La real razón para aranceles al acero y al aluminio, por Martin Feldstein
PREFIERO los aranceles comerciales bajos o que no haya aranceles. ¿Cómo se puede justificar, entonces, la decisión de Donald Trump de imponer aranceles sustanciales a las importaciones de acero y aluminio? Trump ve potenciales réditos políticos en los distritos que producen acero y aluminio, así como en aumentar la presión sobre Canadá y México en tanto se renegocia el Nafta. Sin embargo, el real objetivo es China. Hace años que el gobierno chino viene prometiendo reducir la capacidad en exceso de acero, recortando la producción excedente que se vende a EE.UU. a precios subsidiados. Se ha pospuesto la decisión por la presión para proteger los empleos de China en acero y aluminio. Los aranceles de EE.UU. equilibrarán esas presiones y subirán la probabilidad de que China apure la reducción de la capacidad en exceso subsidiada. Será posible eximir a las importaciones provenientes de aliados militares de la OTAN, así como Japón y Corea del Sur, centrando los aranceles en China y evitando el riesgo de una guerra comercial más amplia. Para EE.UU., el tema comercial más importante con China tiene que ver con las transferencias de tecnología, no con las exportaciones chinas de acero y aluminio subsidiado. Si bien estos subsidios afectan a productores de EE.UU., los bajos precios resultantes también ayudan a las empresas estadounidenses que usan acero y aluminio, así como a los consumidores que compran esos productos. Pero China afecta los intereses de EE.UU. cuando roba tecnología desarrollada por empresas estadounidenses. Hasta hace unos años, el gobierno chino usaba las capacidades cibernéticas del Ejército Popular de Liberación (EPL) para infiltrarse en empresas norteamericanas y robar tecnología. Las autoridades chinas negaron todo delito hasta que los presidentes Barack Obama y Xi Jinping se reunieron en California en junio de 2013. Obama le mostró a Xi pruebas detalladas. Xi entonces acordó que el gobierno chino ya no utilizaría al EPL u otras agencias para robar tecnología estadounidense. Parece que este tipo de robo cibernético se ha reducido drásticamente. El robo de tecnología actual adopta una forma diferente. A las empresas norteamericanas que quieren hacer negocios en China se les suele pedir que transfieran su tecnología a empresas chinas como condición para ingresar. Estas empresas “voluntariamente” transfieren conocimientos de producción para acceder a un mercado de 1.300 millones de personas y a una economía tan grande como la de EE.UU.. Estas empresas se quejan de que el requerimiento de transferencia de tecnología es una forma de extorsión. EE.UU. no puede utilizar remedios tradicionales o procedimientos de la OMC para frenar el comportamiento de China. ¿Qué puede hacer para nivelar el campo de juego? Eso nos lleva a los aranceles al acero y al aluminio. Los negociadores de EE.UU. usarán la amenaza de aranceles a los productores chinos para persuadir al gobierno de China de abandonar la política de las transferencias de tecnología “voluntarias”. Si eso sucede y las empresas estadounidenses pueden hacer negocios en China sin verse obligadas a pagar un precio competitivo tan alto, la amenaza de los aranceles habrá sido una herramienta muy exitosa de política comercial.