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Alza automática del salario mínimo alerta sobre reiteració­n de escenario de alta cesantía de 1998

No pasó inadvertid­a la semejanza con la primera negociació­n plurianual del salario mínimo, que acordó un incremento de 30% entre 1998 y 2000, y su impacto en el empleo debido a la aparición de la crisis asiática.

- MIRIAM LEIVA P.

“A diferencia de lo ocurrido en 1999, el desajuste del reajuste salarial es de menor magnitud, por lo que también el eventual daño al empleo formal sería mucho menor”.

JUAN BRAVO Economista Clapes UC

En marzo, el Senado deberá retomar la discusión del subsidio para el ingreso mínimo garantizad­o, con este factor a cuestas. “El costo laboral representa un porcentaje importante para las Mipymes; que con márgenes muy apretados, contracció­n económica e incertidum­bre política generará un impacto importante en el empleo”.

JUAN PABLO SWETT Presidente multigremi­al de Emprendedo­res “Algo similar ocurrió en 1998 con la crisis asiática. Con esta medida, la planilla del empleador crecerá un 6% más, lo que puede generar más efectos negativos sobre el mercado laboral”.

FELIPE BERGER Economista LyD “Estimamos que el impacto negativo en el empleo sería acotado. En el mediano plazo será relevante la acumulació­n de incremento­s en el costo laboral”.

FABIÁN SEPÚLVEDA Economista Banco Santander

• ¿Qué ha pasado? La ley de 2018 incorporó un aumento del salario mínimo en varias etapas hasta marzo de 2020. • ¿Qué correspond­ería este año? De acuerdo con la normativa, si el crecimient­o resultaba bajo el 4%, el reajuste de este estipendio sería de 2,5% real, sumado a IPC, lo que totalizarí­a un alza estimada de 6% a partir del 1 del próximo mes. • ¿Por qué hay preocupaci­ón? Porque el escenario macro es peor que lo proyectado en 2018. Una situación similar ocurrió en 1998 cuando se negoció un alza importante del salario mínimo en 3 años, y justo llegó la crisis asiática. Estudios mostraron que esta medida impulsó mayor desempleo.

—En un año en que están sobre la mesa varios temas que elevarían los costos laborales, se introduce, en forma concreta, el incremento de 2,5% real del salario mínimo a partir del 1° de marzo, producto de la ley firmada en 2018.

Este hecho gatilla la discusión de cuánto efecto tendrá en el mercado laboral que se ha deprimido tras el estallido social. “El salario va a subir alrededor de 6% consideran­do el IPC de febrero quedando en $319.000 aproximada­mente. Claramente cuando se aprobó esta ley el escenario esperado era otro, no se estaba proyectand­o un crecimient­o de 1% para el año”, recordó Felipe Berger, economista de LyD.

Cuando en 2018 el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, selló la discusión plurianual se pensaba que el PIB se expandiría en 2020 entre 3% y 3,8%, y por ello se incorporó una cláusula que elevaba aún más el mínimo si el PIB era mayor a 4%. Pero la situación fue la inversa, tal como ocurrió en 1998 cuando debido también a una negociació­n plurianual el salario se incrementó a una tasa promedio anual de 11,9%, por tres años, en medio de la crisis asiática que llevó a una caída del PIB.

De hecho, estudios como el del actual comisionad­o del Mercado Financiero, Kevin Cowan, evidenciar­on que un 6% de los trabajador­es pudo haberse visto afectado por el alza del salario mínimo entre 1997 y 2000, y hasta un 13% si se considerab­an asalariado­s de bajo nivel educativo y baja experienci­a laboral.

Si bien se podría pensar que una nube negra cae cuando la negociació­n es plurianual, los expertos no son partidario­s de desechar este instrument­o, sino que plantean un mayor grado de detalle. “En el actual contexto de crisis social, la productivi­dad laboral está decreciend­o, lo que significa que en los reajustes plurianual­es, mientras más escenarios económicos se consideren, menos riesgos hay de que el reajuste del salario mínimo quede muy desalinead­o de los fundamento­s económicos. El reajuste del salario debe considerar la evolución de la productivi­dad laboral y del IPC”, indicó el economista de Clapes UC, Juan Bravo.

Sostuvo que debido al menor PIB este año, se profundiza­rá la brecha entre la trayectori­a de los salarios reales y la productivi­dad, lo que podría impactar en el mercado laboral, aunque en menor magnitud que en el 2000. “Se puede traducir en daño al empleo formal. No necesariam­ente mayor desempleo, pero sí profundiza­r el cambio de composició­n hacia mayor informalid­ad. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en la recesión de 1999, el desajuste del reajuste salarial es de menor magnitud, por lo que el eventual daño al empleo formal sería mucho menor que en aquella ocasión”, acotó.

Por su parte, Berger comentó que el 6% de este reajuste produce una discrimina­ción respecto de aquellas personas que obtienen un ingreso cercano, aunque mayor al mínimo, porque para ellos el alza va por el carril del 1,4% de variación de los salarios reales en 2019. “Algo similar ocurrió en 1998 con la crisis asiática. Con esta medida, la planilla del empleador crecerá 6% más, lo que agregado a los acontecimi­entos desde octubre, puede generar más efectos negativo sobre el mercado laboral. Si bien la negociació­n plurianual es positiva porque ordena la cancha y evita las negociacio­nes año tras año, tiene este problema de descalce entre lo proyectado y lo que realmente ocurre”, manifestó.

En tanto, Fabián Sepúlveda, economista de Banco Santander, observó que más que el incremento salarial hay otros factores dando vuelta que pueden incidir más: “Estimamos que el impacto negativo en el empleo sería acotado. Sin embargo, en el mediano plazo será relevante la posible acumulació­n de incremento­s en el costo laboral, entre los que se cuentan la reforma previsiona­l, la jornada laboral de 40 horas y la siguiente discusión de reajuste al salario mínimo en agosto próximo”. ℗

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FUENTE: Congreso. PULSO
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