El dolor de cabeza italiano de la Unión Europea
Los italianos quitan dramatismo al resultado del referéndum del domingo, pero sus consecuencias económicas pueden golpear a la banca y al resto de sus pares en la eurozona. Si las encuestas aciertan esta vez y triunfa el ‘no’, el lunes puede ser una dura
EL NUEVO Brexit, o incluso peor. El referéndum italiano, que se celebra este domingo, ha sido presentado como un posible punto de quiebre para la Unión Europea. Si los italianos votan a favor de la reforma constitucional del primer ministro Mateo Renzi, la Unión Europea se salva. Si votan en contra, Italia caería en un caos institucional, que podría llevar a que fuerzas populistas asuman el gobierno en elecciones adelantadas. Fuerzas que podrían convocar a un referéndum para un “Italexit”. Al menos esos son los escenarios catastróficos presentados por la prensa no italiana.
A dos días de que los italianos vayan a las urnas, los inversionistas parecen menos alarmados. Desde el miércoles el MSCI Italy ha registrado alzas sobre 2% diarias, lo que contrasta con el rendimiento de - 17% que acumula en lo que va del año. La apuesta del mercado es a un triunfo del ‘sí’, a lo que JPMorgan apenas le asigna una posibilidad de 30%; o a un resultado del ‘no’ menos dramático de lo esperado.
Más que la continuidad de la UE en el corto plazo, lo que está en juego el domingo es qué pasará con el gobierno, la banca y la economía italiana en el corto y mediano plazo.
En crisis permanente La tercera economía más grande a UE logró sortear la última crisis de deuda en la Eurozona, sin necesidad de un rescate como España. Pero esto se debió solo a que los inversionistas creyeron a ciegas en la promesa del BCE de “hacer lo que sea necesario” para defender la estabilidad de la región, a través de un masivo programa de estímulo monetario y compra de bonos. Desde entonces, Italia, sin embargo, no ha logrado resolver sus problemas de fondo. Italia tiene uno de los menores niveles de productividad entre las mayores economías de la UE, el mayor diferencial entre su crecimiento real y su PIB potencial (2,6%), y la mayor deuda pública (133% del PIB). Con una tasa anual de entre 7%-8%, será la economía de la eurozona que menos crecerá hacia 2021, según proyecciones del FMI. Solo España la supera en tasa de desempleo; y en el último ranking Doing Business, Italia se ubicó en el lugar 50, uno de los peores resultados para un país de la UE, solo mejor que Grecia y Malta.
“Los mayores desafíos son la baja productividad y el masivo desempleo a largo plazo. Estos problemas requieren una reforma estructural de los mercados de bienes y laboral, para hacer la economía más competitiva y flexible”, afirma Erik Jones, profesor de Estudios Europeos, de la U. Johns Hopkins en Boloña.
El gobierno de Renzi ha intentado implementar mejoras. Desde 2015 se introdujeron reformas menores al mercado laboral, por ejem- plo. Pero cualquier intento de reforma mayor termina estancado en un cruce perenne entre la Cámara y el Senado, que hasta ahora tienen el mismo poder de veto legislativo.
Por eso, Renzi busca transformar el Congreso. La primera parte de la reforma ya fue aprobada, aunque ha sido impugnada por numerosos recursos. Esta establece una nueva repartición de poderes en la Cámara, dando un 55% de los curules al partido que logre un 40% de los votos. Esto se traduciría en que el partido que gane las elecciones controle el Ejecutivo, pero también tenga una cómoda mayoría en la Cámara. La segunda parte de la reforma propone disolver el Senado para convertirlo en una instancia de representación regional, con un tercio de los legisladores actuales.
Más que la continuidad de la UE, lo que está en juego es qué pasará con el gobierno, la banca y la economía.
Italia tiene uno de los menores niveles de productividad entre las mayores economías de la Unión Europea.
Un ‘sí’ con miras a 2018 El triunfo del ‘sí’ es a estas alturas el escenario menos esperado. Las cuatro principales encuestas publicadas dan al ‘no’ una ventaja promedio de siete puntos. Sin embargo, con un 23% de indecisos, y el mal récord registrados por los sondeos en las últimas elecciones, bien podría haber un triunfo para la propuesta de Renzi.
El primer efecto de un triunfo del ‘sí’ es que Renzi continuará a cargo del gobierno, al menos hasta el fin de su período en 2018. Según lo prometido por él, durante el último año de su administración, Renzi se enfocaría en sacar adelante la reforma constitucional para eliminar el Senado y modificar la repartición de poderes en la Cámara Baja. La reforma busca que sea más sencillo para los próximos gobiernos conseguir la aprobación de leyes y nombramientos. Con esto en juego, es poco probable que Renzi se embarque en otras grandes y necesarias reformas, como la del mercado laboral. “Eso será difícil, porque todavía tendrá que lidiar con el actual Senado, donde apenas si tiene mayoría. Pero si gana las próximas elecciones, y logra pasar antes las reformas al Congreso, tendrá suficiente poder como para sacar
El primer efecto de un triunfo del ‘sí’ es que Renzi continuará al menos hasta el fin de su período en 2018.