Situación y perspectivas de la economía regional,
El promedio de crecimiento de Chile en los últimos tres años es el segundo más bajo de países en la categoría ‘A’ de clasificación.
DESPUÉS DE una década de sólido crecimiento -impulsado en parte por un ciclo sin precedentes en los precios de los commodities, por los beneficios generados de un nuevo acceso al crédito, tanto en los mercados nacionales como internacionales y una demanda interna caracterizada por un emergente consumo aspiracional-, Latinoamérica ha transitado a un período de crecimiento tenue. Esta nueva realidad está enmarcada en un contexto de debilitamiento en intercambios comerciales a nivel global, bajos precios de los commodities, desaceleración en los principales mercados externos, mermas en inversiones, mayor exigencia y limitaciones en condiciones de financiamiento, presiones sobre divisas nacionales y cuestionamientos de paradigmas internacionales.
Si bien en términos generales la transición a esta nueva realidad ha sido ordenada, la región está enfrentando su segundo año consecutivo de contracción económica. Fitch Ratings estima que el PIB promedio regional caerá 1,2% en 2016, comparado con una expansión proyectada en el PIB global de 2,6%. Se espera que la región retome la senda de crecimiento en 2017, pero a una modesta tasa de 1,8%. Es indiscutible que las proyecciones de crecimiento en el mercado latinoamericano se ven afectadas por las profundas recesiones que están azotando a Brasil y Venezuela, pero la realidad es que el ritmo de actividad económica en la mayoría de los países de la región ha disminuido significativamente. Se espera que este año Ecuador enfrente su primera recesión en más de una década y que la actividad económica en Argentina se contraiga levemente producto de las medidas de ajuste. La economía peruana se ha beneficiado de aumentos en su producción cuprífera, inversiones en infraestructura y los efectos de un moderado fenómeno de El Niño. Expectativas de continuidad en el manejo macroeconómico por parte del Gobierno de PPK debiesen atraer inversión y consolidar la confianza empresarial.
En términos relativos, el contexto macroeconómico en México, América Central y el Caribe tiende a ser más sólido, por sus vínculos comerciales con Estados Unidos.
Por su parte, Chile enfrenta su tercer año consecutivo de bajo crecimiento. La combinación de un moderado crecimiento en China y bajos precios del cobre ha reducido las inversiones en la minería, enfocado los esfuerzos en planes de ahorro y propiciado recortes en niveles de producción. Las actividades no mineras enfrentan sus propios desafíos de demanda externa y los indicadores de confianza no alientan nuevas inversiones. El mercado laboral muestra señales de deterioro que pudiesen agudizarse dado el debilitado entorno. El promedio de crecimiento de Chile en los últimos tres años (1,9%) es el segundo más bajo de los países en la categoría ‘A’ de clasificación en escala internacional y está por debajo de la media de los soberanos clasificados en grado de inversión con similares perfiles de dependencia en los commodities. Las tasas de crecimiento más tenues impedirán la convergencia del ingreso per cápita con la media de la categoría ‘A’, revirtiendo una tendencia observada hasta el año 2013.
POR LO GENERAL, los indicadores de confianza se mantienen débiles en la mayoría de las economías regionales, desalentando los niveles de consumo e inversión. La combinación de menor crecimiento e incertidumbre política afecta la toma de decisiones estratégicas a nivel empresarial. Muchos consumidores enfrentan la ingrata dupla de mayor inflación y debilitamiento en sus mercados laborales.
Las instituciones financieras latinoamericanas buscan adecuarse a esta nueva realidad. Si bien se puede anticipar cierta presión en la calidad crediticia de los bancos y sus métri- cas de rentabilidad, la mayoría de las instituciones financieras en la región están preparadas para enfrentar el nuevo contexto, manteniendo sólidos fundamentos operacionales y estables perfiles de financiamiento.
A nivel global los factores de riesgo parecen favorecer tendencias negativas de crecimiento. La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea genera variables de incertidumbre y volatilidad. A corto plazo las secuelas para Latinoamérica del Brexit incluyen presiones sobre sus divisas, costos de fondeo y precios de los commodities. Las implicancias a largo plazo son menos claras.
Retomar el impulso económico constituye el principal desafío latinoamericano a corto plazo, pero se debe tener cuidado de que el objetivo no sea simplemente crecer por crecer. El crecimiento debe estar acompañado, entre otras, por medidas que aumenten la competitividad y diversificación de las economías regionales, fortaleciendo las oportunidades y los beneficios generados a todos sus ciudadanos.
Ello generará mejoras en los índices de confianza -tanto del sector público como del sector privado-, al establecer y mantener reglas claras que ataquen de raíz el flagelo de la corrupción y del tráfico de influencias, promoviendo de paso transparencia y responsabilidad y apoyando la innovación y el desarrollo de nuevos mercados.
Es evidente que los retos son fáciles de esbozar, pero difíciles de abordar. El riesgo de no abordarlos sería un largo ciclo de crecimiento tenue que termine erosionado los avances económicos logrados en la última década a nivel regional.