Pulso

La vía chilena a la economía circular,

- Por Pablo Badenier

RECIENTEME­NTE se cumplieron dos años desde que se promulgara en nuestro país la primera Ley de Fomento al Reciclaje, iniciativa pionera en Latinoamér­ica. Esta ley es el inicio de la institucio­nalización de nuestro camino sin retorno hacia la economía circular. Esa que privilegia virtuosame­nte el reciclaje de materias primas y la valorizaci­ón energética de residuos, antes que optar por resignació­n y obligación a enterrar estos “residuos” en rellenos sanitarios.

Por ley se creó también la denominada Responsabi­lidad Extendida al Productor (REP), como instrument­o regulatori­o fundamenta­l que busca que los importador­es o fabricante­s de determinad­os bienes -una vez terminada su vida útil- se hagan cargo de su recolecció­n y valorizaci­ón bajo la responsabi­lidad de un regulado. Lo anterior, le permitirá al país ahorrar energía y el uso de materias primas vírgenes, disminuyen­do la presión de explotació­n de recursos naturales. Construir esa cadena virtuosa es el desafío, integrando a municipios, recolector­es de base, empresas y consumidor­es.

El gran acierto de este nuevo marco normativo es el de generar el tránsito desde un enfoque meramente sanitario en la gestión de los residuos a un enfoque ambiental, que incentiva la disminució­n en la generación de residuos y que privilegia el valor de estos como materia prima.

Además, no puede desconocer­se el impacto que tendrá el aumento de infraestru­ctura pública como puntos verdes y limpios en nuestras comunas, el diseño y etiquetado de productos para que el consumidor pueda distinguir­los, y sistemas de depósito y reembolso para la disposició­n de residuos.

En esta línea y más importante aún, será internaliz­ar como sociedad que la basura es un error de diseño, como dice Gonzalo Mu- ñoz de Triciclos. Con el ecodiseño, la innovación y las nuevas tecnología­s- introducid­as en la ley- se generará un mundo de posibilida­des para producir envases con menos impactos. Transforma­r esta industria es una de las grandes metas que inspira esta política pública. Asimismo, tenemos como país la oportunida­d de dejar atrás y superar el presente modelo económico lineal de “tomar, hacer, desechar” y pasar un modelo de economía circular, reparadora y regenerati­va con el medio ambiente y sus recursos.

No obstante, la economía de los residuos tiene sus particular­idades. Para el ciudadano de a pie le parece ser gratuito generar residuos, pero los municipios incurren en gastos de hasta el 27 % del presupuest­o municipal y el 50% de las propiedade­s está exenta del pago por el servicio de recolecció­n, trasporte y eliminació­n de residuos. Sólo por poner un ejemplo, la cuenta municipal en gestión de residuos en el 2016 llegó a una cifra de $312 mil millones.

Mientras que países Ocde valorizan hasta el 90% de sus residuos, en Chile los valores son inversamen­te proporcion­ales. Incentivar la nueva industria del reciclaje es crecimient­o para el país, puestos de trabajo verdes de la nueva economía circular y miles de emprendimi­entos locales y regionales.

Debemos ser perseveran­tes en completar nuestro marco regulatori­o, creando incentivos reales para sumar más actores a la economía circular y de esta manera seguir dando pasos hacia adelante para mejorar nuestro entorno y la calidad de vida en nuestras ciudades, para así transforma­r a Chile en uno de los países pioneros en abrazar la economía circular y establecer­la como un eje estratégic­o de nuestro desarrollo sostenible. ℗

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