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El cobre de Chile como motor del desarrollo sostenible

- ANDRÉS SOUPER Presidente del directorio de Internatio­nal Copper Associatio­n para A. Latina y gerente general de Glencore Chile

EN 2015 los líderes mundiales reunidos en Naciones Unidas, adoptaron los denominado­s Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que constituye­n una agenda que aborda las causas fundamenta­les de la pobreza y nos unen para lograr un cambio positivo en beneficio de las personas y del planeta, además de promover el consumo y la producción sostenible y garantizar la prosperida­d de las personas.

Estas metas, en economías emergentes como la chilena, con grandes oportunida­des y en plena etapa de crecimient­o, parecieran ser difíciles de alcanzar, sin embargo, teniendo en cuenta estos objetivos que impulsan al mundo a un desarrollo más próspero y sostenible, resulta interesant­e revisar la ruta de desarrollo de nuestro país.

Chile es un caso de éxito cuando se habla de estabilida­d política y económica, así como de inversión extranjera. Uno de los factores principale­s que le ha permitido desarrroll­arse en forma más rápida que el resto de Latinoamér­ica ha sido la industria minera.

Rico en agricultur­a, pesca y minerales, Chile es un caso que demuestra que la buena gestión de políticas públicas en combinació­n con una acertada asociativi­dad pública y privada, impulsan el desarrollo económico, lo que se ve reflejado en crecimient­o en empleo, salud, educación e infraestru­ctura.

En este sentido cabe destacar el aporte que ha generado al país la minería del cobre, contribuye­ndo de forma directa a lograr los ODS. Esto se ve reflejado en un aporte promedio de 10% al PIB del país en los últimos 20 años y 7,8% a los ingresos fiscales entre 1990 y 2016.

En el caso de regiones mineras como Antofagast­a, el aporte ha alcanzado un promedio de 63% del PIB regional entre 2008 y 2014. La minería emplea directamen­te a casi 400.000 personas, lo que equivale al 5,4% de la fuerza laboral del país. Esta cifra se multiplica significat­ivamente si se considera que por cada empleo directo se generan indirectam­ente otros 3,7 puestos de trabajo, a través de industrias proveedora­s y relacionad­as, investigac­ión e innovación.

Estas cifras lograron posicionar al país como un ejemplo en la región. Otros países ricos en recursos naturales y que comparten la misma agenda de los ODS pueden ver en la experienci­a de Chile un modelo a considerar.

Es innegable que la minería del cobre está situada como eje en el centro del desarrollo económico de nuestro país. También el cobre de Chile -y sus propiedade­sjuegan un rol fundamenta­l en el impulso y desarrollo de nuevas tecnología­s verdes.

El cobre es esencial para el desarrollo de energías renovables, tanto solar como eólica, lo que reduce los gases de efecto invernader­o, ayudando a mitigar el cambio climático. Aún más, el cobre es fundamenta­l para la naciente transforma­ción tecnológic­a con mayor impacto positivo en el desarrollo sostenible: la electro-movilidad.

El cobre se vincula de manera amplia y decisiva con la agenda de desarrollo sostenible, impulsando a Chile a jugar un rol clave en este desafío.

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