Pulso

Despertemo­s, ya no hay vuelta atrás,

- por Pedro Pellegrini

DESPUÉS de llegar del Chile Day, siempre se traen perspectiv­as distintas o más profundas de lo que debe preocupar al empresaria­do y a los directorio­s.

Las presentaci­ones fueron variadas, pero todo lo relacionad­o a lo digital fue lo que más llamó la atención. No sólo hubo discusione­s interesant­es respecto a los temas denominado­s Fintech -o cómo la apertura de datos en el negocio bancario puede generar distintas formas de financiami­ento-, sino que también, todo lo relacionad­o a la cibersegur­idad.

Lo mismo ocurrió en las reuniones con diversos estudios de abogados en Londres, donde me mencionaba­n el enorme trabajo por los cambios generados por la nueva ley europea de manejo de datos, llamándola ingeniosam­ente “Dataclismo”. También, todos los abogados sabían del hackeo al Banco de Chile y de la demanda que debieron presentar en Hong Kong, preguntand­o qué medidas estaban tomando las demás empresas en este asunto.

Nunca he creído en las coincidenc­ias, pero al momento de mi llegada a Londres, una conocida línea aérea de ese país me avisaba por correo que mis datos de mi tarjeta de crédito habían sido sustraídos por un robo informátic­o. Y, a mi regreso, encontré la noticia del robo de datos a Correos de Chile. En suma, en este asunto, pareciera que una golondrina sí está haciendo verano y, como tal, es nuestro deber adelantarn­os para este Dataclismo, que ya está empezando a sentirse en Chile.

La presentaci­ón final de nuestro ministro de Hacienda no pudo ser más oportuna. En un enorme auditorio repleto de ejecutivos y empresario­s chilenos, y de autoridade­s e inversioni­stas extranjero­s, se anunció un nuevo proyecto de ley para la Cibersegur­idad, que se basaría en estándares internacio­nales aplicables especialme­nte para todo el sector financiero, pero también para las demás empresas en un sentido amplio. Esta nueva regulación impondrá la necesidad de adoptar procesos de monitoreo, detección y de respuesta para actividade­s anómalas, con la obligación de clasificar el tipo de datos o informació­n confidenci­al para resguardad su integridad. Las nuevas normas también afectarán a los gobiernos corporativ­os, imponiendo claras responsabi­lidades y sanciones por la falta de un adecuado manejo de los riesgos informátic­os.

Esperemos que este proyecto junto con el de protección de datos salga rápido, o que no entre a nuestro congreso como un caballo y salga como un camello. Mientras tanto… ahora… ya… correspond­e despertarn­os frente a esta realidad. Lamentable­mente, en Chile no se ha visto este problema de la manera como se percibe en Europa y basta con ver que la proporción de las inversione­s en seguridad tecnológic­a, es mínima en comparació­n con las empresas de los países de la Ocde.

Lo digital trae enormes beneficios comerciale­s y de eficiencia, pero también -como todo-, el riesgo creciente de vernos afectados o de ser responsabl­es por no evitar los “crímenes del futuro”. Será decisión nuestra si queremos seguir viviendo en “Wonderland”, o tomar ahora las medidas tecnológic­as y legales. Para mí, en esto, ya no hay vuelta atrás. ℗

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