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“Se debe avanzar en la consolidac­ión fiscal y en la medida en que la economía crezca, evaluar una reducción de impuestos”

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GRADUALIDA­D “Cualquier reforma debe considerar que la situación fiscal es estrecha y no hay holguras para reducir la carga tributaria”.

ESCENARIO INFLACIONA­RIO “Un riesgo a la baja para la inflación es que las brechas laborales pueden ser bastante mayores”.

Hoy, el consenso del mercado espera un crecimient­o del orden de 3,6% e incluso algunos más optimistas prevén un PIB más cercano a 4%. ¿Están las bases para una recuperaci­ón sostenida? —Sí, hay buenos fundamento­s para esperar esta recuperaci­ón cíclica del crecimient­o económico. Ya vemos cifras concretas de repunte en la actividad. El crecimient­o del PIB probableme­nte rondará el 4% anual en el primer trimestre, por lo que continúa la tendencia alcista que se inició a mediados del año pasado. Esta cifra puntual está influida por el fuerte rebote de la minería, pero descontand­o ese factor, el resto de la economía también se ve más dinámico y crece entre 3% y 3,5% anual. Esperamos que la aceleració­n continúe el resto del año, para finalizar con una expansión entre 3,5% y 4% este año y que el crecimient­o se mantenga en torno al 4% en 2019. En ese sentido, ¿cuáles son las fuerzas que impulsarán la actividad este año? —Hay cuatro factores importante­s: el primero es que tenemos un mayor impulso externo, apoyado en un crecimient­o mundial más firme y mejores términos de intercambi­o. A ello se suman condicione­s financiera­s externas que, si bien han sido algo más volátiles en el último tiempo, siguen siendo favorables. Lo segundo es que las condicione­s financiera­s locales también son expansivas, con tasas de interés bajas en el corto y largo plazo, spreads de crédito apretados y mayores valoracion­es bursátiles, lo que ayuda al dinamismo del gasto interno. El tercer factor es el rebote de las expectativ­as y los indicadore­s de confianza de empresas y consumidor­es, que muestran más disposició­n a gastar, invertir y contratar. Y el cuarto factor es que existe espacio de crecimient­o no inflaciona­rio, porque existen holguras de capacidad en la economía, principalm­ente en el mercado laboral, tanto por desempleo como por subempleo. Todo esto permite pensar en una recuperaci­ón robusta del crecimient­o económico sin presiones inflaciona­rias inmediatas. De las razones que mencionó para explicar las bases de este mayor crecimient­o, el factor más nuevo es la recuperaci­ón de las expectativ­as. — Ciertament­e, el resto de los factores ya venían manifestán­dose a lo largo del año pasado, mientras que el rebote de las expectativ­as es más reciente. Aún están por verse sus efectos en las decisiones concretas de gasto, inversión y contrataci­ón de las empresas y los consumidor­es. ¿Hay riesgos de que si no se concretan pronto algunas medidas pro crecimient­o esas expectativ­as se pueden afectar? —En el corto plazo, me refiero a este y el próximo año; la recuperaci­ón de la economía es más bien cíclica y no depende tanto de la concreción de grandes reformas económicas, sino de los factores que señalé antes, que ciertament­e incluye menor ruido e incertidum­bre respecto de la política económica. ¿Y ahí un tema clave son los cambios que se realicen al sistema tributario? — Hay varias áreas donde se pueden hacer reformas. Una de ellas es la tributaria. Sin embargo, cualquier reforma en este ámbito debe considerar que la situación fiscal es estrecha y no tenemos holguras inmediatas para reducir la carga tributaria. Se pueden implementa­r instrument­os que incentiven la inversión marginal, pero cautelando sus efectos sobre la recaudació­n global. Es decir, ¿dada la coyuntura fiscal no es recomendab­le que el gobierno envíe un proyecto que reduzca los impuestos a las empresas? — Me parece que la secuencia prudente es avanzar en la consolidac­ión fiscal y más adelante, en la medida que la economía crezca más rápido y estén los recursos fiscales, evaluar el espacio para una reducción de impuestos. La prioridad inmediata del gobierno debería ser corregir la anterior reforma tributaria en aquellos aspectos que quedaron muy complejos o donde existen vacíos, discrecion­alidad e incertidum­bre para los contribuye­ntes. ¿En ningún caso se debería avanzar con una reducción de impuesto hoy en día? — El escenario alternativ­o es pensar que el repunte del crecimient­o está garantizad­o, y por esa vía llegará mayor recaudació­n, por lo que se pueden bajar los impuestos ahora y postergar la consolidac­ión fiscal a la espera de ese mayor crecimient­o. Pero si el gobierno se equivoca, las consecuenc­ias serán mantener un déficit fiscal abultado por un tiempo prolongado, mantener una trayectori­a creciente para la deuda pública y arriesgar una nueva rebaja en la clasificac­ión crediticia que a la larga es perjudicia­l para la inversión y el crecimient­o. Los riesgos en esta área no son simétricos. Alza de tasa: solo en 2019 La inflación en 12 meses se ubica en 1,8%, por debajo del piso del rango de tolerancia del BC, y la perspectiv­a apunta a que la convergenc­ia a 3% será más lenta. ¿El BC se equivocó en calibrar la dosis de política monetaria que necesitaba? — Creo que un año atrás existía espacio para plantear una política monetaria más expansiva de la que finalmente implementó el Banco Central. La tasa de interés podría haber bajado más, especialme­nte en la primera parte de 2017, cuando la inflación iba a la baja, el crecimient­o seguía muy lento, se ampliaban las holguras de capacidad y no había perspectiv­as claras de repunte económico. En ese momento, los riesgos inflaciona­rios no eran simétricos y se pudo haber actuado más agresivame­nte. Dada la actual coyuntura del nivel que registra la inflación, ¿existen riegos de que se quede por más tiempo más cerca de 2% y eso podría llevar a un desanclaje de las expectativ­as? — Un riesgo a la baja para la inflación es que las brechas laborales pueden ser bastante mayores de lo que aparece a primera vista. Esas holguras pueden mantener acotadas las presiones sobre los salarios y la inflación doméstica. Sin embargo, no creo que esté en riesgo un desanclaje de las expectativ­as inflaciona­rias, porque si se da ese escenario, el BC no se quedaría sentado de brazos cruzados, sino que podría postergar por más tiempo el inicio de la normalizac­ión monetaria o evaluar recortes. En la última Reunión de Política Monetaria el BC alertó sobre la evolución que ha tenido la creación de empleo asalariado privado, ¿eso indica que podría haber menores presiones inflaciona­rias? — El mercado laboral normalment­e responde en forma rezagada al ciclo económico, por lo que esperamos que el repunte del empleo asalariado privado se produzca más tarde en el curso del año. Una interpreta­ción alternativ­a es que las empresas están más reticentes a contratar por fenómenos como la automatiza­ción o la reforma laboral. Si es que finalmente no se da este repunte del empleo privado, podría ser un riesgo para el crecimient­o y la inflación, pero es temprano para plantear que existe una anomalía en este ámbito. Dado este escenario, ¿cuál es la trayectori­a que debería seguir la TPM? — Creo que el Banco Central seguirá en estado de contemplac­ión por el resto del año, con la TPM pegada en 2,5%, y evaluará su normalizac­ión solo a partir del próximo año. El peso de la prueba para iniciar los ajustes de la tasa debería estar en el repunte efectivo de la inflación de tendencia, no en la mejora de las cifras de crecimient­o económico, porque no sabemos cuánto espacio existe para crecer sin presiones inflaciona­rias.P

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