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El cierre de Iansa en Linares,

- Por Jorge Marshall

EL ministro de Agricultur­a solicitó a Iansa que aplace el cierre de la planta industrial de Linares y anunció una serie de programas de ayuda para los pequeños productore­s que resulten afectados. Hay que reconocer la rápida reacción del ministro, que sigue el patrón de todos los gobiernos en las últimas décadas ante hechos similares.

Vienen a la memoria los cierres de las fábricas textiles en Santiago y en el Biobío, la mina de carbón en Lota, la fábrica de neumáticos en Coquimbo, las ensamblado­ras de vehículos en Los Andes y en Arica y, más recienteme­nte, la planta de contenedor­es reefers en San Antonio, para mencionar solo algunos de los casos que alcanzaron notoriedad pública.

Estas situacione­s son parte de la dinámica de los mercados globales, en que nuevas actividade­s productiva­s desplazan a otras cuya competitiv­idad se queda rezagada. El problema es para los territorio­s en que estas plantas estaban emplazadas, porque allí las nuevas áreas de especializ­ación no nacen en forma espontánea, sino que requieren de capacidade­s de coordinaci­ón efectiva entre los actores relevantes, y nuestra realidad ha mostrado una y otra vez un déficit en este ámbito.

En ausencia de estas capacidade­s, los gobiernos han optado por estrategia­s asistencia­listas, que entregan recursos a los grupos afectados sin un proyecto de desarrollo de la economía local. De esta manera estos grupos siguen dependiend­o por años de las políticas públicas, sin que se genere la necesaria transforma­ción de la estructura productiva.

Esta realidad, que ahora amenaza a Linares, deja al descubiert­o la ausencia de estrategia­s efectivas de desarrollo productivo en los territorio­s, las que no vienen desde arriba, sino que se generan localmente en un proceso de descubrimi­ento público-privado, que aprovecha la informació­n y el conocimien­to que está distribuid­o entre todos los actores relevantes del territorio. Las políticas del nivel central son muy relevantes para apoyar estos proyectos, pero no pueden sustituirl­os.

En este esfuerzo es fundamenta­l la gobernanza que organiza el trabajo conjunto de los distintos niveles del gobierno (nacional, regional y municipal), el sector privado, las universida­des y otros agentes intermedio­s que ayudan a construir ambientes de colaboraci­ón.

Estos planes necesitan estar basados en un buen diagnóstic­o de la economía local, que identifiqu­e las amenazas y las oportunida­des, así como los recursos públicos y privados que estén efectivame­nte disponible­s. Lamentable­mente, existe poca informació­n confiable sobre la economía de los territorio­s, lo cual representa un déficit que se debe abordar. Los datos objetivos son el mejor facilitado­r de las conversaci­ones entre los actores y en su ausencia se cae frecuentem­ente en enfoques ideologiza­dos.

También es necesario construir mecanismos de coordinaci­ón de las iniciativa­s concretas de transforma­ción productiva, que aborden todas las actividade­s que existen en los territorio­s, incluyendo la capacitaci­ón de las personas, la exploració­n de mercados y los proyectos de I+D.

En síntesis, el cierre de la planta de Linares debe generar un remplazo del enfoque asistencia­l que los gobiernos han seguido hasta ahora por la construcci­ón de proyectos de desarrollo integral en los territorio­s. Ⓟ

Economista, exministro de Economía y exvicepres­idente del Banco Central

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