Tiempos mejores: acordémonos de adultos mayores
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EL LEMA de campaña del Presidente electo Sebastián Piñera (“Tiempos mejores”) se ha transformado en una especie de mantra para los ciudadanos que, habiendo votado por él o no, están conscientes de la gran necesidad que tenemos los chilenos de un futuro más promisorio en temas altamente sensibles, como previsión, salud, seguridad y educación de nuestros hijos. El nuevo Presidente presentó a su gabinete con un discurso que mencionó varias veces a los adultos mayores no sólo como foco de atención de las políticas públicas, sino como un público importante y partícipe de las decisiones y conducción del país. Tal cosa parece acertada, pues la población de Chile envejece a la vez de hacerse más relevante gracias a la prolongación de la vida, y a la no tan positiva disminución drástica de la natalidad de las chilenas. El estatuto mismo del adulto mayor está en deuda con modernizaciones que exigen el Derecho comparado y la realidad social. La Convención Interamericana de Derechos de las Personas Mayores, suscrita y ratificada por Chile, se ocupa especialmente del abandono, discriminación, mal- trato y negligencia con las personas mayores. No se trata de una declaración, sino de un imperativo para el Estado de Chile, el que se obliga a desarrollar políticas para evitar y prevenir abusos, como a tomar medidas de acción positiva para que este importante sector de la sociedad ejerza materialmente sus derechos. Los tiempos mejores han de incluir, así, al adulto mayor no como un excluido esperanzado, sino como un miembro relevante de la sociedad más inclusiva que estamos llamados a formar.