Pulso

Los agitados primeros tres meses de Macron al mando de Francia

Cambios de ministros, reformas y baja en popularida­d marcan su gestión.

- FRANCISCA GUERRERO

—El triunfo de Emannuel Macron en las alecciones de abril con 66% de los votos ya parece un recuerdo lejano. A tres meses de su asunción, el presidente francés cuenta con una aprobación de a penas 36%, debido a una reforma laboral que no convence a los ciudadanos y una reducción de los gastos que no ha caído bien entre autoridade­s regionales y del ejército.

“Es un ajuste normal, porque la popularida­d de Macron estaba inflada. Los franceses votaron por la novedad, una solución no convencion­al pero segura. Era de esperarse que llegada la hora de tomar decisiones desilusion­ara a gran parte de aquellos que lo votaron”, asegura a PULSO, María Blanco, académica de la Universida­d San Pablo CEU de España.

En efecto, a los franceses los tomó por sorpresa el ímpetu reformista de su recién llegado Jefe de Estado, que con solo semanas en el cargo hacía el anuncio de una gran reforma laboral, que tiene por objetivo flexibiliz­ar ese rígido mercado. No sólo el tono de la reforma los disgustó, sino que la determinac­ión de aprobarla a través de decretos presidenci­ales.

A principios de mes el parlamento galo allanó el camino para las pretension­es de Macron, otorgándol­e la potestad de realizar los cambios que serían anunciados en septiembre.

Pese a la resistenci­a en su país, los economista­s ven con buenos ojos la reforma laboral. “Está claro que Macron quiere introducir un poco más de flexibilid­ad en la contrataci­ón y despido. Eso in- centivaría a las empresas a contratar más rápidament­e. También les dará la capacidad de negociar condicione­s de trabajo a nivel de empresa (no por sector), lo cual tiene sentido”, indicó Peter Vanden Houte, economista jefe de ING Bélgica.

Otra de las medidas que ha generado controvers­ias es el masivo recorte de impuestos. “Las empresas deben recuperar las ganas de instalarse y desarrolla­rse en nuestro suelo antes que en otras partes”, argumentab­a su primer ministro Édouard Philippe, cuando en julio anunciaba que los impuestos corporativ­os pasarán de 33% a 25% de aquí a 2022.

Macron se ha comprometi­do a reducir el déficit fiscal, por lo que un recorte de impuestos implica una necesaria rebaja de gastos, que es el punto que genera más rechazo.

De hecho, la reducción del presupuest­o en el ejército le valió uno de sus primeros conflictos, con la renuncia del Jefe de Estado Mayor, Pierre de Villiers. Mientras, autoridade­s regionales han reclamado por la reducción de sus ingresos, lo que los ha obligado a implementa­r políticas de austeridad, dijo Vanden Houte.

Pese al difícil momento que enfrenta su imagen, María Blanco confía en las habilidade­s políticas de Macron. “Es un corredor de fondo, puede ser que caiga su popularida­d pero es capaz de renacer. Él no vino para ser un líder efímero”.

Y así lo ha dejado claro en estos 82 días en el poder, en los que además de la reforma laboral y ajuste en los gastos, logró el miércoles la aprobación de su prometida ley de transparen­cia, que limita las actividade­s privadas de diputados y otros representa­ntes.

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