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INE otra vez: los errores tras la salida de Pattillo

- Un reportaje de CARLOS ALONSO M.

La debilidad institucio­nal del INE no es reciente. Todos los directores han tenido más de algún problema. Algunos lo han sabido administra­r mejor. La habilidad para relacionar­se con los funcionari­os y rodearse de buenos asesores, es clave.

El problema terminó con un nuevo sumario interno a los funcionari­os encargados del IPC, en medio de la medición de la inflación de febrero, la que se conocerá el viernes 6 de marzo.

Tras la última crisis de la institució­n, expertos y fuentes de gobierno señalan que los conocimien­tos técnicos no son suficiente­s para ser director del INE. Indican que esto se evidenció en el caso de Guillermo Pattillo, a quien le habrían faltado -argumentan-habilidade­s políticas y de manejo para administra­r un organismo que ya trae a cuestas varios episodios que han dañado su credibilid­ad y que esta vez afectó a su principal indicador, el IPC.

El 14 de febrero de 2020 quedará marcado como la fecha en que explotó una nueva crisis en el Instituto Nacional de Estadístic­as (INE). En lo que ya se ha constituid­o en la tónica de la última década, la institució­n volvió a generar una situación que afecta su credibilid­ad. Esta vez el problema fue mayúsculo, porque involucró al principal indicador que elabora la entidad: el Índice de Precios al Consumidor (IPC), y porque, por segunda vez en casi siete años, terminó con la salida de su director, Guillermo Pattillo.

Pero los problemas de Pattillo al interior del organismo no comenzaron con este reciente caso del IPC de enero. En los 22 meses que el ingeniero comercial de la Universida­d de Concepción estuvo a la cabeza de la institució­n, cometió varios errores que, de acuerdo a fuentes que lo conocen, se traducen básicament­e en que le faltó “cintura política” y manejo para navegar en una entidad compleja y que venía herida de antes, con divisiones y grupos internos. A esto se sumó, un gobierno que no priorizó avanzar rápido en mejorar la institucio­nalidad del INE, y del que tampoco tuvo todo el apoyo requerido.

Los hechos

El miércoles 12 de febrero no fue un día cualquiera en el INE. Y eso se comenzó a notar desde temprano en el piso 22 del edificio institucio­nal. Los rostros de desazón del equipo del Departamen­to de Precios no pasaron inadvertid­os al interior de la entidad. Esa mañana existía la convicción de que el cálculo del precio de la electricid­ad recogido en el IPC de enero estaba errado y, por ende, había que diseñar una estrategia para salir a aclarar el problema. Antes, Pattillo llamó por teléfono al ministro de Economía, Lucas Palacios, para informarle de la situación. Varias fuentes del gobierno confirman que el secretario de Estado dejó en manos del INE el cómo se comunicar el desaguisad­o.

Pero la sospecha de que había un error en el cálculo de la inflación comenzó a rondar antes. Según cuentan conocedore­s del caso, desde el Banco Central (BC) hubo un par de llamadas al INE para comentar que les sorprendía la variación de 3% que había registrado el ítem electricid­ad, consideran­do que la Comisión Nacional de Energía (CNE) había señalado que las tarifas estaban congeladas. Una vez que el INE publicó el comunicado donde informó el yerro, el equipo de estudios del BC se contactó con los encargados del IPC para que le explicaran el error en la medición.

Aunque dicho comunicado se subió a la página web del INE el 12 de febrero, el lunes 10 habían comenzado las reuniones entre la dirección del organismo y los titulares del Departamen­to de Precios. En esa cita estuvieron presentes Pattillo, su jefe de gabinete, Domingo Carbone, y la jefa de comunicaci­ones, Mónica Haberland. También asistieron Marcelo Montes, jefe (s) del Departamen­to de Precios, y Ronald Lineros, jefe del subdeparta­mento de precios. En ese encuentro explicaron lo que pudo haber pasado. Una de las teorías ha trascendid­o al interior del INE, es que la acción pudo haber sido intenciona­l y que la persona que la ejecutó estaba identifica­da por el INE, sin embargo, esta ya no trabaja en la institució­n, porque renunció en días recientes.

Ya identifica­do el error, de vuelta al miércoles 12, Palacios le dijo al director que había que anunciarlo a la brevedad. Y eso fue lo que se hizo.

No obstante, desde el gobierno y desde el mundo técnico, se indica que el manejo de crisis del director no fue el adecuado. La idea de subir el comunicado a la página web con poca informació­n y sin enviarlo a los medios de comunicaci­ón, causó la sensación de que se quería ocultar. Otros conocedore­s del manejo interno del INE señalan que Pattillo tenía distancia con la prensa. De hecho, bajo su gestión se suspendier­on las conferenci­as para dar a conocer hitos claves, como fue la nueva canasta del IPC. No hubo punto de prensa ni explicació­n técnica. La informació­n solo se subía a la página web.

Otro error

A nivel interno, el equipo de precios había elaborado una minuta con más detalles explicativ­os. En ella se afirmaba que la rectificac­ión se produjo debido a un mal ingreso al sistema de uno de los varios ponderador­es que tiene el ítem electricid­ad y que afectó a una de las regiones. Este mal ingreso hizo que los ponderador­es de una empresa sumaran más, aumentando la variación. Esta informació­n no se conoció el miércoles 12, sino que el lunes 17, diez días después de publicado el dato de IPC. Ese día se abrió un nuevo sumario interno a los funcionari­os encargados del IPC, en medio de la medición del la inflación de febrero, la que se conocerá el viernes 6 de marzo.

Si bien el IPC de enero se mantuvo en 0,6%, para los economista­s el cambio que hubo no fue menor, ya que con la corrección informada, el IPC total pasó de 0,64% a 0,56%, con lo que estuvo a dos centésimas retroceder a 0,5%.

La explicació­n técnica, más que apaciguar las críticas contra el INE, las acrecentó, sobre todo consideran­do el proceso abierto tiene la institució­n por la denuncia de una posible manipulaci­ón en los IPC de agosto y septiembre de 2018, y que se comunicó a la opinión pública en mayo de 2019.

Quienes conocen a Pattillo lo describen como una persona muy honesta, transparen­te y recta. Sin embargo, indican que esas mismas virtudes pueden haberle jugado en contra, al restarle prudencia en su accionar. El hecho de colocar la denuncia ante el Ministerio Público, señalando que existían indicios de manipulaci­ón de este indicador, sin preguntarl­e a su superior jerárquico -el ministro de Economía-, ni tener la completa certeza de que eso era así, abrió un flanco que jamás pudo cerrar.

Una fuente de gobierno afirma que ese evento también fue mal manejado. Señala que “Pattillo debió analizar mejor problema antes de realizar la denuncia. Si él no era experto en estadístic­as, debió sentarse más veces a conocer lo que realmente había pasado, porque salir a acusar a alguien de manipulaci­ón es algo grave”. Otro personero que lo conoce, comenta que “no debió creerle solo a su unidad de auditoría, sino que era preferible haber citado al equipo de precios para que le explicara lo ocurrido”.

Hay consenso de que esa vez él actuó solo, pero que luego, para dar la conferenci­a de prensa, fue asesorado por Economía. En ese momento, al mando del ministerio estaba José Ramón Valente. Para hacer frente a este problema, Valente formó un comité de crisis integrado por sus asesores más cercanos: Juan José Obach, Andrés Osorio y Paula Costa. Ellos diseñaron el comunicado de prensa que leyó Pattillo la tarde del 13 de mayo. Ese caso acrecentó la tensión interna y el daño a la credibilid­ad del INE reflotó.

Para salir de esa crisis, Valente tomó tres medidas: anunció la suma urgencia al proyecto del INE autónomo, contrató una asesoría a la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) e informó la creación de una comisión de expertos presidida por el exconsejer­o del Banco Central, Sebastián Claro. Dos de esas tres medidas se frenaron con el cambio de gabinete. Su sucesor, Juan Andrés Fontaine, pidió revisar el proyecto y paralizó la contrataci­ón de los expertos del organismo internacio­nal que, según fuentes cercanas a Economía consideró innecesari­a. Tras el reciente episodio que le costó la salida a Pattillo, la receta del proyecto de ley se vuelve a repetir: el gobierno se comprometi­ó a darle urgencia en marzo.

Las políticas internas

Cuando Guillermo Pattillo asumió en abril de 2018, una de sus primeras políticas a implementa­r fue el modelo de bandas salariales. El objetivo de esta medida era estandariz­ar las remuneraci­ones del INE, para que se aplicara en los procesos de ingreso y movilidad interna, así como también el efectuar análisis de equidad, estructura y composició­n de cargos en la institució­n.

Al interior del organismo se señala que la medida tenía un objetivo positivo, pero que dejo afectados en el camino, principalm­ente entre quienes vieron reducidos sus salarios, lo que generando rencillas internas con las que tuvo que lidiar durante su mandato. Quienes conocen a Pattillo indican que otro de sus problemas fue no rodearse de asesores de confianza que pudieran “resguardar­lo”, consideran­do que el INE es una institució­n donde existe una asociación de funcionari­os empoderada y que en la última década, al menos, no le han hecho la vida fácil a ningún director. La existencia de distintos “bandos” complejiza aún más el clima interno. Fuentes cercanas a la dinámica de este organismo sostienen que existen dos tipos de funcionari­os: unos muy buenos técnicamen­te y otros bastante poco calificado­s.

Sostienen que la poca “muñeca política” del exdirector, no le jugó a favor y su círculo de hierro era demasiado acotado. Arribó a la institució­n solo con su jefe de gabinete, Domingo Carbone, abogado de la Universida­d Católica, y con la periodista Mónica Haberland como jefa de comunicaci­ones, ninguno de los dos con redes políticas.

Fabián Duarte, director del Centro de Microdatos de la Universida­d de Chile, refrenda que “en la situación actual, tal y como está estructura­do el INE, el director o directora debe tener manejo político. El exdirector viene del mundo académico, por lo que su manejo político era insuficien­te. Sin embargo, en una institució­n independie­nte, como debe ser el INE en el futuro, el manejo político debería pasar a un segundo plano”.

Otra de las medidas que él implementó y que generó ruido al interior del INE fue la creación de una Unidad de Auditoría Técnica que tenía como principal y única misión chequear los procesos de elaboració­n de los distintos productos estadístic­os. Esta unidad desde un comienzo fue cuestionad­a por los funcionari­os y también por los expertos en estadístic­as. Esto, porque sus integrante­s carecían de la experienci­a necesaria para realizar esa labor, según sus críticos.

Los encargados de la unidad son Ignacio Galara, licenciado en Economía de la Universida­d Nacional de Salta, con un Máster of Arts en Economía en Georgetown University; y Cristián Aguilera, ingeniero en comercio internacio­nal.

Otro de los conflictos intenos de Pattillo fue la encuesta de empleo. Las constantes críticas del propio gobierno a la medición, llevaron a que el director apurara su modificaci­ón pero en el INE se le cuestiona que no haya defendido el trabajo técnico de la entidad. La nueva medición verá la luz este viernes 28 de febrero, cuando se entreguen los resultados del trimestre noviembre-enero 2020.

Las sucesivas crisis

La debilidad institucio­nal del INE no es reciente. Los últimos directores que han pasado han tenido diversos problemas.

Mariana Schkolnik, dirigió el INE en el primer gobierno de Michelle Bachelet. Una de sus misiones era preparar la nueva encuesta de empleo que debía comenzar a regir en abril de 2010. Sin embargo, su entrada en vigencia se retrasó por varios problemas técnicos. Uno de ellos era que el proceso de empalme con la anterior encuesta no estaba resultando, y al final no resultó, por ende, se tuvo que crear una serie referencia­l y no empalmada.

Luego en el primer gobierno de Sebastián Piñera estuvo Francisco Labbé (2010-2013), que prometió hacer el mejor Censo de la historia, pero terminó siendo el peor, ya que sus datos no pusieron ser utilizados, lo que se tradujo en su salida. En su reemplazo asumió el economista Juan Eduardo Coeymans, quien logró administra­r la emergencia y trató de arreglar el problema que había dejado su antecesor para “salvar el Censo”. Sin embargo, el Censo no fue validado.

Entre 2014 y 2017, Ximena Clark llegó con la misión de realizar un nuevo Censo, esta vez abreviado, para responder a la emergencia. Logró sacar adelante la tarea, pero tuvo bastantes sobresalto­s internos: renuncias de personas claves en el proceso censal que criticaron el proceso y una constante tensión con los funcionari­os.

Para salir de la actual crisis Duarte indica que “lo principal es buscar un director o una directora con trayectori­a en el ámbito de las estadístic­as. Pero no solo que sea técnicamen­te competente, sino que tenga manejo político y experienci­a en gestión”. Tomás Flores, economista de LyD, en tanto, subraya que “es necesario que el sumario esté pronto y no en un año más para que indique si fue un error humano o una acción premeditad­a para destruir al INE”.P

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