Retirando estímulo monetario,
Si bien es probable que la autoridad aumente nuevamente la tasa en su reunión de diciembre, el mensaje de gradualidad y cautela debería interpretarse como una reevaluación de los escenarios de riesgo para la actividad local y con esto la velocidad de retiro del estímulo monetario. Como todo viaje que se emprende en medio de un mal clima, lo responsable es hacerlo a baja velocidad, sacrificando la hora de llegada si es necesario. Otras veces el clima es tan adverso que requiere cancelar el viaje, pero por ahora no hay argumentos sólidos para pensar en este escenario.
El Banco Central dio inicio a su proceso de retiro del estímulo en octubre, señalando como punto de llegada una tasa en torno a 4,25% hacia el año 2020. A pesar de que existían buenos argumentos para esperar algunos meses, la autoridad decidió aumentar la tasa de política en 25 puntos base, pero indicándonos que el proceso seguirá de forma gradual y con cautela. Con esto nos confirma el momento de la partida y el punto de llegada, pero señaliza una trayectoria menos agresiva en el corto plazo que la esperada por el mercado.
Así fue como lo interpretó gran parte del mercado, ya que a pesar del aumento de la TPM las tasas disminuyeron a lo largo de la curva, especialmente a plazos largos, evidenciando que incluso el punto de llegada de la TPM podría estar en duda. La tasa nominal a 10 años plazo disminuyó cerca de 10 puntos base, profundizando el aplanamiento de la curva de rendimiento local, que va más allá de lo visto durante el año en otros países emergentes y exportadores de commodities, e incluso más que en Estados Unidos. El mercado comienza a construir certezas respecto a que el repunte del crecimiento no será tarea fácil en los próximos años.
A pesar del alza reciente de la TPM, y de que probablemente se ejecute otra en diciembre, la materialización de riesgos a la baja en actividad local y empeoramiento de condiciones externas hacen pensar que este proceso deberá tomar una pausa. El crecimiento de la actividad esperado por el Banco Central para 2018 es de 4%-4.5%. Este rango, que debe ser ajustado a una proyección puntual en el próximo IPoM de diciembre, revela no sólo la capacidad de la autoridad para pronosticar el dinamismo de la economía, sino también que la trayectoria de la TPM es la adecuada para que la actividad se ubique en ese rango. Si embargo, la actividad no minera muestra un menor dinamismo y el consumo comienza a desacelerarse, signos claros de debilidad en la demanda que deberían zanjar las dudas respecto a las cifras del mercado laboral.
Ante esto, el principal riesgo viene de un Banco Central que vaya muy rápido en su proceso de retiro de estímulo, presionando al alza las tasas de corto plazo y poniendo trabas anticipadamente a la demanda interna. En el plano externo, recientemente el FMI redujo su proyección de crecimiento mundial y nos mostró distintos escenarios dependiendo de la profundización de los conflictos comerciales. Más allá de que no hubo una referencia explícita a este hecho en el último comunicado de la reunión de política monetaria, probablemente este tema fue muy discutido y el mensaje de cautela transmitido por el Consejo viene por la materialización de los riesgos externos. ℗
Economista Senior de Scotiabank