Un país en deuda
Los resultados del Ranking de Competitividad Global del WEF reafirman un escenario ya conocido: el país no avanza y el panorama de las finanzas públicas se debilita.
ASIMPLE VISTA, los resultados del Ranking de Competitividad Global 2017-2018 elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF) parecían ser positivos. Chile mejoraba su puntaje de 4,6 a 4,7 y se mantenía en el lugar 33, liderando en la región. Todo pintaba bien en medio de un año complejo. Sin embargo, bastó sólo una profundización en los datos para que salieran a la luz las dificultades que ya parecen ser habituales en el Chile actual: la variable relacionada con el ambiente macroeconómico descendía (del puesto 32 al 36), arrastrada por el ítem presupuestario fiscal, que mostró un retroceso de 20 posiciones. Una mala noticia que sólo viene a completar un cuadro que ya es conocido: el país no avanza y el escenario para las finanzas públicas futuras se complejiza. De hecho, el consuelo inicial de que Chile siguiera en el lugar 33 -entre los 137 países que componen la evaluación- fue sólo eso... un consuelo, ya que dejó de manifiesto que no se mejora. En este entorno, seguir siendo los líderes de la región pareció un mérito, pero en realidad fue un “desde” para una nación que por años ha estado muy por sobre sus pares latinoamericanos, y que a la luz de los logros pasados no puede ser aplaudido. El panorama revelado por el Ranking de Competitividad Global no es aislado. Hoy se conoce el Índice de Libertad Económica Mundial 2017 del Fraser Institute, donde los resultados son aun menos alentadores. Con datos a 2015, el país retrocedió del lugar doce al quince, y el talón de Aquiles volvió a recaer en el ítem fiscal; dentro de los peores desempeños estuvo el consumo del gobierno y -para sorpresa de muchos- la imparcialidad de las cortes. Un sinfín de antecedentes que sólo viene a enturbiar una economía adolorida que requiere empezar a repuntar.