Pulso

Baja de Moody’s: el tema de fondo,

- por Hernán Cheyre

EN un año, las tres principale­s agencias de clasificac­ión de riesgo han resuelto bajar la categoría asignada a la deuda soberana de Chile. La decisión recienteme­nte adoptada a este respecto por Moody´s se suma a lo que en julio y agosto de 2017 habían resuelto S&P y Fitch. Las razones son las mismas: deterioro de las cuentas fiscales, aumento en el nivel de deuda pública y caída en la tasa de crecimient­o económico efectivo y potencial. Ha resurgido la discusión acerca del origen del problema. Algunos plantean que el cambio de tendencia de la deuda partió durante la primera administra­ción del Presidente Piñera. Los números se pueden combinar de múltiples formas, pero los hechos son indesmenti­bles: en los años 2010-2012 las evaluadora­s de riesgo subieron la categoría asignada a la deuda soberana de Chile, y a contar de 2017 ésta cayó nuevamente al nivel previo que tenía. Por algo habrá sido esto.

Es importante tener claro que la clasificac­ión de riesgo no consiste en una fórmula matemática que se alimenta de determinad­as variables de la cual surge automática­mente un resultado. El proceso es mucho más complejo que eso, habiendo espacio para considerar las tendencias, pero también se incluyen factores cualitativ­os. De este análisis global surge una apreciació­n respecto de la probabilid­ad de que el país pueda pagar su deuda soberana en los términos pactados, a la cual se le asigna una “nota”, que permite establecer rankings comparativ­os y ayuda a que los mercados establezca­n un “precio” a la deuda emitida por uno u otro.

En el caso de Chile lo que preocupa a las agencias clasificad­oras no es tanto el nivel de la deuda pública vigente, sino que la tendencia que se arrastra, en un contexto en que la institucio­nalidad subyacente a la política fiscal perdió credibilid­ad, y en un escenario en que el crecimient­o económico se deterioró significat­ivamente. En definitiva, la categoría de riesgo asignada a Chile sigue siendo “buena” en términos comparativ­os (estamos a la par de países como Israel, China y Japón), pero las señales de deterioro subyacente­s a la decisión de haber bajado la clasificac­ión es lo que se debe subsanar.

Con mucho esfuerzo nuestro país logró construir una sólida reputación en materia de riesgo crediticio, que le permitió acceder a fondos en mejores condicione­s que otras economías emergentes, cimentando así un pilar competitiv­o de gran relevancia. Así como el disponer de energía “barata” fue una ventaja para algunos durante algún tiempo, Chile ha tenido como ventaja el bajo costo de endeudamie­nto. En esto radica la importanci­a de retomar la clasificac­ión de riesgo.

Pero para recuperar la fortaleza fiscal no va a bastar con tener un manejo más ordenado de las cuentas. Tal como lo advierte Moody’s, un desafío pendiente es aumentar la productivi­dad, y para ello se requiere abordar ámbitos que van desde la diversific­ación de las exportacio­nes al mejoramien­to de la calidad de la educación, capacitaci­ón de la fuerza laboral, mayor participac­ión de la mujer en el trabajo y mejorar la infraestru­ctura. Es decir, los temas de fondo que hace tiempo venimos discutiend­o. Concentrem­os la discusión en cómo abordar estos problemas estructura­les en forma decidida, apoyemos con buena voluntad política reformas en esta dirección y no nos quedemos en la discusión estéril. Ⓟ

Instituto de Emprendimi­ento UDD

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