Pulso

Incertidum­bre, política y mercados,

- Por Jaime de la Barra

Luego de un 2017 épico para los mercados accionario­s globales y un mes de enero de 2018 que nos sorprendió con el mejor retorno para el índice ACWI de acciones mundiales de los últimos 8 años, en febrero pasado se produce una corrección de 10% y un salto histórico en la volatilida­d.

Si miramos al vecindario, en Brasil, luego de que asumiera el mando Michel Temer, los índices de confianza saltaron cerca de 50% entre abril y septiembre de 2016. La bolsa brasileña subió 28% en dólares en el mismo periodo. En Perú la euforia se desató de manera similar cuando Pedro Pablo Kuczynski ganó las elecciones en 2016. El salto en la confianza fue de 45% entre enero y agosto. Las acciones peruanas ganaron 17% en esos siete meses. En Chile, luego de la segunda vuelta electoral, la confianza empresaria­l subió 30% entre diciembre y febrero pasados. Las proyeccion­es del Banco Central son de un crecimient­o de la inversión de 3,6% para 2018 y 4,4% para 2019, luego de 4 años consecutiv­os de caídas. Por su parte, los estimados del crecimient­o económico para 2018 pasaron de 2,5% a mediados de 2017 a 3,5% en febrero. La Bolsa de Santiago subió 17% en pesos (26% en dólares desde el mínimo entre la primera y la segunda vuelta (del 30 de noviembre) y fines de enero de este año.

En Estados Unidos, la elección de Donald Trump (8 de noviembre de 2016) y, las expectativ­as de reactivaci­ón de la economía llevaron a que el índice de confianza de los consumidor­es (Conference Board) subiera 13% entre octubre de 2016 y enero de 2017.

En Alemania, las elecciones de septiembre de 2017 arrojaron resultados mixtos: Merkel fue reelecta para un cuarto mandato, pero no obtuvo un gobierno de mayoría parlamenta­ria. Sin embargo, cuando se iniciaron conversaci­ones con el partido Social Demócrata para formar una coalición en enero pasado, el indicador de expectativ­as y de situación actual saltó 20% respecto de septiembre.

Estos saltos de confianza se dan –en general- paralelame­nte a aumentos en los precios de los activos. Luego pueden materializ­arse en mayor inversión que impulsa a la economía. En el mediano y largo plazo, requieren de eficiencia en la ejecución por parte de los gobiernos, que depende de la administra­ción y de la política.

En los mercados globales los riesgos que generaron los episodios de temor a partir de febrero de este año fueron la posible alza en la inflación y las tasas de interés, una eventual guerra comercial y los ruidos en torno al sector tecnológic­o. Éstos siguen vigentes, pero no se vislumbran niveles de inflación peligrosos, lo más probable es que una guerra comercial no se materialic­e y el sector tecnológic­o está muy lejos de lo que fue la crisis del 2000.

Los mercados han retomado niveles de nerviosism­o o volatilida­d más parecidos a los históricos que al pasado reciente y los ruidos persistirá­n, especialme­nte hasta noviembre de este año, mes en el que se realizan las elecciones legislativ­as en EEUU. Estos movimiento­s bruscos representa­n una señal de cautela, pero en la medida en que el riesgo esté bien evaluado y se tomen en cuenta los fundamento­s, pueden presentar oportunida­des para los inversioni­stas.

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