¿Cuánto falta para el “bus de la inclusión”?
LA LLEGADA del llamado “Bus de la libertad” ha mostrado importantes diferencias frente a temas tan trascendentes como la diversidad y la inclusión. Imágenes que dan cuenta de las brechas valóricas y sociales que tenemos como país y que aún no resolvemos. ¿Dónde está la traba que impide conciliar visiones distintas? ¿Quién debe tomar las riendas? Y, por último, ¿cómo seguir avanzando? Desde mi experiencia, el Estado tiene un rol trascendente, no se trata de “limitar” las libertades individuales, sino de establecer criterios universales donde nadie quede excluido. Desde quienes trabajamos con personas con discapacidad, sabemos que en nombre de la “libertad” por años este sector no fue con- siderado; se generaron leyes que impedían salarios igualitarios o se asoció a caridad una situación que es de pleno derecho, como el empleo. La generación de políticas públicas es trascendente, pero estas deben ser pertinentes, en sintonía con las necesidades de la gente y en temáticas con un impacto real. Con la promulgación de la ley de cuotas, se ha hecho más urgente avanzar en ese sentido. Hoy tenemos empresarios comprometidos con cumplir la norma, organizaciones empo- deradas y fundaciones como la nuestra, que aspiran a que más allá del número que establece la legislación, haya una inclusión exitosa para la persona con discapacidad. ¿Qué falta? El desarrollo de una política pública que acompañe el proceso a largo plazo y movilice para que el trabajo sea un derecho y se multiplique para este sector de la sociedad. Hoy hablo de discapacidad… pero en la imagen de la gente, la necesidad de dar vida al “Bus de la inclusión” permitirá romper con las divisiones que aún mantenemos.