Luis Óscar Herrera: “La polémica sobre gastos comprometidos o presiones de gasto me parece un poco artificial”
—Sostuvo que la actividad avanzará 3,5% en 2018, sin embargo, para un crecimiento sostenido de largo plazo, el país debe hacer reformas estructurales. —Señaló que “hace un año existía espacio para plantear una política monetaria más expansiva de la que fi
SSeñales contrapuestas está mostrando la economía chilena. Mientras por un lado vemos perspectivas de crecimiento de la actividad económica positivas, por el otro, el escenario fiscal se ve complejo, por lo que hay señales de luces y de sombras. Así lo refleja el análisis del economista jefe para la región Andina de BTG Pactual, Luis Óscar Herrera, quien prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) crecerá 3,5% este año, impulsado principalmente por un cambio en las expectativas, pero alerta que este impulso es solo parte del ciclo, ya que si se quiere mantener este nivel y crecer de manera sostenida, el país debe realizar reformas estructurales, las cuales bajo la actual coyuntura no son fáciles de implementar. Una de ellas es la reforma tributaria, puesto que si bien Luis Óscar Herrera señala que existe espacio para una simplificación del sistema, en ningún caso ve que lo haya para una rebaja en la tasa impositiva de las empresas, porque la situación fiscal no lo permite.
El economista también entra al debate del momento: las cuentas fiscales. Al respecto, señala que más allá de las distintas posiciones que han planteado los exministros de Hacienda con el actual jefe fiscal, lo trascendental es que se avance en una mejora de la institucionalidad fiscal para darles más credibilidad a las cuentas públicas.
En enero, el gobierno saliente informó que el déficit fiscal estructural era de -1,7%. Luego, el Consejo Fiscal Asesor lo calculó y dijo que era -2,1%, finalmente la nueva administración lo situó en -2%. ¿Cuánto daño hace este tipo de diferencias a la credibilidad de la regla fiscal?
—Hubo falta de prolijidad del gobierno saliente en el cálculo del déficit estructural del año pasado y el resultado es que al final no se cumplió la meta fiscal comprometida. Sin embargo, rescato que el Consejo Fiscal Asesor (CFA) actuó cuando debía, el error se corrigió y finalmente se informó la cifra correcta.
A fines de la semana pasada, Hacienda informó que había US$ 5.567 millones en gastos comprometidos sin financiamiento, sin embargo, el exministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre dijo que eran presiones potenciales de gastos. ¿Cómo se debería entender esta diferencia en las cifras?
—Esta polémica sobre gastos comprometidos o presiones de gasto me parece artificial. Creo que, en los últimos años, por distintas razones, ha habido desorden en la ejecución de la política fiscal y la regla fiscal se ha hecho más laxa. El gobierno anterior no cumplió con el compromiso inicial de llegar a un balance estructural al final de su período. Sus objetivos fiscales se fueron deslizando año a año para acomodar el deterioro en las proyecciones de ingresos estruc-
DESORDEN FISCAL “Hubo falta de prolijidad del gobierno saliente en el cálculo del déficit estructural del año pasado”.
META PARA LLEGAR A BALANCE
“Se debe definir una meta concreta para el saldo fiscal estructural, un horizonte para alcanzar ese objetivo”.
INSTITUCIONALIDAD “La actual institucionalidad fiscal no es la adecuada para zanjar estas polémicas”.
turales, en lugar de ajustar el gasto a la nueva realidad, que era la lógica de la regla fiscal original. Además, en tres de los últimos cuatro ejercicios fiscales, el gasto efectivo excedió al que estaba aprobado en la Ley de Presupuesto, no por mucho, pero es un reflejo de que algo viene funcionando mal en la planificación presupuestaria o su ejecución. La polémica reciente es un reflejo de estos problemas que viene arrastrando la política fiscal.
El exministro de Hacienda Rodrigo Valdés señaló que el análisis que estaba realizando Larraín era exagerado e incorrecto. ¿Cuál es su visión al respecto?
—Más allá de la polémica sobre si se trata de gastos “comprometidos” o se trata de “presiones de gasto” que se han venido validando en forma recurrente, creo que es necesario fortalecer la institucionalidad fiscal para que la discusión política se centre en las soluciones al problema y no en su medición. Los ministros o exministros de Hacienda no son observadores neutrales en estas materias, por eso es urgente fortalecer el rol del CFA u otra entidad que pueda analizar estas materias con objetividad, recursos, independencia y credibilidad, y sirva de guía para la discusión fiscal. Alternativamente, nos vamos a quedar pegados en estas polémicas sobre el termómetro fiscal y no en las soluciones.
¿Esta discusión más política que técnica puede hacer que la regla fiscal pierda credibilidad?
—Hoy, la única entidad con capacidad real para efectuar proyecciones de gasto fiscal, evaluar los compromisos legales o proyectar la recaudación tributaria es la Dipres, que es muy profesional, pero depende del gobierno de turno. La consecuencia es que, desde uno y otro lado, se levantan suspicacias y polémicas respecto de la calidad de sus números y proyecciones, y esas discusiones afectan la credibilidad de la regla fiscal frente a la opinión pública y los mercados, y también la capacidad del gobierno para abordar estos problemas con el Congreso.
Estas discrepancias sobre las cifras de déficit fiscal y de proyecciones de gasto ¿podrían volver a afectar nuevamente la clasificación de riesgo?
—Confío en que reconocer los problemas es el primer paso para resolverlos. Afortunadamente, tenemos una buena historia fiscal, ya que en momentos del boom del cobre se hicieron los ahorros pertinentes, lo que permitió reducir la deuda pública, acumular activos y hoy día estamos usando ese esfuerzo del pasado. Esto nos permite tener una situación fiscal que si bien se ha deteriorado, todavía es tranquila, pero estamos viviendo a cuenta de las glorias pasadas.
¿Pero existen riesgos de que esta polémica termine afectando la credibilidad de la seriedad fiscal?
—Si mantuviéramos la misma trayectoria de déficit fiscal y de incremento de la deuda pública y, además, con poca claridad respecto de las proyecciones fiscales, se podría gatillar una rebaja en la clasificación de riesgo. Pero no creo que ocurra esto. Confío en que el ministro Larraín saldrá jugando, que propondrá una trayectoria ambiciosa de consolidación fiscal y, además, fortalecerá el rol y capacidades del CFA. El anuncio de un ajuste fiscal por US$ 4.600 millones en los próximos cuatro años es un paso relevante en esta dirección.
¿Se debe definir una meta fiscal clara y con metas fijas?
—Ese es el próximo paso. En las próximas semanas, el gobierno debe definir una meta concreta para el saldo fiscal estructural, un horizonte para alcanzar ese objetivo y los hitos específicos que debe cumplir año a año. También creo que es importante, porque ya tenemos una deuda pública más voluminosa, que coloque un objetivo explícito de largo plazo para la deuda en relación al PIB, tal que sea compatible con mantener una clasificación de riesgo soberano favorable. Este objetivo de deuda podría servir de guía para acelerar o reducir la velocidad de convergencia hacia la meta del balance estructural.P