La ciudad Amazon
Ojalá más empresarios sigan el ejemplo de Jeff Bezos y anuncien una competencia entre las principales ciudades latinoamericanas para estimular la relevancia de ser competitivos.
HACE UNA semana, Jeff Bezos anunció la construcción de un segundo para Amazon en Norteamérica. ¿Dónde? Es la gran pregunta. Al intentar responderla, Amazon nuevamente lo hizo y quebró esquemas.
Fiel a los principios de la competencia, el gigante electrónico llamó a las ciudades norteamericanas a presentar sus mejores propuestas. Las variables: beneficios tributarios, facilidades de construcción, acceso a talento, conectividad aérea, buen transporte público y calidad de las escuelas, entre otras.
Las respuestas no se hicieron esperar. “Kansas City competirá”. “Este es un mega proyecto para Denver”. Baltimore, Chicago, Minnesota, Philadelphia, Pittsburg y la lista siguió creciendo. Más de 50 alcaldes o gobernadores candidatearon a sus ciudades. Incluso, Toronto y Vancouver, desde Canadá, anunciaron sus propuestas.
Al fin y al cabo, una inversión de US$5.000 millones y 50.000 buenos puestos de trabajo le pueden cambiar la cara a una ciudad.
Las oficinas centrales de Amazon transformaron Seattle. De ser una ciudad de tercera categoría, pasó a ser una atractiva metrópolis tecnológica. Bezos es el principal empleador y utiliza casi un quinto del espacio de oficinas prime de la ciudad, ni hablar de las oportunidades y progreso que este polo trajo al resto de la ciudad.
Ahora, volvamos a nuestro Chile. ¿Y si Santiago pudiese competir para albergar las nuevas oficinas de Amazon? Un repaapenas
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so rápido no nos deja muy bien parados: casi duplicamos la tasa de impuesto corporativo cuando, en promedio, las principales economías lo reducían en un quinto. Mientras el Presidente Macron intenta destrabar su deprimido mercado laboral, nosotros intentamos replicar sus políticas sindicalistas francesas. El impuesto específico a los emprendedores y empresarios, “súper ricos”, de Beatriz Sánchez no ayuda mucho al asunto. La credibilidad institucional que teníamos quedó en el piso tras el opaco rechazo a Dominga. La inseguridad comienza a dificultar la atracción de talento extranjero. Mejor ni entrar al transporte público y la calidad de la educación. Estamos lejos, pero lo peor es que vamos en el sentido equivocado.
Las nuevas oficinas de Amazon suenan a un megaproyecto, pero representan una fracción de las inversiones y capacidad de generar empleo en Chile. La razón es que millares de empresas se preguntan cada día dónde ejecutar nuevos proyectos y cómo atraer a buenos trabajadores para desarrollarlos. Y las variables de decisión son las mismas que las anunciadas por Bezos.
Por ello, necesitamos un drástico cambio de dirección. Con coraje debemos empujar ideas que a veces resultan contra-intuitivas. Reducir la tasa tributaria para recaudar más impuestos, y bajar las restricciones laborales para generar más empleo, ambas por mayor actividad económica. Agilizar los permisos ambientales para aprobar mejores proyectos, ya que la rapidez y la certidumbre regulatoria permitirán estudiar más iniciativas. Para los incrédulos, no dejen de seguir cómo evoluciona la historia de Amazon y sus nuevas oficinas.
Ojalá más empresarios sigan el ejemplo de Bezos y anuncien públicamente una competencia entre las principales ciudades latinoamericanas para instalar, en el público y los políticos, la relevancia de mantenernos competitivos.
Para nuestros políticos, el anhelo, por imposible que suene, debería ser que algún día Amazon instale su tercer
en alguna ciudad chilena. Al intentarlo, seguro muchos vendrán haciendo innecesario llamar a Bezos para que se venga a instalar.
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