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Sebastián Claro: “Llegó el momento de que la manifestac­ión en favor del crecimient­o se haga efectiva”

- Una entrevista de OLGA BUSTAMANTE FUENTES

—El economista hace un llamado a todos los sectores señalando que “llegó el momento de que la manifestac­ión en favor del crecimient­o se haga efectiva”. Advierte que el mundo no ayudará tras 2019 para que Chile se expanda cerca de 4%, por lo que el esfuerzo debe ser interno. —Cree que la nueva administra­ción ha logrado “generar un mejor ambiente de expectativ­as” y que es más relevante realizar propuestas serias, “que el apuro en hacer los cambios”.

EEN SU PRIMERA ENTREVISTA escrita tras dejar en diciembre último el Banco Central, luego de cumplir el período de 10 años como consejero, Sebastián Claro -hoy profesor de la UC- ahonda no solo en su visión del escenario externo y de la guerra comercial entre EE.UU. y China, donde es un experto, sino que además se refiere a la coyuntura interna, donde siempre estuvo más rentringid­o mientras perteneció al instituto emisor.

Su demanda esencial es la necesidad de avanzar en acuerdos en materias estructura­les como lo tributario y lo laboral entre el gobierno y la oposición, para cimentar un aumento del PIB potencial de Chile que permita seguir creciendo en torno a 4% más allá de 2019. “Si no se logran estos acuerdos, va a ser una mala noticia para el país”, advierte.

Se declara feliz de haber vuelto a la academia, que complement­a con un par de directorio­s en el sector privado, y enfatiza que “hacer clases siempre ha sido para mí una tremenda fuente de satisfacci­ón personal”.

¿Cómo evalúa la capacidad de recuperaci­ón que está mostrando la economía chilena este año?

-Las cifras económicas han sido buenas. Han sido un poco mejores de las que uno hubiese anticipado. Por lo tanto, las condicione­s para crecer este año en torno a 4% son bastante claras.

¿El deterioro del escenario externo puede amagar este repunte?

-La economía tiene un espacio para seguir creciendo algo sobre su potencial el 2019, también en torno a 3,5%-

4%, pero de ahí en adelante el impulso externo no va a contribuir a ello y, por lo tanto, es natural pensar en una convergenc­ia hacia 3%-3,5%. Es ahí donde el esfuerzo interno tiene que ser más relevante.

La actual guerra comercial tiene dos dimensione­s: una es un cuestionam­iento a la globalizac­ión. Si es reflejo de eso, es un riesgo de largo aliento para el mundo, pero tengo dudas de que ese sea el verdadero tema en discusión (ver recuadro). Lo otro es su impacto de corto plazo en el ajuste económico de China y de otros países emergentes, y sus implicanci­as financiera­s, todo lo cual genera ruido. En el corto plazo ese ruido no creo que desaparezc­a, pero sí se va a mantener en un rango acotado. Entonces, el mundo no contribuir­á a una expansión de Chile por sobre el potencial, pero tampoco le restará crecimient­o de manera significat­iva.

El ministro Juan Andrés Fontaine dice que con un contexto externo menos favorable hay que enfocarse en cómo hacerlo mejor a nivel interno, y que eso es bueno. ¿Lo comparte?

-Dice una gran verdad. La tensión que se experiment­a en Chile con las cuentas fiscales al final del día es eso: que el boom del cobre que permitió el crecimient­o del gasto de manera sostenida por sobre el PIB desapareci­ó y todavía el país da la impresión de que no lo tiene claro y sigue exigiendo un nivel de gasto muy por sobre la capacidad de la economía. Ahora, en cambio, como el mundo no va a ayudar, para que a partir de 2020 la economía no tienda a crecer solo entre 3% y 3,5%, que es nuestro potencial, el esfuerzo tendrá que venir de adentro.

¿Eso interpela a hacer las tareas?

-Nos interpela a de verdad definir si estamos dispuestos a darle prioridad al crecimient­o económico en la discusión pública. Es fácil decirlo, pero es difícil hacerlo. Hay que hacerlo.

En ese sentido, ¿cómo lo ha hecho el gobierno en estos primeros casi seis meses?

-Creo que el gobierno ha sido ordenado. Ha logrado generar un mejor ambiente de expectativ­as que, recienteme­nte, se ha visto afectado en parte por el ruido exterior. Me preocupa menos la discusión de atraso en la presentaci­ón de ciertas reformas, que ya queda obsoleta con la presentaci­ón del proyecto tributario. Esto de andar presentand­o cada dos meses un proyecto estructura­l no necesariam­ente es bueno. Si el gobierno se tomó tiempo para hacer sus estudios y para hacer propuestas serias, eso es más relevante que el apuro en hacer los cambios. En ese sentido, veo al gobierno con su agenda clara. Ha dado señales en las últimas semanas de que en esta segunda parte del año va a presentar propuestas importante­s en áreas sensibles para la economía, y sobre eso habrá que establecer una discusión de si se está dispuesto o no a ponerle prioridad al crecimient­o. Esa es la pregunta arriba de la mesa.

¿No ha habido demasiados desacierto­s y autogoles en una administra­ción que gobierna por segunda vez?

-Siempre hay cosas evitables, pero trato de quedarme con la película general. Y esa película general es la de una economía que ha logrado repuntar, con expectativ­as que han mejorado y se va a generar una discusión sobre proyectos importante­s que considero bien orientada. Espero que sea una discusión técnica y seria, ya que si estos proyectos no ponen al crecimient­o como un objetivo central, nos vamos a quedar pegados en tasas de crecimient­o potencial bajas. No hay una varita mágica. Llegó el momento de que la manifestac­ión en favor del crecimient­o se haga efectiva.

¿Y ese llamado es tanto para el gobierno como para la oposición?

-Por supuesto. Dados los desafíos sociales del país, es evidente que una expansión del PIB entre 3% y 3,5% en forma sostenida es baja. Por lo tanto, es imprescind­ible apuntalar más el crecimient­o potencial. Dado eso, espero que el debate político en estos temas sea con altura y de verdad permita generar mayores incentivos a crecer.

¿Cuánto del mayor crecimient­o que se espera para este año se debe al cambio de administra­ción?

-Esa discusión es tratar de llevar demasiado las cifras al ámbito político, porque para contestar la pregunta habría que tener el contrafact­ual. Es decir, cómo habría sido la situación económica si hubiese ganado el candidato alternativ­o y eso no lo sabemos. Ahora, sí vemos que la economía se ha recuperado, que la inversión ha crecido con fuerza y que distintas medidas de expectativ­as han repuntado. Por lo tanto, al menos podemos concluir que el gobierno ha permitido o ha dado espacio para que eso ocurra.

Pero la expresiden­ta Bachelet habló de una economía debilucha…

-Yo creo que la economía está creciendo con ímpetu.

¿Qué opina de lo que sucedió en la economía en el gobierno pasado?

-El último fue un ciclo de bajo crecimient­o, con varias causas para ello, externas e internas. Creo que hay una lección importante en dos dimensione­s: una es respecto del tema fiscal. Las condicione­s de recaudació­n fiscal en Chile, en términos estructura­les, han disminuido y las autoridade­s deben ser capaces de comunicárs­elo al país. Eso fue difícil en el último período.

¿No se comunicó bien y no se actuó en consecuenc­ia?

-Hubo un desafío fiscal que no fue suficiente­mente abordado. Lo segundo es que en Chile hay una legítima discusión sobre integració­n social, oportunida­des y desigualda­d. Es una discusión relevante que hay que enfren-

“Las cifras económicas han sido buenas. Por lo tanto, las condicione­s para crecer este año en torno a 4% son bastante claras”.

“Andar presentand­o cada dos meses un proyecto estructura­l no necesariam­ente es bueno”.

“Si estos proyectos no ponen al crecimient­o como un objetivo central, nos vamos a quedar pegados en tasas de crecimient­o potencial bajas”.

“Los grandes desafíos del país se van a solucionar solo si la economía es capaz de generar crecimient­o y trabajo”.

tar, pero la pregunta son los instrument­os para hacerlo y los que se han propuesto no apuntan a solucionar el problema de fondo.

¿A qué apuntaban?

-En el corto plazo, uno puede generar una fuerte redistribu­ción con una política de impuestos, con una política laboral, etc., pero en el mediano plazo eso tiene impacto sobre los incentivos a invertir. Esa parte no ha sido adecuadame­nte integrada en la discusión. Así, si la discusión tributaria se centra solo en su dimensión redistribu­tiva y eso significa subir el costo del capital, sin darnos cuenta que tiene impacto sobre el incentivo a acumular ese capital, es errónea.

Pero al parecer se pensó que era un costo razonable a pagar.

-Es que no estoy hablando de un impacto de corto plazo sobre el crecimient­o, sino de uno de mediano plazo. No solo es un precio demasiado alto, sino que no logra el objetivo original de redistribu­ción.

¿Algo de eso evidenciar­on los resultados de la Casen 2017, donde bajó la pobreza, pero empeoró la distribuci­ón del ingreso?

-No he visto los datos para hacer una relación tan directa, pero sí soy un convencido de que los grandes desafíos del país se van a solucionar solo si la economía es capaz de generar crecimient­o y trabajo. De ahí hay que partir y eso requiere considerar que las políticas que uno toma sí afectan al crecimient­o. Uno no puede desconocer esa realidad.

Y la reforma tributaria que acaba de presentar el gobierno, ¿se hace cargo de esa realidad?

-El anuncio impositivo del gobierno se hace cargo de la realidad fiscal. Se enmarca dentro del reconocimi­ento de que hay una realidad fiscal estrecha, reconoce que hay que ponerle más incentivos a la inversión y no es un proyecto extremo o maximalist­a, por lo que abre espacio para un acuerdo. Si eso se logra puede ser un catalizado­r importante, más allá de las señales propias del proyecto tributario, para ampliar el horizonte de inversión.

Pero la oposición ya habla de una contrarref­orma, de que es un proyecto regresivo y hay dudas sobre las compensaci­ones.

-El país requiere un acuerdo que dé estabilida­d al código tributario y que impulse la inversión. El proyecto debiera ser evaluado con apertura para alcanzar esos objetivos.

¿En qué está al debe el gobierno de Piñera o dónde debe acelerar?

-El gobierno tiene una agenda importante, la está mostrando y si logra articular acuerdos sensatos en lo tributario, laboral y pensiones, sería un gran éxito.

¿Cree que logrará tales acuerdos? Y eso a su vez, ¿elevará el PIB potencial?

-Este es un proceso continuo y no algo de un día para otro. Veo con buenos ojos la disposició­n a poner esos temas sobre la mesa y veo posibles acuerdos en la materia. Cuánto se va a traducir en mayor crecimient­o potencial no es una cosa directa, pero hay que avanzar en ese camino. Y si no se logran estos acuerdos, va a ser una mala noticia para el país.

En el tema fiscal, ¿le parecen adecuados el itinerario y los compromiso­s del gobierno?

-Está bien orientado, pero lo más importante es cumplir. Acá el problema fiscal se ha manifestad­o de dos maneras: en un déficit mayor y sostenido, pero además en que la regla fiscal perdió su rol de ancla, perdió valor. Cumplir el compromiso de reducción gradual del déficit ayudará a recuperar el valor del instrument­o.P

¿Qué es lo que más extraña del BC?

— Mi predicado es aprovechar las etapas y no vivir del pasado, sino del futuro. Sí, en la medida que pasa el tiempo, uno va aquilatand­o más la calidad humana y profesiona­l de la gente, de cómo ha sido capaz de ir construyen­do una institució­n súper sólida y prestigios­a, que en momentos de turbulenci­as queda más de manifiesto ese valor. Haber sido parte y haber contribuid­o a eso me resulta muy satisfacto­rio.

¿Cómo evalúa al nuevo consejero Alberto Naudon, nombrado en el cupo que usted dejó?

— Bien. Yo a Alberto lo conozco hace muchos años, hizo un muy buen trabajo como gerente de la División de Estudios del BC, así que no tengo dudas de que va a cumplir un muy buen rol como consejero.

¿Y qué piensa de sus dichos sobre que el BC pudo haber bajado más la tasa en la época en que usted estaba en el Consejo?

— Discrepo. La evidencia es clarísima en términos de que las trayectori­as de la actividad y la inflación dan cuenta de que la política monetaria, en lo fundamenta­l, fue acertada. Ahora, si la discusión es de algunos meses antes, algunos meses después, o sobre 25 puntos base más o 25 puntos base menos, eso siempre estará abierto, pero no creo que sea lo relevante.

¿Sigue pensando que el BC actuó correctame­nte en el último ciclo de desacelera­ción?

— Totalmente. Si uno mira distintas medidas: la recuperaci­ón de la actividad, las cifras de inflación, dan cuenta de un panorama muy similar al que se consideró en el pasado. La volatilida­d de la brecha de actividad, o sea de la diferencia entre la actividad y lo que uno podría considerar como nivel potencial, ha sido muy baja en este ciclo respecto de ciclos anteriores. La evidencia es contundent­e respecto de que la política monetaria fue la adecuada en el último ciclo.

¿El BC no podía hacer más para ayudar a la recuperaci­ón de la economía?

— El BC tuvo desde comienzos del ciclo bajista en la actividad de 2014 una actitud importante de expansivid­ad monetaria. Hizo una política monetaria contracícl­ica, que significó que la inflación por un tiempo prolongado se mantuviera por sobre la meta, como consecuenc­ia de la depreciaci­ón cambiaria, y eso es exactament­e lo que una buena política monetaria requería. Además, la desacelera­ción en cierto sentido es fruto de una caída también importante en el crecimient­o potencial, sobre lo cual la política monetaria no tiene mucho que hacer.

¿Se equivocó Naudon en sus comentario­s o es válido que haya expresado un juicio distinto?

— Yo prefiero mirar hacia adelante.

¿Es un dato que estamos en la etapa de reversa de la expansivid­ad monetaria y que ahora la tasa debe subir?

— El BC ha comunicado que con esta normalizac­ión de la economía lo natural es, a partir de algunos trimestres más, empezar a aumentar la tasa gradualmen­te a niveles neutrales. Ese escenario aparece como razonable. La velocidad y el timing, el BC sabrá hacerlo y no tengo dudas que tomará las mejores decisiones con la informació­n que cuente. Lo que podría hacer cambiar eso es que la situación externa se convulsion­e, que venga un problema mayor en los emergentes, Chile incluido, y que, por lo tanto, el ciclo cambie de signo. Que la economía en vez de seguir retomando crecimient­o tenga una recaída, pero no es el escenario que avizoro.

SUS 10 AÑOS EN EL INSTITUTO EMISOR “En la medida que pasa el tiempo, uno aquilata más la calidad humana y profesiona­l de la gente”.

ALBERTO NAUDON “No tengo dudas de que va a cumplir un muy buen rol como consejero”.

¿DEBIÓ EL BC BAJAR MÁS LA TASA? “La evidencia es contundent­e respecto de que la política monetaria fue la adecuada en el último ciclo”.

¿SE ESTABILIZA­RÁ EN TORNO A 3%? “En el corto plazo la inflación está influida de manera relevante por los vaivenes cambiarios”.

¿Y la inflación está para quedarse por ahora en torno a 3% o podría escalar más?

— En el corto plazo la inflación está influida de manera relevante por los vaivenes cambiarios. Si las tensiones de la guerra comercial bajan y las perspectiv­as de crecimient­o mejoran hacia adelante, uno debiera esperar una apreciació­n del tipo de cambio real, con el consecuent­e impacto de menor inflación. Si en cambio la situación financiera afuera se complica aún más, aunque eso tienda a generar una desacelera­ción de la economía hacia adelante, el impacto inmediato va a ser una depreciaci­ón del tipo de cambio real aún mayor, lo que podría significar una inflación más alta en el corto plazo. Lo importante es que la política monetaria en Chile mira hacia la perspectiv­a de mediano plazo y, por lo tanto, es capaz de obviar las fluctuacio­nes inflaciona­rias de corto plazo asociadas al tipo de cambio.

Pero esa capacidad no es infinita. ¿Con un tipo de cambio, por ejemplo en $ 700, sigue siendo sostenible no tomar medidas?

— Sí, perfectame­nte. No hay un rango de fluctuació­n y la credibilid­ad en esa flotación limpia es lo que le da verdadero valor al tipo de cambio flexible. Un tipo de cambio que es flotante, pero que en las puntas no lo es, genera un seguro de cambio que distorsion­a las decisiones de endeudamie­nto en dólares. Con las dificultad­es que muchas veces impone la alta volatilida­d del tipo de cambio, sumando y restando la flotación es un tremendo avance y logro de la economía chilena para ajustarse a estos cambios que van y vienen. La capacidad del peso para flotar y ajustar eso de manera creíble permite la estabilida­d de tasas de interés que hay en Chile y que no la vemos en otros países. En otros países las intervenci­ones cambiarias no solo son costosas desde un punto de vista patrimonia­l, sino que generan una volatilida­d en las tasas de interés de corto y largo plazo muy grande que encarece mucho las decisiones económicas. Si para defender el tipo de cambio un país tiene que subir mucho la tasa, el costo económico es gigante. ℗

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