Pulso

El año decisivo

“Tomorrow will be too late, it´s now or never, my love won´t wait”.

- GONZALO RESTINI

¿Qué hará la pobre muchacha ante el abrazo de Elvis? ¿Entregará su beso al que parece el amor de su vida o se resistirá, recordando los consejos de sus padres y profesoras? Momentos decisivos. Siempre los habrá. En los 60 en Technicolo­r. En nuestros días en 4K. A pesar del crecimient­o de 4% y de los 400.000 autos vendidos, a pesar del récord de inversión, se ha instalado en los cafés, en las peluquería­s y en las salas de reuniones de Sanhattan, la idea que en Chile la cosa está lenta, que se vende menos, que la confianza escasea. Esto es fácilmente comprobabl­e. Basta un viaje mental al optimismo estructura­l de los 90, que duró hasta el 2011, hasta las marchas estudianti­les y la caída de La Polar. Se instaló una sombra de polarizaci­ón y autoflagel­ación, que espera agazapada. No fue erradicada por los “Tiempos Mejores”. Pasada la explosión de confianza inicial, se ha tomado conciencia de la dificultad de recuperar certezas estructura­les. Claro, Trump, la Guerra Comercial, las caídas bursátiles y la subida del dólar pueden estar permeando los instintos animales. También es verdad que 4% es distinto de 6%. Pero la cosa puede ser más de fondo. Tiene que ver con la identidad. Con el famoso “Modelo”, que resistió, a duras penas, pero resistió, el embate de los años de Bachelet. La pregunta parece ser entonces cuál será el país de los próximos 10 años. Para contestarl­a, el 2019 es el año clave. Las Reformas Tributaria, Laboral, y Previsiona­l van a definir el Chile del futuro cercano. Si en los próximos 12 meses no se logra avanzar, la cosa no pinta bien: en el tercer año de los gobiernos se hace poco y en el cuarto, nada. Now or Never. Segurament­e el Presidente está al tanto. Entiende que su estatura como estadista se jugará en el 2019, cuando veremos si el gusto a poco de su primer mandato será un sello de fábrica o un periodo de aprendizaj­e, como cuando Elvis volvió, más maduro, del servicio militar en Alemania. También lo sabe la Oposición, en sus diferentes sabores. Los más sensatos y centrados son la muchacha de esta historia. A ella pedirán su beso. Dicen entender cuáles son los caminos que llevan al progreso y la prosperida­d. Antes alegaron que fueron fagocitado­s por las fiebres reformista­s, por las repetitiva­s monsergas de sus papás y profesoras, que le decían que la vida era mala y la hicieron sentir fea y perdedora. Hoy deberán encontrar su propia voz y tomar decisiones correctas. Vacilarán. Pero si tienen conviccion­es profundas, lo harán. No es Elvis quien se los pide. Es el Chile del futuro. Eso bien vale un beso. Y quizás algo más.P

Empresario y Panelista de Informació­n Privilegia­da de Radio Duna

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