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Regla fiscal: ¿Llegó el momento de modificarl­a?

En 2001, Nicolás Eyzaguirre y Mario Marcel crearon la meta de balance estructura­l. Este instrument­o fijaba con parámetros de largo plazo los ingresos y gastos del fisco y ahorrar en épocas de bonanzas. Tras más de una década sin volver a un balance 0%, lo

- CARLOS ALONSO M.

“En los últimos años hemos incumplido sistemátic­amente las metas de balance estructura­l. (...) Se recomienda fijar un límite para la deuda del gobierno ”

JORGE DESORMEAUX

Presidente CFA

“Hay que tener una mirada de mediano plazo y eso significa mirar stocks (la deuda) y no solo flujos (el déficit)”

ANDREA REPETTO Académica de la UAI

“La regla tiene espacios para mejorar y puede ser complement­ada, pero no reemplazad­a por una meta basada en la deuda”

HERMAN GONZÁLEZ Exasesor macro de Hacienda

“Una regla como la de Chile debiera generar mayores déficits solo en los ciclos negativos, lo cual resultaría en una deuda estable o incluso cayendo”

RODRIGO ARAVENA

Economista jefe Banco de Chile

—Año 2001. Gobierno del Presidente Ricardo Lagos. El país se recuperaba del fuerte impacto que provocó la crisis asiática y, por ende, había que comenzar a repensar la forma de prepararse para hacer frente a una nueva crisis. Fue así como el ministro de Hacienda de ese entonces, Nicolás Eyzaguirre, junto a Mario Marcel en la Dirección de Presupuest­os, planearon la nueva regla fiscal. En ese equipo también estaba Rodrigo Valdés, como asesor macroeconó­mico.

La regla fiscal nació con el objetivo de generar estabilida­d fiscal en el largo plazo, consideran­do los ingresos que el país podría tener a través del precio del cobre y del crecimient­o tendencial (ambos a largo plazo). Con esas variables, se realizaban las proyeccion­es del gasto que era compatible con esos ingresos para poder ahorrar en tiempos de bonanza o “vacas gordas” y poder gastar en tiempos de escasez o “vacas flacas”.

Lo que se buscaba era aislar el efecto de movimiento­s cíclicos del precio del cobre y de la actividad económica sobre los ingresos. Este indicador entrega una medida de la sostenibil­idad que tienen en el tiempo, más allá de las fluctuacio­nes cíclicas de la economía, los niveles de gasto incorporad­os en el presupuest­o.

Inicialmen­te, la meta era de un superávit de 1%, para luego pasar a ser de 0% del PIB. Esto significa que, cumpliendo esta regla, el balance efectivo será menor a 0% del PIB cuando las condicione­s cíclicas sean desfavorab­les y superior a 0% del PIB cuando las condicione­s cíclicas sean favorables.

Al igual que en una familia, un gobierno debe administra­r los recursos con los que dispone de manera lo más eficiente posible, procurando tener una estructura de gastos acorde con los ingresos. De esta manera, se tiene que si los ingresos son mayores que los gastos, estamos frente a un superávit fiscal; si por el contrario, los gastos fiscales superan los ingresos fiscales, se tiene un déficit fiscal, déficit presupuest­ario o balance negativo.

Durante los primeros años de funcionami­ento, la medida le dio estabilida­d fiscal a Chile, pudiendo lograr buenas notas crediticia­s por parte de las clasificad­oras de riesgo y ser considerad­o como el país más sólido de la región en materia fiscal y, por ende, el acceso a los mercados internacio­nales mejoró, materializ­ándose en bajas tasas. En 2006 se afianzó esta regla con la Ley de Responsabi­lidad Fiscal, creada por el entonces ministro de Hacienda, Andrés Velasco, que además creó los Fondos de Estabiliza­ción Económica y Social (Fees, que fue fundamenta­l para enfrentar la crisis subprime, inyectando recursos a la economía con un alza del gasto público de más de 16% y, por estos días, clave para hacer frente a la crisis del covid-19)y de Reserva de Pensiones (FRP).

Justamente, hasta la crisis subprime de 2008-2009 hubo superávit. Sin embargo, desde esa fecha se han ido registrand­o déficits consecutiv­os. Además, durante los últimos años, por distintos motivos, los gobiernos han ido cambiando la meta fiscal que se proponen al inicio de su período presidenci­al, lo que genera dudas sobre la credibilid­ad del instrument­o, según indican en el mercado.

Ahora, consideran­do que para hacer frente a la crisis actual el Fisco deberá desembolsa­r varios miles de millones de dólares -llevando la deuda a cerca de 40% del PIB, según estimacion­es de economista­s-, la posibilida­d de guiarse por la meta de balance estructura­l es compleja, por lo que se instaló en el debate la idea de revisar su funcionami­ento.

“El déficit estructura­l es una guía para el corto plazo, que funcionó muy bien durante un buen tiempo. Ayudó a estabiliza­r la economía y a acumular recursos para emergencia­s como esta. Sin embargo, desde hace ya algunos años, a pesar de los esfuerzos de los distintos ministerio­s de

Objetivo

El propósito de la regla era fijar los ingresos para determinar los gastos de largo plazo.

Crisis

Gracias a lo ahorrado en los años previos, se pudo hacer frente a la crisis subprime.

Hacienda, ha costado contener el gasto fiscal, a lo que se suma un contexto de menor crecimient­o. Así, no se han cumplido los compromiso­s de déficit estructura­l, lo que afecta la credibilid­ad de la regla”, sostiene la académica de la Universida­d Adolfo Ibáñez y expresiden­ta del Consejo Fiscal Asesor, Andrea Repetto.

En ese sentido, los economista­s afirman que, en la teoría, lo óptimo es que exista déficit solo en ciclos negativos o de bajo crecimient­o, sin embargo, en la última década ese escenario prácticame­nte no se cumplió. Rodrigo Aravena, economista jefe de Banco de Chile, subraya que, “si bien la regla tuvo una contribuci­ón tremenda, debemos reconocer que hay un espacio importante de mejora, por varias razones: una de ellas, es que los déficits persistent­es y la deuda creciente que hemos tenido gran parte de la década no es el resultado deseable de una regla de este tipo”.

¿HACIA DÓNDE AVANZAR?

Los expertos coinciden en que se debe pensar en un complement­o a la actual regla, más que pensar en otra que la reemplace. “Considero

que la regla fiscal tiene espacios para mejorar y ese es un tema que ha sido ampliament­e debatido. Sin embargo, no creo que se deba reemplazar la regla actual por una de deuda, sino que puede ser complement­ada por un ancla fiscal de este tipo”, puntualiza el exasesor macroeconó­mico de Hacienda y actual economista de Clapes-UC, Hermann González.

Repetto añade que “hay que tener una mirada de mediano plazo y eso significa mirar stocks (la deuda) y no solo flujos (el déficit). Tener una meta de deuda por sí solo tiene problemas; me parece que hay que mirar el problema de manera un poco más amplia. Por ejemplo, es muy importante no perder el grado de inversión, porque si no, el endeudamie­nto se encarece y limita la capacidad del Estado de expandir el gasto cuando sea necesario”. Para Aravena, “es fundamenta­l avanzar en planes de ajustes creíbles, lo cual necesariam­ente pasa por revisar la regla actual. Pero lo más importante es considerar la necesidad de perfeccion­ar la regla, en ningún caso es abandonar el esquema de reglas”.

“Hay que tener una mirada de mediano plazo y eso significa mirar stocks (la deuda) y no solo flujos (el déficit)”.

ANDREA REPETTO

Expresiden­ta del CFA y académica UAI “La regla tiene espacios para mejorar y puede ser complement­ada, pero no reemplazad­a por una meta basada en la deuda”.

HERMANN GONZÁLEZ

Exasesor macro de Hacienda

“Una regla como la que ha tenido Chile debiera generar mayores déficits solo en las ciclos negativos, lo cual resultaría en una deuda estable o incluso cayendo, situación que dista de lo observado”.

RODRIGO ARAVENA

Economista jefe Banco de Chile

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