Una construcción de realidad ficticia,
Puede ocurrir que estemos siendo víctimas de la construcción de una realidad informativa que nos hace percibir que, aunque yo estoy bien, el resto no y construyamos una realidad paralela.
ESTA VEZ fue la CEP. Una vez más, una encuesta nos muestra que los chilenos parecemos estar bastante satisfechos con nuestras vidas, pero creemos que “el resto de los chilenos” no lo está. Los números son claros: casi 60% se inclina por la opción “totalmente satisfecho” respecto de sí mismo, pero un tercio postula que el resto de los chilenos parece estar “totalmente insatisfecho” con su realidad. Son números que si bien han variado en los últimos años, revelan que la percepción de que “el resto está peor que yo” se ha mantenido. Es probable que sean múltiples los factores que dan lugar a este fenómeno, pero me atrevería a aventurar que algo tiene que ver el acceso permanente a la información, aquella realidad impostada que nace a partir del uso progresivo de redes sociales y del consumo incansable de información virtual.
Basta pasear por Twitter o por comentarios de noticias para advertir que el usuario común no es muy dado al elogio, al aplauso o al debate constructivo. El usuario común no suele destinar el mismo tiempo y energía a contar lo bien que le ha ido o lo feliz que es que el que destina a alegar contra una empresa, un producto fallido o a insultar, reírse y criticar las decisiones o palabras de un político.
Todos también sabemos que la causa que se opone a algo suele convocar más que la que propone. El slogan es “No+AFP”, no es “Más y mejores pensio- nes”; “Patagonia sin represas”, no “Cuidemos la Patagonia”. Las críticas a ministros y a autoridades de gobierno brotan y se multiplican, pero un reconocimiento, jamás. ¿Es que nada se habrá hecho bien desde que existen las redes sociales? Puede estar pasando, entonces, que estemos siendo víctimas de la construcción de una realidad informativa que nos hace percibir que, aunque yo estoy bien, el resto está claramente mal o construir una realidad paralela, en virtud de la evaluación selectiva de la información disponible.
En Twitter, cada cual puede decidir seguir sólo a personas que piensen como ellos y quedarse sólo con esa versión de la realidad. A muchos, José Piñera en TVN y Cristián Warnken desmenuzando el fenómeno Pokémon Go pareciese ponernos ante dos extraterres- tres, sumidos en una autoconstrucción de realidad que no se ha hecho cargo de los permanentes cambios sociales y culturales del mundo y de nuestro país. Y es tanto por el fondo como por la forma: parecieran hablar desde una realidad artificial, fantasiosa, desconectada. La misma que, paradójicamente, critican.
El caso es que la realidad no está en las redes sociales ni en los libros ni en la academia. No es lo que uno construye voluntariosamente ni lo que muestran los medios. La realidad es más compleja e implica, indefectiblemente, conectarse con las personas y sus necesidades. Con quienes están cerca y con quienes no tanto. Con quienes piensan como yo y con quienes difieren.
Quizá lo que las encuestas no nos muestran es que si hay algo en lo que el individualismo exacerbado no nos ha permitido reparar, es en que así como yo logro estar bien y satisfecho, mi vecino, mi comuna y mi país, en general, puede que también lo estén, pese a todas las dificultades. Quizá, aun cuando no podemos desconocer que hay gente muy necesitada e insatisfecha y de la que no podemos olvidarnos, resulta sano reconocer que, en términos generales, un porcentaje bastante relevante de los chilenos reconocemos estar bien o muy bien.