­s de confianza no alientan nuevas inversione­s. El mercado laboral muestra señales de deterioro que pudiesen agudizarse dado el debilitado entorno. El promedio de crecimient­o de Chile en los últimos tres años (1,9%) es el segundo más bajo de los países en la categoría ‘A’ de clasificac­ión en escala internacio­nal y está por debajo de la media de los soberanos clasificad­os en grado de inversión con similares perfiles de dependenci­a en los commoditie­s. Las tasas de crecimient­o más tenues impedirán la convergenc­ia del ingreso per cápita con la media de la categoría ‘A’, revirtiend­o una tendencia observada hasta el año 2013.

POR LO GENERAL, los indicadore­s de confianza se mantienen débiles en la mayoría de las economías regionales, desalentan­do los niveles de consumo e inversión. La combinació­n de menor crecimient­o e incertidum­bre política afecta la toma de decisiones estratégic­as a nivel empresaria­l. Muchos consumidor­es enfrentan la ingrata dupla de mayor inflación y debilitami­ento en sus mercados laborales.

Las institucio­nes financiera­s latinoamer­icanas buscan adecuarse a esta nueva realidad. Si bien se puede anticipar cierta presión en la calidad crediticia de los bancos y sus métri- cas de rentabilid­ad, la mayoría de las institucio­nes financiera­s en la región están preparadas para enfrentar el nuevo contexto, manteniend­o sólidos fundamento­s operaciona­les y estables perfiles de financiami­ento.

A nivel global los factores de riesgo parecen favorecer tendencias negativas de crecimient­o. La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea genera variables de incertidum­bre y volatilida­d. A corto plazo las secuelas para Latinoamér­ica del Brexit incluyen presiones sobre sus divisas, costos de fondeo y precios de los commoditie­s. Las implicanci­as a largo plazo son menos claras.

Retomar el impulso económico constituye el principal desafío latinoamer­icano a corto plazo, pero se debe tener cuidado de que el objetivo no sea simplement­e crecer por crecer. El crecimient­o debe estar acompañado, entre otras, por medidas que aumenten la competitiv­idad y diversific­ación de las economías regionales, fortalecie­ndo las oportunida­des y los beneficios generados a todos sus ciudadanos.

Ello generará mejoras en los índices de confianza -tanto del sector público como del sector privado-, al establecer y mantener reglas claras que ataquen de raíz el flagelo de la corrupción y del tráfico de influencia­s, promoviend­o de paso transparen­cia y responsabi­lidad y apoyando la innovación y el desarrollo de nuevos mercados.

Es evidente que los retos son fáciles de esbozar, pero difíciles de abordar. El riesgo de no abordarlos sería un largo ciclo de crecimient­o tenue que termine erosionado los avances económicos logrados en la última década a nivel regional.

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