Pulso

Cómo se gestó el imperio vitiviníco­la de Agustín Huneeus

- Un reportaje de TAMARA FLORES TOLEDO

Sin saber de vinos y con 23 años, el empresario llegó a la administra­ción de Viña Concha y Toro por una casualidad. Allí aprendió y se encantó con una industria que hoy lo reconoce como pionero en su desarrollo, tanto en Chile como en Estados Unidos. Retirado del día a día de los negocios, en su hijo Agustín Francisco -envuelto en el escándalo de las admisiones universita­rias fraudulent­as- descansa su destacada trayectori­a empresaria­l.

CCuando se menciona el nombre de Agustín Huneeus Cox (86) en la industria del vino no hay dos opiniones. El empresario -padre de Agustín Francisco, envuelto en el escándalo de las admisiones universita­rias fraudulent­as en California- despierta gran admiración en el rubro y es reconocido como uno de los pioneros del desarrollo vitiviníco­la nacional y en Estados Unidos, donde además se le cataloga como una de las personas más perspicace­s y exitosas del mercado. Huneeus Cox llegó al vino “por casualidad”, según lo reconoció en una entrevista concedida a la prestigios­a revista Decanter en 2015. Terminaban los años 50 y, por ese entonces, Concha y Toro, que había sido una florecient­e compañía -se había listado en Bolsa en 1933, mismo año en que realizó la primera exportació­n-“estaba completame­nte deteriorad­a”, debido a un foco de negocios centrado en los vinos a granel, de bajo valor, detalló a dicho medio. Y fue en ese entonces cuando un amigo -un trader de más edad que élllegó con la idea de sacar a Concha y Toro del pozo en el que estaba, para lo que, junto a otros inversioni­stas, debían comprar una participac­ión mayoritari­a. Así lo hicieron y Huneeus, con 23 años, quedó a cargo de la gestión de la viña. El amigo visionario era Eduardo Guilisasti Tagle, padre de Eduardo y Rafael, actuales gerente general y vicepresid­ente de la principal viña local. Desde ese momento, contó Huneeus a la publicació­n, su relación con el vino se hizo indisolubl­e, al tiempo que Concha y Toro despegaba de la mano de Casillero del Diablo. La etiqueta comenzó a ser distribuid­a en algunos países sudamerica­nos por Seagram, una de las mayores destilería­s del mundo en esa época. Fue el propio presidente de esa multinacio­nal canadiense el que reclutó a Huneeus Cox, en la década del 70, para dirigir la filial en Argentina. The New York Times, en un artículo de 1999, detallaba, sin embargo, que fue el desacuerdo con el gobierno de Salvador Allende lo que lo gatilló a aceptar el nuevo puesto. Desde allí, en 1974, saltó a la posición de vicepresid­ente internacio­nal, radicándos­e en Nueva York.

Desembarco en California

Fue el trabajo en Seagram el que llevó a Agustín Huneeus a California, donde conoció los viñedos y valles que por ese entonces ofrecían, al igual que en Chile, vinos baratos para poder competir. Su esposa, Valeria Quesney, se especializ­ó en viticultur­a, coronando su experienci­a con un doctorado en microbiolo­gía. Así que la pareja, con todo ese conocimien­to a cuestas, decidió radicarse en el valle y comenzar de nuevo con el negocio del vino. De ahí, la trayectori­a de los Huneeus Quesney ha estado marcada por diversos emprendimi­entos vitiviníco­las california­nos. Partieron, junto a algunos socios, con la compra de Noble Vineyards, para luego adquirir Concannon, la que posteriorm­ente también se vendió. A esas alturas, Huneeus ya se había hecho un nombre, y por ello, junto a un amigo, asesoraron a la familia Eckes, dueña de Franciscan Estates, una bodega del valle de Napa, cuya calidad de los vinos impresionó al empresario chileno. Esto selló su ingreso como socio, logrando instalar la marca en un segmento de calidad. Su esposa manejaba un viñedo en Gilroy, el que vendieron para instalarse definitiva­mente en Napa, partiendo literalmen­te de cero, solo con la tierra. Y fue ella quien encontró el dato de un amplio terreno en Rutherford, el que hoy es Quintessa, marca de vinos ícono que, junto a otras etiquetas reconocida­s en el mercado, forma parte de Huneeus Vintners, el negocio que formó en 2004 junto a su hijo Agustín Francisco. A Huneeus también se le reconoce la técnica y calidad de sus vinos. “Se le considera un pionero con su Cuvee Sauvage, el primer Chardonnay de fermentaci­ón de levadura salvaje del Valle de Napa, y Magnificat, una de las primeras mezclas patentadas al estilo de Burdeos del Valle de Napa”, se lee en la página web de Long Shadows, conglomera­do de siete marcas de vino ultrapremi­um del valle de Columbia, en la que el empresario chileno figura como miembro del directorio. No fue sino hasta la década del 90 que la mirada de Huneeus volvió a Chile. El lugar elegido fue el Valle de Casablanca, que hasta la llegada del empresario no figuraba en el mapa vitiviníco­la local, y allí fundó Veramonte, alcanzando notoriedad también en la escena local. En 2016, Huneeus vendió Veramonte a González Byass, empresa española centenaria, dueña del jerez Tío Pepe. “Acá en Chile el hijo no fue capaz de armar equipo (...). Lo que hizo no tuvo éxito”, comentó una fuente de la industria sobre los motivos de la venta, aun cuando sus vinos llamaban la atención. Con el foco nuevamente en California y ya avanzado en edad, Huneeus Cox dejó de participar activament­e de la administra­ción del negocio familiar, para dejarlo en manos de Agustín Francisco, quien, hasta conocerse el escándalo, estaba llevando de manera exitosa el emprendimi­ento familiar. Sobre él no solo pesa toda la trayectori­a empresaria­l del apellido Huneeus, también cargos por conspiraci­ón, que lo mantienen en libertad bajo fianza y bebiendo, sin duda, su trago más amargo.

 ?? FOTO: ARCHIVO ?? Los vinos de Agustín Huneeus Cox han ganado notoriedad en el mercado gracias a su alta calidad.
FOTO: ARCHIVO Los vinos de Agustín Huneeus Cox han ganado notoriedad en el mercado gracias a su alta calidad.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile