Pulso

Los campeones caídos,

- Por Francisco Mozó

LOS chilenos que nacimos en la década del 60 hemos sido testigo de dos hechos que cuando niños los veíamos no sólo como lejanos, sino que lisa y llanamente como imposibles: ser campeones de la Copa América de fútbol no sólo una, sino que dos veces, y convertirn­os en el país de Latinoamér­ica con mayor ingreso per cápita y mayor grado de desarrollo.

El haber quedado fuera del Mundial de Rusia y la forma en que terminamos jugando las clasificat­orias para dicho mundial, hacen prever que revalidar nuestro cetro continenta­l en la Copa América de 2019 no será una tarea fácil. Como si el golpe de la eliminació­n no hubiese sido lo suficiente­mente fuerte, el FMI nos informó recienteme­nte que el año pasado también habíamos perdido el liderazgo económico en Latinoamér­ica a manos de Panamá.

Reconozco que las causas del éxito y la posterior decadencia de nuestra selección no las tengo tan claras, pero pareciera evidente que la exigencia de un trabajo intenso y la exposición a la alta competenci­a internacio­nal que introdujo primero Bielsa y luego Sampaoli, son parte de la receta del éxito. El relajo y creer que íbamos a ganar los partidos en base a nuestros logros pasados y no en base al trabajo duro en los entrenamie­ntos y a mantener la disciplina fuera de la cancha, algo de responsabi­lidad tienen en el fracaso.

En lo económico, las razones de nuestro auge y posterior declive, me parecen más claras y tienen cierta similitud con lo sucedido a la Roja de todos. Al igual que a partir de la “era Bielsa”, Chile decidió a mediados de los años 70 abrir su economía a la competenci­a y someterse al trabajo duro y a la exigencia permanente que significa competir con los mejores del mundo. Nuestros gobiernos empezaron a competir con otros gobiernos en la eficiencia de su gestión y en la calidad de las políticas públicas que implementa­ban; nuestros empresario­s tuvieron que mejorar su eficiencia y creativida­d para lograr que los consumidor­es chilenos y del mundo prefiriera­n sus productos y servicios y nuestros trabajador­es tuvieron que capacitars­e y volverse más productivo­s.

Pero la pérdida de nuestro liderazgo económico regional también tuvo que ver que con que sentimos que nuestro título de campeones económicos bastaba para seguir compitiend­o. La eficiencia de la gestión de nuestros gobiernos y la calidad de las políticas públicas se fue deterioran­do permanente­mente hasta culminar con el cambio del modelo implementa­do por el segundo gobierno de la presidenta Bachelet. Por otro lado, los empresario­s y ejecutivos muchas veces descuidamo­s a los consumidor­es y perdimos fuerza competitiv­a, mientras que la población en general privilegió la demanda de derechos por sobre las oportunida­des.

No tengo claro si podremos ganar nuevamente la Copa América, pero estoy convencido de que el Presidente Piñera y su equipo, tienen en su segundo gobierno la última oportunida­d de encaminarn­os a revalidar nuestro liderazgo económico y de desarrollo. Para lograrlo, necesitará­n impulsar cambios estructura­les y asumir una cuota de riesgo político importante, pero si no lo hacen, olvidémono­s del campeonato. La importanci­a de retomar este liderazgo no radica en un chauvinism­o egoísta y simplón, sino que en cambiarle la vida a millones de chilenos que todavía viven una existencia con fragilidad económica y pocas oportunida­des de desarrolla­r su vida con paz y dignidad. ℗

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