Ni capital ni colaboradores: personas
ELEGIR LA palabra adecuada es una decisión crítica en disciplinas como comunicación, marketing y política. Cada palabra, más allá de su significado literal, posee un contenido emocional asociado a su contexto. Al analizar reestructuraciones, una discusión que vemos en las compañías es cómo denominar las áreas de “recursos humanos” y, por extensión, a su fuerza de trabajo. Una de las acepciones más utilizadas hoy es la de “colaborador”. A las compañías les encanta hablar de los “cientos o miles de colaboradores”. Sin embargo, no conozco ninguna compañía donde las personas estén allí para colaborar. Están para trabajar y contribuir a la compañía. Tampoco son todos “empleados”, dada la dinámica de las relaciones laborales hoy. Una forma más moderna es hablar de “capital humano”, la cual tiene problemas importantes. A falta de mejores sustantivos, muchas veces las compañías hablan de sus “funcionarios”. Y si bien es una visión correcta, esta denominación se enfoca en la tarea específica que cada persona realiza, reforzando muchas veces la visión “en silos” de las funciones que cada uno utiliza. Además, a nivel global esta denominación está crecientemente siendo utilizada para diferenciar a empleados de organismos públicos. Una última moda es hablar en forma genérica de “talentos”. Referirse a toda la organización como talento puede, de alguna forma, mejorar la autoestima de las personas. Pero al mismo tiempo dificulta la visión de que cada persona posee un desempeño diferente. Estas denominaciones no hacen más que crear escudos, sustantivos asépticos o políticamente correctos. No es capital humano, no son colaboradores, no son funcionarios y mucho menos son todos talentos. Son personas.