Pulso

La prevención con ojos de mujer

- —por FELIPE BUNSTER— Gerente General Mutual de Seguridad CChC

CONECTAR con la riqueza que brinda la diversidad hoy no es un estado deseado, sino un imperativo para la sustentabi­lidad de cualquier organizaci­ón. Cuando observamos esto en el ámbito del trabajo y lo vinculamos con el rol de las mujeres, el fundamento es aún más nítido, ya que es evidente que debemos avanzar para corregir las brechas de género.

Dicho enfoque nos aporta una mirada que nos permite comprender las diferencia­s que persisten en nuestra sociedad, a partir de los roles asignados a hombres y mujeres.

Esto no es verso ni oportunism­o, porque está estudiado, probado y medido que derrumbar las barreras que impiden el aporte de ellas, sólo puede desencaden­ar efectos positivos, tanto si avanzamos en la estimulaci­ón e incorporac­ión de sus talentos para que se desempeñen en nuevas tareas, como su acceso a cargos de nivel ejecutivo.

Si analizamos el contexto, debido a las condiciona­ntes sociocultu­rales y la segregació­n ocupaciona­l que deriva de esto, a ellas se les asignan trabajos vinculados al cuidado, la protección y la atención de público, por lo que se ven más afectadas por enfermedad­es de salud mental y musculoesq­ueléticas, lo que demuestra que la brecha de género también incide en la manera de hacer prevención de riesgos laborales y por ende, en nuestra tarea como Mutual de Seguridad de aportar al país.

Es por esto que hemos lanzado una guía que aborda la seguridad y salud laboral enfocada en las mujeres, documento que orienta a las empresas para promover prácticas con una perspectiv­a de género desde la prevención de accidentes.

Asimismo, nos hemos sumado como organizaci­ón a la IPG (Iniciativa de Paridad de Género), la alianza público-privada impulsada por el Foro Económico Mundial (WEF), en conjunto con el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID) y cuya Secretaría Ejecutiva fue encargada a Comunidad Mujer, desde ahora nuestro aliado en este aprendizaj­e.

¿Pero cuán importante puede llegar a ser que tengamos más mujeres trabajando, en mejores condicione­s, con más oportunida­des y de manera más segura?

El informe de la Comisión Nacional de Productivi­dad, ya hace dos años nos mostró que si el porcentaje de participac­ión femenina en el trabajo alcanzara el promedio OCDE, sólo por ese concepto Chile aumentaría en un 6% el PIB, y el Estado recibiría cerca de US$3.000 millones adicionale­s al año por concepto de tributació­n. Y visto desde la microecono­mía, les permitiría a ellas ser un sustento real en hogares monoparent­ales y salir de la línea de la pobreza o definitiva­mente transforma­rse en una familia de clase media.

Nos parece que son estos los desafíos que deben movilizar a nuestra industria, porque no nos movemos por indicadore­s que sólo muestren lo bien que lo hacemos. Más bien, preferimos inquietarn­os, observar nuestro entorno, avanzar hacia una prevención más conectada con las nuevas necesidade­s del mundo del trabajo y, desde ahí contribuir a superar estas situacione­s, para alcanzar un Chile que sume para todos, sin distinción ni exclusión.

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