Pulso

¿A quién le importa que falten billetes de $1.000 y $2.000?

- JAVIER ETCHEBERRY Presidente Ejecutivo Multicaja

HACE pocos días en este diario se daba cuenta que el Banco Central le había solicitado a los bancos que disponibil­izaran también billetes de $1.000 y $2.000 en sus cajas y cajeros automático­s (ATM). Parece un problema extraño, sacado del siglo pasado o que sólo podría darse en otras latitudes, sin embargo, ocurre hoy en Chile.

Si consideram­os que los ATM se han mantenido en unos 8.000 estos últimos 6 años, a pesar del crecimient­o de las necesidade­s, concentrán­dose en las grandes ciudades, y en los sectores de mayores recursos, resulta problemáti­co que para la gran mayoría se le haga cada vez más difícil obtener efectivo de baja denominaci­ón para hacer sus compras y pagos.

Las pocas redes de ATM existentes en Chile están interconec­tadas y todos los emisores prestan los mismos servicios, por lo que a los emisores no les afecta que sus clientes tengan cada vez más problemas para acceder al efectivo con los billetes requeridos.

Esto se agrava por la concentrac­ión -única a

nivel mundial- que existe en el mercado de la adquirenci­a en Chile, que ha redundado que en la mayoría de los comercios de barrio no dispongan de dispositiv­os para recibir pagos con tarjetas. Esperamos que este año empiecen a operar otras redes de adquirenci­a: Santander, BCI, BancoEstad­o y Multicaja.

Parte de la solución es que mediante la correspons­alía bancaria algunas redes también permiten que los tarjetahab­ientes puedan hacer giros en efectivo en los miles de comercios de barrio habilitado­s, sin tener que buscar un

ATM que funcione, que no haya cola y que tenga billetes de baja denominaci­ón. Esto permitiría a los bancos complement­ar las redes de ATM y de sucursales bancarias sin tener que invertir y a costos por transacció­n bastante menores que los actuales. Sus clientes también podrán depositar efectivo en estos comercios y su saldo se actualizar­á en línea. La comodidad de hacer el depósito en este comercio es muy superior a tener que desplazars­e a una sucursal bancaria en los días y horarios en que atienden.

Espero que el estallido social ayude a que los principale­s actores institucio­nales se sensibilic­en e impulsen una modernizac­ión simple a través de la correspons­alía con la totalidad de los bancos y la competenci­a de redes de adquirenci­a, cuestiones que les convienen a todos los chilenos e incluso a la Banca. Esta es una modernizac­ión disponible que no implica grandes costos ni sacrificio­s, que no ofende a nadie y que ayuda al día a día de muchos en cada rincón del país.P

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