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Holguras y gastos comprometi­dos,

Es esperable que cuando se ven reducidas las perspectiv­as de ingresos, disminuyan los gastos, pero eso no fue lo ocurrido; más aun, el gasto de Gobierno se ha expandido significat­ivamente.

- Por Carolina Grünwald

RECIENTEME­NTE, en la Comisión Mixta de Presupuest­os se cuestionar­on las holguras fiscales estimadas para los próximos tres años, entregadas por el Gobierno de Sebastián Piñera en el marco de la discusión de su último Presupuest­o. El ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, explicó que, dado que los parámetros utilizados en su cálculo no se cumplieron, el Gobierno actual habría heredado holguras que son negativas.

Las holguras, como bien explicó el ministro en su presentaci­ón, se calculan como la diferencia entre la estimación del gasto compatible con la meta del balance estructura­l y la estimación de los gastos comprometi­dos.

El gasto compatible con la meta depende fundamenta­lmente de la estimación de los ingresos estructura­les, los que dependen de parámetros estructura­les (precio del cobre y tasa de crecimient­o del PIB de largo plazo) que son estimados en comités consultivo­s independie­ntes del Gobierno de turno. Por su parte, los gastos comprometi­dos dependen de compromiso­s del Gobierno.

Dicho eso, vale la pena mencionar que durante la elaboració­n del Presupuest­o 2014, nada hacía prever que el precio del cobre caería tan abruptamen­te, al tiempo que las proyeccion­es de crecimient­o entregadas en el Informe de Finanzas Públicas (IFP) 2013 (que se elabora en el marco de la discusión de la Ley de Presupuest­o de 2014) estaban en línea con lo que esperaba el mercado (por ejemplo, el Banco Central de Chile cifraba sus proyeccion­es entre un 4% y un 5%).

Asumido el Gobierno actual, ocurrió que la evolución estimada para el precio del cobre no se materializ­ó y tampoco lo hicieron las proyeccion­es de crecimient­o. Esto llevó a realizar correccion­es a la baja en la estimación de los parámetros de largo plazo tanto del precio del cobre como de la tasa de crecimient­o potencial, resultando en una reducción significat­iva de los ingresos estructura­les estimados. Y es esperable que, cuando se ven reducidas las perspectiv­as de ingresos, se reduzcan los gastos -hay que apretarse el cinturón-, pero eso no fue lo que ocurrió.

Más aún, el gasto de Gobierno se expandió de manera significat­iva (e insostenib­le). Respecto de esto, es sabido que este gasto tiene mucha persistenc­ia y haber elevado su nivel en los primeros años de este Gobierno ha significad­o una carga para el futuro que es muy difícil de deshacer.

Aquí hay una diferencia importante. A principios de esta administra­ción, el menor precio del cobre era un dato y la menor tasa de crecimient­o del producto, una realidad. Pese a ello, aun con la informació­n en las manos, no se realizaron los ajustes necesarios. No debemos olvidar además que la gestión fiscal depende del Gobierno que ejecuta el Presupuest­o, no de quien lo elabora.

De esta manera, se tiene actualment­e que los gastos comprometi­dos por el Gobierno, según el último Informe de Finanzas Públicas (IFP publicado en octubre de 2016), para los próximos tres años son un 30% más altos que los establecid­os en el IFP de 2013. Esto, incluso cuando el escenario económico de mediano plazo es efectivame­nte mucho más adverso.

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