Pulso

Formalizac­ión de la informalid­ad,

Opinión

- Por Carolina Grünwald

EL AÑO 2017 fue un año donde el empleo, si bien no aumentó de manera significat­iva su tasa de desocupaci­ón como podría pensarse dado el frenazo económico, sí empeoró en cuanto a calidad. Y es que este frenazo económico llevó a que muchas personas, probableme­nte debido a la pérdida de su trabajo o al hecho de que no había ofertas disponible­s, tuvieran que ingeniárse­las de una u otra forma para generar ingresos. Se multiplica­ron los vendedores ambulantes y los artistas tanto en el Metro como en las calles y el trabajo como chofer de Uber comenzó a adquirir relevancia, por mencionar algunos ejemplos. En términos estadístic­os, ellos han sido capturados dentro de la clasificac­ión de “empleos por cuenta propia”, motor importante del empleo durante 2017. Más en específico: comparando el último trimestre de 2017 con el del año anterior, se tuvo que los ocupados aumentaron 2,3%, empujados principalm­ente por aquellos que trabajan por cuenta propia (4,1%) y un aumento de los asalariado­s totales de sólo 1,7%. Sin embargo, no había datos específico­s que pudieran extraer la “informalid­ad”. En este contexto, el INE dio a conocer hace un par de semanas la tasa de desocupaci­ón informal, que correspond­e al número de personas con ocupacione­s informales como porcentaje del total de ocupados. Así, se considera “Ocupación informal” a aquellos trabajador­es que no reciben cotizacion­es de salud o previsiona­les por parte del empleador, o quienes trabajan en unidades económicas sin registro en el SII y sin un sistema contable que permita separar los gastos del negocio, de los del hogar. Esta apertura arrojó una tasa de ocupación informal a nivel nacional de 30% durante el último trimestre móvil de 2017. Es decir, uno de cada tres ocupados realiza su trabajo en condicione­s que no son óptimas, o dicho de otra forma, de los 8.406.528 ocupados en este período, poco más de 2.500.000 son “informales”. Es de esperar que esta tasa comience a reducirse conforme se van materializ­ando las mejores perspectiv­as económicas que actualment­e se tienen para Chile, y que en un año más, cuando se puedan hacer comparacio­nes, observemos una caída en esta tasa.

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