Mi ausencia en clases de economía
ES PROBABLE que haya faltado a varias clases de economía durante mi período formativo. A pesar de haber sido más bien un perno, igual dedicaba tiempo a jugar taca-taca, ping-pong y a otras actividades. Sin embargo, parece que no asistí a las clases más importantes de microeconomía. La razón para concluir lo anterior es porque no logro seguir la intuición económica de ciertas propuestas que se han tornado importantes en el debate público. La primera propuesta es más bien antigua. Hace tres años escuchaba que la eliminación del FUT iba a ayudar a florecer el financiamiento bancario hacia las pymes. Como economista dicha propuesta no tenía mucho sentido, pues hacía un par de años Stiglitz había ganado el premio Nobel por el estudio sobre la información asimétrica y, en particular, me había tocado leer el famoso paper de Stigliz y Weiss acerca del racionamiento crediticio de las empresas y por ningún lado las pymes podrían llegar fácilmente al financiamiento bancario, si su información financiera no era necesariamente confiable para los bancos. Una segunda propuesta que todavía no logro entender es la que crea una agencia pública que administre el 5% de ahorro adicional para las pensiones. Esta agencia cobraría por la administración de esos recursos y otorgaría una rentabilidad desconocida. Por otro lado, las AFP cobrarían cero teniendo un track récord conocido (8% rentabilidad histórica). La joyita, sin embargo, es otra. La última propuesta que desnudó completamente los costos personales y profesionales de mi ausencia a clases de microeconomía es la maravillosa propuesta de una diputada de disminuir la jornada laboral de 45 a 40 horas. Me arrepiento tanto de no haber asistido a esa clase de economía pues, a pesar de mis esfuerzos, no logro entender la lógica económica de dicha propuesta. ℗